Operativo seducción. ADN
Alberto Weretilneck puso en marcha el operativo seducción, con el propósito de captar voluntades para que Juntos haga una buena elección en las nacionales próximas, pero con un objetivo más lejano y sustancioso: plantea un proyecto de poder provincial a largo plazo desplazando a los partidos nacionales y limitándolos a un mero rol opositor, incluso con el riesgo de perder dirigentes a favor del oficialismo permanente.
Juega, pero mira la cancha desde arriba. Pragmatismo sobre ideología, la idea motora es la que impone la demanda. Trabaja para el empoderamiento de JSRN porque analiza que alcanzar la hegemonía política vale más que una elección. Llegó al gobierno con una pequeña cuota parte de ese poder que había construido el «Gringo» Soria. El destino le deparó otro rol y rápidamente «vio la luz» y se quedó con todo, a pesar del sorismo y del propio pichetismo. Del mismo modo construyó su espacio en el Senado y no se dejó llevar por pruritos, porque entendió desde el minuto cero del nuevo gobierno del FdT, con quien tenía que acordar.
Construyó un liderazgo que nadie discute. Se repuso del revés judicial que le impidió un nuevo mandato de gobernador y ya fuera del Ejecutivo provincial trabajó para reforzar su condición de líder. Interpretó el imaginario colectivo. Milita un estilo campechano, un modo de vida sencillo, sin ostentación, austero, y nunca deja a nadie de saludar. Tiene tiempo y la campaña de San Lorenzo es tan pobre que tampoco le resta tiempo y ansiedades. Nadie sabe si volverá, pero desde la tranquilidad que le ofrece la senaduría, funge como tal.
El senador recurre a ese gen propio del peronismo, aunque no lo sea -o quizás sí, porque como decía Perón, muchos no se dan cuenta que son peronistas- que es la construcción del poder, donde sumar es la tarea más importante. Sin poder real no hay gobierno posible.
Seducir, convencer y crecer es el objetivo, y en la semana protagonizó dos hechos que, al decir de algunos, son la punta del iceberg de una tarea persistente para captar voluntades. Logró incorporar a JSRN al intendente de Fernández Oro, el radical Mariano Lavín y se reunió en Viedma con el peronista Javier Iud, ex intendente de San Antonio y ex legislador, a quien invitó a incorporarse “al proyecto de un nuevo gobierno”. En ambos casos hay una apuesta a futuro, más allá de las próximas elecciones a diputados nacionales.
No son sólo Lavín y Iud, se menciona también a cuatro o cinco intendentes: ¿Darwin, Chimpay, Pomona y Campo Grande, incluso Valcheta? Algunas definiciones llegarán luego del resultado de las internas de JxC en las PASO.
También el gobierno tiene una atención preferencial para con los jefes comunales. Son tenidos en cuenta, participan en los actos oficiales y en las recorridas de (una gobernadora cada vez más consolidada) Arabela Carreras por la provincia.
Hay un proyecto de fortalecer JSRN atento a que el peronismo intentará -una vez más- llegar a la Casa de Gobierno, y con mayor entusiasmo aún, si el gobierno de Alberto Fernández llega bien al término de su gestión y además gana los comicios de noviembre.
Juntos pelea estas elecciones sin referencia nacional y disputando un espacio incierto para un discurso provincialista, pero confía en poder captar los votos suficientes que le permitan sumar un compañero a Luis Di Giacomo en la Cámara de Diputados. Hay que ganarle a JxC, aunque también hay confianza en que se puede superar al FdT, o llegar en un virtual empate.
John Locke, “padre del liberalismo” decía que la capacidad de producir determinados efectos en la política no se encuentra en el poder mismo, sino en la capacidad del sujeto para producirlos, ya sea por medios físicos, psicológicos o persuasivos. En el siglo XX Foucault escribió que el poder no se posee, se ejerce y que el poder no es una propiedad, es una estrategia.
De esto, JSRN lleva el gen del senador y presidente del partido. La estrategia electoral es totalmente suya, con el acompañamiento del gobierno, a cargo de la gestión que también debe estar fortalecida para ayudar a la captación de votos y a los candidatos. A la administración Carreras le tiene que ir bien: condición sine qua non. Además, la gobernadora tiene en exclusivo «el poder de la lapicera» para firmar el decreto de convocatoria a las elecciones provinciales, que podrían ser para abril o mayo del 2023, lejos de cualquier contaminación nacional. O sea que el 2022 será un año electoral.
Weretilneck está presente y su aporte tiene una mirada inmediata en noviembre, y otra más lejana y estratégica en el tiempo: el 2023. Para esto tiene que haber conjunción y no pueden existir cabos sueltos. Todos son importantes si no, no hay futuro para nadie. Al ex gobernador lo seduce el poder y actúa en consecuencia. Toma distancia de su gobierno con gestos de indiferencia, pero mantiene muchos hombres suyos en el gabinete. No está lejos, aunque presuma distancia.
El operativo seducción también tiene un lado oculto. Los contactos que no conviene que tomen estado público, referentes de otros partidos políticos, conducciones empresarias y dirigentes sindicales.
El senador hace su juego con una fuerte impronta personal, incluso lejos del perfil que los asesores de campaña les asignaron a los candidatos y a los spots publicitarios. Sabe que su aporte tiene otra hechura.
Teléfono en mano seduce y suma desde la individualidad con un nuevo proyecto para el 2023. Restan dos años para diagramar como será la sucesión en el gobierno, y más allá de quien encabece la nómina oficial, hay que trabajar por el proyecto en función de la máxima que «la organización vence al tiempo». La convocatoria a sumarse está en marcha.