El hombre y sus circunstancias. ADN
El hombre es su circunstancia. La política no deja de sorprender.
Alberto Weretilneck, apenas electo de nuevo como gobernador de Río Negro, fue preciso al declarar que no iba a cogobernar. Ni siquiera hubo una foto de ambos en la Casa de Gobierno, ni gestores de coordinar la transición, que recién dio los primeros pasos, paradójicamente, luego de la derrota de Arabela Carrera en Bariloche.
Weretilneck tiene otra idea en mente sobre cómo asumir un nuevo período constitucional como mandatario rionegrino, pero las circunstancias mandan.
Pasaron cosas de abril a la fecha. En política Javier Milei y en economía, la inflación, dos condicionantes para un escenario cada vez más difícil. Se suma, en Juntos y la provincia la derrota electoral de la gobernadora Arabela Carreras en Bariloche.
Era otra la transición, pero las circunstancias pareciera que están obligando a reformular la idea original debido a múltiples factores que no se controlan. La política ordena.
Como siempre es la economía la que impone tensiones, y como no podía ser de otra manera, con los números actuales, la sensibilidad social quedó a flor de piel. Fueron ATE y los hospitalarios los que -sin saberlos- con la aplicación de medidas de fuerza abrieron la puerta a múltiples expresiones que tuvieron su máximo punto con las controvertidas declaraciones de Rodolfo Aguiar, titular de ATE nacional sobre el adelantamiento del paso del mando de Arabela Carreras a Alberto Weretilneck.
La circunstancia, ajena a los actores principales, subió a escena a un actor extra impensado para un escenario con fecha inalterable: el 10 de diciembre.
El paro de los hospitalarios tuvo como respuesta de Weretilneck aquella remanida frase que “día no trabajado, día no cobrado” y adelantó que en su gobierno “quien no garantice los derechos a los ciudadanos y no preste el servicio público, recibirá el descuento correspondiente”.
El senador jugó en este tema. Participó, cuando se había propuesto ignorar al gobierno y opinó como gobernador electo. Además, cedió el espacio para que se imponga en la política el tema de acortar el plazo a diciembre del traspaso de gobierno.
Pero Aguiar, conocer de las repercusiones que iban a tener sus declaraciones, tampoco fue inocente y agregó mayor pólvora a la carga de metralla, dijo que en realidad no fue eso lo que dijo, atrapado por un título periodístico.
Por supuesto que desde el gobierno hubo respuestas. Todas limitadas a calificar de golpista los dichos de Aguiar, aún a sabiendas que el sindicalista no lo es. Todas expresiones de ocasión, que son válidas, pero inocuas. La transición está coordinada.
Aguiar sostiene que no pidió la renuncia de la gobernadora Arabela Carreras y habría adjudicado el malentendido a un error de la publicación, que según comentó, el mismo hizo corregir. Pero, ya estaba escrito.
El dirigente nacional sindical, afirmó a esta página que en ningún momento pidió la renuncia de la gobernadora y que por el contrario solicitó que no se trastoque el mandato constitucional.
¿En que contexto lo hizo? Que a su entender esta situación no aguanta dos meses más. “Hay un gabinete que tiene que empezar a aflorar o por lo menos quienes tienen legitimidad de haber obtenido los votos empezar a hacerse cargo del gobierno”, en el marco de la crisis económica, la pelea salarial con la inflación y la falta de poder real en la provincia.
También expresó que “las declaraciones de Weretilneck buscaban confronta a los trabajadores con la sociedad”.
El argumento de Aguiar se funda en que, al perder en Bariloche, Arabela Carreras perdió poder y que «hay una situación que no se soporta más».
“Distinto hubiera sido, si un triunfo la hubiera empoderado” dijo Aguiar, quien no desconoce los efectos de sus declaraciones y maneja los tiempos y oportunidades de publicación.
Nada sucederá. Desde el oficialismo se dijo lo “políticamente correcto”, pero el proceso electoral y la situación económica son dos espadas de Damocles que penden sobre el gobierno.
La transición institucional se acelera y habrá mayor empeño, pero a Juntos le queda otra transición: la política, más avanzada y con unos cuantos meses de desarrollo.
Se trata de un paso hacia un nuevo orden político, que comenzó con el anuncio del “Gran Acuerdo” (una construcción electoral entre JSRN, la UCR y el PJ), y tendrá su cristalización desde el 10 de diciembre con el retorno de Alberto Weretilneck a la Gobernación.
Como todo proceso nuevo, tendrá un basamento en dirigentes y estructuras que pertenecen hoy a Juntos, habrá nuevas figuras y espacios, pero otros quedarán en el camino. Eso genera un estado de incertidumbre y nerviosismo. Aflora en algunos el instinto de supervivencia.
El andar electoral terminará de configurar el nuevo mapa del oficialismo, que ya tiene definiciones: contará con menos intendentes que ahora y su bloque legislativo quedó menguado.
Las contiendas municipales también hicieron lo suyo. La más rutilante, la derrota en Bariloche que dejó a la Gobernadora Arabela Carreras sin destino inmediato en la política. Además, licuó el liderazgo territorial del intendente Gustavo Gennuso (que, según indican en el partido no tendrá destino de ministro), y dejó magullado al ministro Carlos Valeri y al diputado nacional Agustín Domingo. Por el contrario, Juan Pablo Muena sube un peldaño. Un capítulo aparte es el de Juan Pablo Ferrari, que ni bien se confirmó la derrota de Juntos fue al búnker del PUL a abrazarse con Walter Cortes.
Juntos perdió Maquinchao, Dina Huapi y Allen con el radicalismo. Dejó a Regina, Conesa y Lamarque en manos del peronismo, que lo derrotó en Catriel. Retuvo Cipolletti, El Bolsón, Los Menucos, San Antonio y Viedma. Perdió feo Roca.
Así llego el partido a Cipolletti para alentar el último esfuerzo para que Luis Di Giacomo retenga la banca en Diputados. Hubo análisis y una arenga al trabajo, que recayó nuevamente en los intendentes. Difícil tarea. No hay clima. La población debate sobre quién conducirá los destinos del país. Pedir el corte de boleta no resultó en las PASO y nada indica que sí prenderá la estrategia en octubre. Los jefes comunales no tienen motivaciones para salir a la calle y los funcionarios están aburguesados o de salida.
Weretilneck toma nota. Sabe, desde el 16 de abril, que Juntos ya no tiene la potencia electoral de antaño y va en busca de un nuevo orden político.