De los planes sociales al Salario Básico Universal
(Por Julián Arribas*). – En las últimas semanas el debate público se focalizó en las políticas sociales de nuestro país. Un tema candente e irresuelto, que logra estigmatizar -a veces desde la ignorancia- y que, por lo tanto, exige ser debatido con seriedad ante una situación social y política compleja. Tras los discursos de la Vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, la discusión tomó dinamismo, volvió a estar en la agenda pública y evidenció tanto posturas como falta de nociones y de conocimiento sobre un amplio porcentaje de la población trabajadora argentina.
Inmediatamente las opiniones se vertieron en torno a los mal llamados “planes”, los movimientos sociales y la tercerización de la administración de los programas sociales; luego, vino un salto cualitativo en la discusión política, y el proyecto del Salario Básico Universal sobresalió como una política superadora.
Primero lo primero. Sin dudas, el trabajo sigue siendo el pilar de la vida cotidiana de cualquier persona en el mundo. Difícilmente alguien pueda vivir sin trabajar. Sin embargo, igual de difícil es encontrar sociedades que puedan materializar la vieja idea del “pleno empleo”. La globalización, la robótica, la biotecnología, la automatización, la deslocalización -lo que algunos llaman la cuarta revolución industrial- producen una disminución del trabajo asalariado estable en proporción a la fuerza laboral disponible. Dicho en otras palabras: trabajo hay -las personas se lo inventan- lo que no hay, es el suficiente empleo registrado que permita que esos trabajadores tengan los derechos laborales básicos.
Entender esta nueva realidad, nos permite ver con más claridad la fragmentación y la heterogeneidad del mercado laboral argentino. Ni el Estado, ni el mercado, pueden absorber la totalidad de la mano de obra disponible. Es aquí donde el mundo de la economía popular se entiende. Millones de trabajadores y trabajadoras a quienes el empleo se les niega y tienen que salir a ganarse la vida entre las changas, la informalidad y el cuentapropismo. Personas que inventan y crean su propio trabajo para poder sobrevivir.
Si uno evalúa todas las personas en edad laboral sin ingreso registrado, estamos hablando de un universo de 7,5 millones de trabajadores y trabajadoras de la economía popular. De estos, solo 1,3 millones cobra el potenciar trabajo – que algunos llaman, de manera peyorativa, “planes” – cuando en realidad se trata de un programa laboral que tiene como objetivo potenciar el trabajo de la economía popular organizada a partir de un complemento salarial. Eso que llaman planes, se trasforma en trabajo: una cooperativa de recicladores, un taller textil, un bachillerato popular o en un comedor en las periferias de Viedma.
La pregunta es qué pasa con los millones de trabajadores y trabajadoras de la economía popular que aún se encuentran desorganizados/as y necesitan un ingreso complementario que les garantice el plato de comida en medio de una crisis social? Es en este punto, donde el proyecto del Salario Básico Universal presentado por los diputados del Frente Patria Grande en el Congreso Nacional toma relevancia histórica. Nadie, ni las organizaciones, ni ningún gobierno, ni el mercado tiene que tener la lapicera para decidir quién pasa hambre y quién no. El SBU se presenta entonces, como una nueva herramienta justa, transparente y eficaz del sistema previsional argentino que garantiza -sin distinción- un piso básico de ingresos a todas las personas que trabajan pero que no poseen condiciones dignas. Así acabaríamos con la indigencia y reduciríamos la pobreza.
El SBU reordenaría las políticas sociales muchas veces dispersas aumentando la eficacia del Estado. Sería una prestación monetaria equivalente al monto de una Canasta Básica Alimentaria de un adulto, que en mayo fue de 14.400 pesos. Y alcanzaría a quienes tengan entre 18 y 64 años, y sean trabajadores informales, monotributistas categoría A, trabajadoras de casas particulares y asalariados formales pero pobres, es decir con un ingreso equivalente a monotributistas de categoría A.
*Mg. en Políticas Sociales Urbanas-Miembro del Frente Patria Grande y del Movimiento Trabajadores Excluidos