El futuro se planifica. Por Máximo Kirchner
La recuperación de YPF en 2012, impulsada por la dos veces presidenta y actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, permitió poner en valor los recursos de Vaca Muerta -segunda reserva mundial de gas no convencional- e iniciar el camino hacia la soberanía energética. La construcción del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner es fruto de aquella decisión estratégica.
Hoy 9 de julio, se inaugura la traza troncal (Etapa 1) que cuenta con una extensión de 573 kilómetros entre Tratayén (Neuquén) y Salliqueló (Buenos Aires), atravesando las provincias de Río Negro y La Pampa. No fue magia. Vaya el reconocimiento a todos los trabajadores y trabajadoras, las y los técnicos que le pusieron el cuerpo a este proyecto e hicieron posible celebrar la concreción en tiempo récord de una obra clave para la soberanía energética.
Vaca Muerta no debe pensarse sólo en términos de exportación, debemos pensarla como la posibilidad de consolidación del desarrollo y la recuperación de la soberanía. Estamos hablando de un gas más barato para nuestra industria y para los argentinos y las argentinas a lo largo y ancho del país.
El Gasoducto es medular para la ampliación de la capacidad del sistema de transporte de gas y la optimización de su uso. Su potencial radica en la posibilidad de autoabastecimiento, la exportación de gas natural y en las mejoras para la competitividad industrial de Argentina. La obra tiene dos etapas que contemplan una traza de 1.050 kilómetros de largo y atraviesan las provincias de Neuquén, Río Negro, La Pampa, Buenos Aires y Santa Fe.
La recuperación de YPF en abril de 2012, luego de años de desinversión en manos privadas, que habían obligado al país a importar gas y petróleo, fue sin dudas el inicio del camino que nos trajo hasta Saliqueló. Pero ¿por qué no llegamos antes?
Cuando dejamos el gobierno el 9 de diciembre de 2015 todo estaba listo para comenzar con el Gasoducto. Se trataba de una obra de infraestructura que permitía empezar a poner en valor un bien natural común, no sólo para poder exportar y ahorrar divisas, sino también para que el gas llegara a miles de familias y provincias argentinas.
Imaginemos qué hubiera pasado si cuando en junio de 2018 el FMI aprueba el acuerdo con Argentina se hubiera planificado la construcción del gasoducto. La obra que llevó 10 meses habría estado lista para abril del 2019 ¿Saben cuántos dólares tenía el Central por ese entonces? Con los fondos del FMI las reservas superaron los US$ 77.000 millones. Cuando el expresidente anunció el regreso del Fondo a nuestro país, explicó que era para “fortalecer el programa de crecimiento y desarrollo” y para “poder tener previsibilidad”. Nada de eso pasó. Esa derecha eficiente que nos venden no existe. Nos venden un futuro que no se materializa.
¿Saben cuánto podríamos haber ahorrado de haber tenido el gasoducto en abril de 2019? Cerca de 12 mil millones de dólares aproximadamente. El tramo que hoy se está inaugurando requirió de una inversión de 2.524 millones de dólares. Se trata del 5,6% del préstamo criminal que el FMI le otorgó a Macri en 2018. Podríamos haber construido 17 obras similares.
Se estima que se podrían ahorrar cerca de 4.300 millones de dólares por año por sustitución de importaciones. En una década estaríamos cerca de ahorrar el equivalente al préstamo político que quienes hoy hablan del ajuste como único camino recibieron del FMI hace 5 años. Si hubiera sido posible invertir esa enorme cantidad de dinero en un plazo de 5 años ya se habrían recuperado el 100% de lo invertido por los ahorros de combustibles importados que traen estas obras y el país no estaría atravesando la situación actual respecto a las reservas de divisas.
El préstamo no fue para el desarrollo de nuestro país, fue para ponerlo de rodillas, debilitarlo, quitarles soberanía e independencia frente a futuras negociaciones. ¿Imaginan cómo sería el sector energético si los 45.000 millones de dólares que desembolsó el FMI se hubieran invertido en el futuro de los argentinos y argentinas? se podría haber finalizado el Tren Norpatagónico a Vaca Muerta; podríamos haber construido una central nuclear como Atucha III de 1.200 MW que tiene un costo de unos 8 mil millones de dólares; se podría llevar a cabo el Proyecto Hidroeléctrico Binacional Corpus Christi que tiene la envergadura e importancia de la Central Yacyretá; podríamos haber instalado la 1° Fase del proyecto Argentina LNG de YPF, una planta de licuefacción de gas con un gasoducto dedicado Neuquén – Bahía Blanca con una inversión de unos 7 mil millones de dólares, traccionando inversiones privadas por unos 4 mil millones para producción de gas y convertirnos en exportadores de unos 90 barcos por años en esta primera fase equivalente a 3 mil millones de dólares adicionales de exportaciones.
Las enumeradas arriba, son solo algunas de las cosas que podrían haber hecho generando así no solo desarrollo, sino capacidad de repago y empleo del que tanto hablan pero por el que nada hacen. Quienes integraron el gobierno de la Alianza (1999-2001) que terminó en la peor crisis social, económica y política desde el regreso de la democracia se la pasan hablando de la generación de empleo genuino y de calidad. Para ello el único camino que proponen es menos derechos. La obra del gasoducto llevada adelante en 10 meses implicó la creación de 10.000 puesto de trabajo directos e indirectos. No es gasto, es inversión en infraestructura para el desarrollo.
Mientras el macrismo en cuatro años no fue capaz de avanzar con un solo metro del gasoducto; trabajadores y trabajadoras avanzaron a un ritmo promedio de 5 kilómetros de soldaduras diarias en tres frentes de obra cumpliendo el cronograma establecido para iniciar el proceso de llenado en el invierno del 2023 ¿cómo se financió la obra? Íntegramente por el Estado Nacional.
El Aporte Solidario y Extraordinario aplicado a las grandes fortunas fue tratado en el Congreso de la Nación en 2020. En plena emergencia sanitaria decidimos planificar, lo hicimos en plena crisis mundial. No fue azaroso. Hubo allí una decisión estratégica -otra más-. En un mundo que se caía a pedazos producto de la Pandemia, quienes debíamos sobrellevar la mayor carga éramos los que más teníamos. Y esos fueron fondos de asignación especifica, que fueron al sistema sanitario para la compra de vacunas y equipamiento; otra parte se destinó al Pro.Gre.Sar para el estudio de nuestros pibes y pibas; también financiamos el RENABAP, una ley sancionada por el macrismo para mejorar los barrios populares, a la que no le asignaron presupuesto. Todo tiene que ver con todo. El 25% restante era para la construcción del gasoducto que hoy se inaugura.
Dos años después de la sanción de aquella ley tan debatida, muy trabajada por quienes integramos el bloque oficialista y tras una década de la recuperación de YPF se firmó el decreto que instruía a Energía Argentina a construir el GPNK. Unos días después estalla la guerra en Europa y los precios internacionales se disparan, entre ellos los combustibles.
Muchos por entonces, pusieron en Vaca Muerta y en el Gasoducto todas sus esperanzas.
Los oímos hablar de las “bondades” del gasoducto, repiten que Vaca Muerta es el músculo más grande que tiene la Argentina para salir adelante. Pero ¿cómo se comportaron cuando se debatió en el Congreso la recuperación de YPF y el financiamiento del gasoducto desde el macrismo? Votaron en contra. En ambos casos se negaron a votar afirmativamente. Se negaron a construir futuro para nuestro país.
La derecha argentina, la del mito de la eficiencia, la de los gerentes en los cargos públicos, la de los Ceos diseñando políticas públicas fracasó. No acompañó las leyes que nos trajeron hasta aquí. Teniendo el dinero para construir 17 gasoductos y abaratar el gas de los argentinos y argentinas, prefirieron someter al pueblo a un endeudamiento criminal que no se vio reflejado en inversiones de infraestructura para el desarrollo. No fueron capaces de invertir el 5,60% en una obra que les permitiera el ahorro de las divisas necesarias para pagar la deuda que contrajeron.
Jamás piensan en prospectiva (“Que se refiere al futuro”), salvo para beneficiarse ellos y sus amigos. La prospectiva estratégica no consiste en predecir el futuro, no se trata de andar adivinando, se trata de analizar y explorar posibles futuros diferentes, junto con las oportunidades y los retos que podrían plantearse. Tener mirada estratégica, como la que tuvimos en 2012 y en 2020 nos ayuda a actuar en el presente para configurar el futuro que queremos para los argentinos y argentinas.
El futuro no se construye con slogans marketineros. No se nos aparece el futuro por arte de magia. No alcanza con decir “vamos a hacer esto, vamos a hacer lo otro”, no. El futuro se moldea minuto a minuto, todos los días, las 24 horas.
Argentina puede convertirse en una gran productora de energía para un mundo en crisis y necesitado del recurso. Pero ¡Ojo! No nos vamos a salvar por tener 33.000 millones de dólares de exportaciones provenientes de Vaca Muerta. Aprendamos de nuestra historia: Loma La Lata era en su momento el gran reservorio de gas que iba a ser puesto en función de todos los argentinos y argentinas, del desarrollo de nuestras empresas ¿cómo terminó la historia? Gas barato para Chile para parte del milagro de un modelo chileno, gas barato para Uruguay y Brasil… Gas caro para los argentinos y argentinas y un aparato productivo destruido durante los años 90. Esa fue la realidad y esta es siempre la discusión.
Para que no se repita lo que sucedió con Loma La Lata debemos continuar debatiendo no solo el acuerdo con el FMI, sino también el transporte de energía, la etapa II del GPNK, las obras complementarias, la forma en la que desarrollamos infraestructura estratégica que permita abaratar el gas que va a llegar a las familias argentinas. Nuestra prioridad deben ser los argentinos y argentinas; y luego pensar en los dólares que genera exportarlo.
El gasoducto que hoy inauguramos se hace con el 25 por ciento del aporte solidario que sancionó el Congreso de la Nación, pero no hubiera sido posible sin las mayorías parlamentarias y sin el puntapié inicial que dio la por entonces Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner.
Pensar un país, tomar decisiones en función del futuro de tu pueblo -no sólo de la coyuntura a la que cualquier gobierno se ve sometido a diario-, sino las profundamente estratégicas que permiten que cuando se desaten huracanes externos a nuestro país contemos con más herramientas para mitigar cualquier tipo de crisis es una cualidad indispensable para quienes solicitan el voto popular.
Es indispensable que quienes tenemos responsabilidades institucionales, quienes aspiramos a conducir la vida de nuestros compatriotas, a representarlos, no nos cerremos en discusiones estériles. Quienes nos sometemos a la voluntad de nuestro pueblo debemos poner en valor el sacrificio de millones de argentinos y argentinas que diariamente intentan construir un futuro mejor para ellos y sus seres queridos. Las elecciones no pueden ser más una ruleta rusa, donde si gana uno vamos para un lado y si gana el otro vamos para el otro. No se tolera más. No lo tolera la sociedad, ni nuestra historia.
Es necesario que tengamos un rumbo certero, y poner todos nuestros esfuerzos y el trabajo en ello. Debemos consolidar un Estado que planifique de manera estratégica la infraestructura logística y social para el desarrollo y la soberanía. Nada de esto será posible sin independencia económica. Es indispensable rediscutir el acuerdo con el FMI; tan necesario como reconocer que lo que hizo el macrismo fue criminal y no puede volver a pasar. Es necesario construir una Patria que nos contenga a todas y todos. Que brinde posibilidades, que genere oportunidades para nuestros compatriotas.
Cuando se tiene el privilegio de presidir nuestro país, se debe impulsar la planificación estratégica a mediano y a largo plazo. Y en este sentido, desde el Congreso, debemos dar debates profundos. El Aporte Solidario y Extraordinario fue eso, no fue una pelea “entre ricos y pobres”. Hay que despersonalizar la discusión, abandonar la competencia de agravios, la búsqueda de los me gusta y los retuit en redes sociales y poner las ideas sobre la mesa, los programas por sobre las individualidades. Debemos seguir trabajando todos los días para construir un futuro con soberanía energética, sabiendo que no existe la posibilidad de independencia si no hay desarrollo económico.