Sin neutralidad. ADN
Desde su creación, como herencia de aquel triunfo de Soria-Weretilneck, en el 2011, Juntos Somos Río Negro se dedicó a consolidar el poder derivado del voto popular rionegrino. Para esto rompió con el peronismo que molestaba, y no comprendía qué había pasado con su gobierno, y buscó el consenso sumando. Abrió los brazos a peronistas, radicales, peperreistas y expresiones locales, como la tropa de Icare en Bariloche. Todo sirvió y amalgamó esta centralidad en la dupla Alberto Weretilneck-Pedro Pesatti. No permitió otra alternativa.
Fue endogámico, hacia adentro y con los propios. Así se construyó el poder poniendo los intereses de la provincia por sobre las expresiones políticas particulares. Sirvió.
Weretilneck usó esta caracterización y no hubo pudor para la foto con presidentes y dirigentes nacionales de todo pelaje. No hay lesiones cuando se gana elecciones y se mantiene el apoyo del rionegrino.
Pero, esto no es eterno. Juntos ofrecía siempre un variado menú para que todos. Esta férrea conducción tiene su vida útil. El líder de Junto, lo sabía, incluida una alternancia en el poder, donde tuvo que abortar una alternativa al proyecto.
El desgaste, la pérdida de votos, el cansancio y las internas -habitual recurso para hacer política de los más íntimos-hizo cambiar el enfoque para proteger a Juntos.
Primero abrió el juego y convocó a armar un gran proyecto provincial con peronistas y radicales. Mensaje claro e inquietante para el egoísmo que ofrece la zona de confort de cargos públicos e irritó la dermis, sobre todo en los pliegues “gorilas”.
Ahora Weretilneck y Pesatti convocaron a votar a Sergio Massa, previo al encuentro de la cumbre provincial del partido por las dudas y para los distraídos que suelen ser los más peligrosos. La dirigencia de Juntos llegó a Viedma esta semana sabiendo lo que se iba a votar.
Así fue. Juntos Somos Río Negro rompió la neutralidad y la independencia con las políticas nacionales, porque la historia tiene caprichos que conducen a caminos imprevisibles como la aparición de Javier Milei y los votos cosechados en Río Negro. No había tiempo para neutralidades y posturas independientes, más aún ante las promesas de campaña del libertario y su alianza con Mauricio Macri.
Esta verticalidad y obediencia no fue óbice para que surgieran peleas en este encuentro provincial, que más allá de lo anecdotario, indican que Juntos perdió ese scrum de fuerza que empujaba sólido.
La propuesta de formar una especie de liga de intendentes de Juntos prendió la chispa del debate. La idea la impulsaron Adrián Casadei (San Antonio Oeste), Gustavo Gennuso (Bariloche) y Claudio Di Tella (Cipolletti). Fue en el encuentro en Cipolletti antes de la elección de octubre. La iniciativa estaba muerta antes de nacer. Llegó a destiempo y con dos de los protagonistas de salida de sus municipios y con destino político incierto.
El tema se reeditó en Viedma y tuvo la feroz oposición de Fabián Galli (Cordero) que ofició de Conor Anthony McGregor, peleador de la UFC, del oficialismo. El cruce fue con Casadei. Subió de tono y hasta hubo convite al pugilato. La mesa de conducción siguió atenta el acalorado debate, pero no dijo nada. Dejó que todo siguiera sin intervención de autoridades. Nadie quiere un rejunte de jefes territoriales desafiantes. La Liga se licuará sola por la oposición del nuevo gobierno, porque muchos intendentes dejan sus cargos y porque los que asumen ya vienen con la orden de no participar.
Pasa en las mejores familias, pero es un síntoma. Hay cuestionamientos internos y desconocerlos o subestimarlos podría ser peligroso.
En este contexto ampliar Juntos se presenta como una necesidad a corto plazo y estratégico a largo plazo. Hay sectores que no ven con buenos ojos el apoyo a Massa y que pueden ver alternativas políticas afuera, quizás no ahora, pero si en el futuro.
Estas elecciones nacionales en Río Negro dejarán nuevos alineamientos políticos que podrían fortalecer oposiciones a Juntos.
Si gana Massa, es un aliciente para el peronismo. ¿Quién podrá ser subsidiario de ese triunfo? En principio el PJ, ya que en el parlamento no hay unidad. Por un lado, está Nos Une Río Negro cercano a Weretilneck y por otros, una conjunción del Evita y el sorismo, que trabajará para consolidar un proyecto político con epicentro en General Roca, nostálgico y poco abarcativo.
El peronismo podría encarnarse como una oposición real, con un caudal mayor del 30 por ciento, pero el problema del peronismo está adentro. Es el peronismo.
Que la alianza macrista-mileinista pueda consolidar un espacio político rionegrino depende del triunfo nacional de La Libertad Avanza, que podría dar impulso a una alianza de Juan Martín con Lorena Villaverde.
Juntos por el Cambio quedó desvencijado. Juan Martín apoyó a Milei, ante la neutralidad del radicalismo y la CC-ARI y Aníbal Tortoriello deja el PRO más larretista y “educado” y va en busca de su propio destino.
Hoy JxC es un certificado de pobreza política, difícil de rearmar y, además, ¿con quién?
Aníbal Tortoriello con su nuevo armado provincial aparece, al menos en los aprontes, como una posible fuerza con poder de fuego futuro. Piensa juntar todo lo enojado, molesto y paria que quedó en el PRO, el peronismo, el radicalismo, el Peronismo Federal, el ARI y Valores por mi país, según manifestó el propio diputado nacional, quien además dejará la presidencia del PRO.
Tortoriello después de dos elecciones perdidas a la gobernación, dijo basta e imitó a Alberto Weretilneck en el armado de un partido provincial, porque “muchas veces los partidos nacionales afectan con sus políticas al federalismo”, dijo.
Incluso citó al gobernador electo y lo puso como ejemplo que “después de ser vicegobernador de Carlos Soria, no siguió en el peronismo y armó una fuerza rionegrina”. “Tenía razón” respondió ante una consulta sobre la visión política del gobernador electo de Juntos.
Ahora, el ex intendente de Cipolletti sale a competirle a su viejo adversario. Le quiere ganar en el 2027 y piensa en un partido provincial “sin las prácticas de la vieja política”, confesó a esta página un armador del espacio.
Tortoriello se anima a más. Según sus cálculos, su caudal del 23% de votos es un techo en JxC, “pero en un partido provincial este porcentaje es piso”, puntualizó.
“Los votos son de Aníbal y de ningún otro”, se entusiasma un dirigente viedmense cercano al cipoleño, quien además arriesga “que Juntos Somos Río Negro se agota”.