Con olor a naftalina. ADN
Se inició la campaña electoral para los comicios de noviembre, con una etapa clasificatoria en las PASO del 12 del mes próximo. Ya se puede tomar el pulso de los mensajes y hay “olor a viejo”, a conceptos guardados en un arcón con naftalina. Los discursos son “de ocasión” para un amor fugaz.
Ante la falta de propuestas y conceptos ideológicos y políticos que atrapen y convenzan al electorado, surgen escenarios de peleas. Además se desvaloriza el lenguaje, que es el mejor mecanismo de atracción de los candidatos.
Se supone –aunque se torne dudoso- que los equipos de campañas tienen mensurada las franjas etarias de votantes. Cuántos jóvenes de 16 años votan por primera vez; cuántos lo harán por segunda vez y luego las franjas ascendentes que se pueden medir entre 20 y 30 años; otra hasta 50 y mayores de 60, con una oferta para cada caso.
Los discursos y planteos electorales hasta ahora escuchados nada hacen suponer que los candidatos tienen propuestas convocantes para sumar adherentes y votos. Estamos en presencia de “pastores” que le hablan a los que ya están convencidos y enrolados entre su clientela.
No importa el receptor. Se habla monocorde para todos por igual, a la espera que las adhesiones lleguen por simpatías, beneficios, favores y al azar. Ya no “hay nada para repartir”.
El FdT, JSRN, la UCR y el PRO giran en la noria, que siempre saca la misma cantidad de agua en cada vuelta de la mula. La izquierda, también tiene un discurso en desuso, pero con un marco ideológico más claro respecto de las políticas del capitalismo. También en un redil reducido.
El mensaje es una propuesta, un algoritmo que recibe el receptor y por lo tanto si no se entiende molesta y se desecha.
Toda lo escuchado hasta el momento tiende a plantear la cuestión “anti”. Existe un mecanismo de tracción de favorecer toda división o grieta interna o externa.
No hay discursos propositivos, que puedan alentar al electorado en que llegó el momento de la madurez, de reconocer y a la vez criticar, de proponer y al mismo tiempo ser diferentes.
No hay marco conceptual en esta campaña referenciada con la pandemia del coronavirus, donde hay un pueblo acuciado y sometido en su vida cotidiana por el Covid, un hecho que en la práctica los candidatos soslayan.
Una sociedad dividida por el virus, el uso político de la pandemia, el mensaje anti vacuna, la libertad y el control del Estado en la vida de cada ciudadano. El mensaje en la provincia tiene un perímetro delimitado, a hoy, por más de 90 mil rionegrinos que padecieron la enfermedad, con una cifra que supera los 2.200 fallecidos, familias sensibilizadas, enojadas y en algunos casos desprotegidas.
Cualquier referencia política de campaña no puede obviar este marco. El mensaje esperado es el aporte que podrían hacer los diputados rionegrinos para la pos pandemia, en todos sus aspectos: sanitario, económico, social, laboral y otros.
Nada de esto es posible visualizar hasta el momento.
El Frente de Todos tiene la obligación de defender al gobierno de Alberto Fernández y sus aportes realizados a Río Negro. Hasta ahora, la principal candidata se mostró en una reunión con empresarios hoteleros de Bariloche. Joven, con sabor a poco. Viejo y reiterativo como antaño.
Nadie pregona los avances de las rutas 22 y 23; las políticas sociales; el pago de deudas atrasadas del PAMI a hospitales; la reforma del impuesto a las ganancias, contemplando la zona austral; los aportes y ayudas en pandemia y no se menciona a la campaña de vacunación. Todo se limita a exaltar a los candidatos con fotos, y que se venden como una mercancía por Internet.
JSRN parece el más desorientado. Volvió al viejo discurso de criticar a los partidos nacionales, una experiencia que trae malos recuerdos del frustrado candidato Fabián Gatti. Un planteo de cancha chica cuando se juega en estadio olímpico y con dos equipos polarizados. Pontificar que la economía fracasó, sin mencionar la pandemia y referencias internacionales sobre los impactos del coronavirus en los países, es solo «para el afiche».
Escudarse en que todos los males nacionales provienen del FdT y de JxC, niega la realidad del oficialismo rionegrino que se benefició tanto con uno como con el otro. Con Macri pudo endeudarse en dólares para financiar el Plan Castello –entre otros favores- mientras que con Fernández impulsa quizás el mayor proyecto energético de futuro, como es el Hidrógeno Verde, además de otros logros que se obtuvieron en estos años, pero que pareciera estar vedada su mención, como también las realizaciones del Ejecutivo provincial.
Se critica la grieta, pero a su vez se profundiza el “anti” donde la culpa siempre es del otro.
Las propuestas de los candidatos de JSRN también tienen un horizonte limitado para su concreción luego en el Congreso, donde hay que sumar votos para hacerlas realidad y además se juega con las reglas del tenis de campo y no del ping pong.
Un escenario a la inversa se presenta –por lo general- en una elección provincial donde el partido del oficialismo se hace fuerte, precisamente con los argumentos que hoy lo debilitan en una elección nacional de medio término.
Nada distinto sucede con las campañas de los dos candidatos radicales y el representante del PRO.
La UCR parece haber descubierto con el neurocientífico Facundo Manes, los errores del gobierno de Mauricio Macri, situación que no deja bien parada en la foto a su propia dirigencia. Espera la recuperación con un protagonista de afuera de la política. También hoy descubrió en el candidato del PRO a su enemigo. Un empresario que reniega de la «vieja política». Ambos candidatos radicales no pueden dejar el derrotero del discurso de ocasión, donde se estima que la sola mención de “antikirchnerismo” atrae votos y se encaminan -con afiliados divididos- a tratar de conducir a JxC, en una elección que les marcará la cancha para el 2023, con destino incierto.
El PRO pretende “ser lo nuevo” pero no puede superar sus ataduras a viejos esquemas de los políticos que lo acompañan. Por el momento, además de condenar a sus aliados “radicales corruptos” y al populismo, busca conquistar con las fotos de Larreta y Bullrich. También «viejo» y con gusto a poco. No se conocen propuestas para llevar a la Cámara Baja, que además serán sometidas a decisiones nacionales, lejos de las promesas provinciales de hoy.
Nada nuevo. La oposición bucea en los visitantes a la Residencia de Olivos, entre actrices, estilistas y peluqueros, mientras que los mismos libros en el gobierno pasado mencionaban a jueces y camaristas.
En el medio, el votante.