El jueves negro. ADN

Río Negro parece haber tenido un jueves negro, como aquel del 24 de octubre de 1929, origen de todos los males del capitalismo.

El gobierno enfrenta una crisis por falta de fondos. Espera ir de a poco remediando la falta de plata, pero mientras tanto buscó un enemigo interno para hacerlo responsable del desfinanciamiento. El jueves negro.

No es habitual o el menos no corresponde, cuando del mismo partido se trata.

La administración de Alberto Weretilneck, un mismo día y en dos comunicados diferentes, utilizó la «profunda crisis financiera recibida» para decirle a los gremios que no había propuesta salarial y para explicar el motivo del pago del salario en dos cuotas, poniendo el acento en acusar a la gestión de Arabela Carreras por la «pesada herencia».

Raro. Difícil entender. El gobierno anterior fue de Juntos Somos Río Negro con una fórmula elegida por el partido y con un Gabinete conformado por representantes de los sectores internos, con ministros con tanta responsabilidad de la gestión de sus carteras como la propia ex mandataria. Se presentó como un «gobierno de continuidad» y siempre estuvo omnipresente el entonces senador.

Incluso, en la transición (que comenzó informalmente pero a paso firme el 3 de septiembre ni bien Carreras cayó derrotada en la elección de Bariloche), el equipo del gobierno entrante tuvo acceso a toda la información, especialmente a la económica. Tres meses donde Weretilneck reunió información. Ningún dato era desconocido.

¿Qué faltó? Explicar desde el propio partido y del gobierno cuál era la situación económica-financiera que debía enfrentar la nueva administración. Entonces, la responsabilidad era de todos, incluso por el silencio cuando hubiese sido necesaria una advertencia.

¿De cuanto es la deuda? Tampoco se informó. Los que dicen que conocen los números la ubican alrededor de 45 mil millones.

¿Por qué se produjo? Lo explica la caída de la coparticipación, la merma en la recaudación propia producto de la licuación que produjo la inflación. Pero especialmente el descontrol de precios y la falta de insumos. No es casual que la deuda mayúscula se concentre en Salud (donde los medicamentos e insumos tuvieron un alza hasta del 3000%), y Educación en los servicios del transporte y los comedores. A ese combo se agrega el pago de intereses por 22 millones de dólares del Plan Castello.

En definitiva, la situación de Río Negro es similar a otras provincias y la Nación.

Sin embargo, desde lo político no es propio trepar la subida de la crisis con este contexto. Es tiempo -como lo dice el propio gobernador Weretilneck- de abrazar a todos. En su mensaje de Navidad pidió que “dejemos atrás las divisiones, los desencuentros y encontremos el acuerdo, el consenso…”.

¿Era necesario entonces presentar una fractura interna, que a los propios protagonistas no interesa reavivar? No fue apropiado. Mucho más en tiempos donde la ciudadanía mira con lupa los gestos de la política.

Aguinaldo

El anuncio que los funcionarios no cobrarían el aguinaldo, también ante la “profunda crisis financiera recibida”, fue interpretado como demagógico. Le faltó un contexto. No “en la herencia recibida” sino una explicación del monto que representaba la medida y el destino de esos fondos ahorrados.

Sin esto todo quedó en “cartón pintado”, porque no faltaron quienes con calculadora en mano comprobaron lo irrisorio de las cifras con la liquidación del aguinaldo de un salario de 20 días.

También el anuncio despertó el recuerdo de cuando el ex gobernador Pablo Verani, anunció que los funcionarios no cobrarían el aguinaldo y con ese dinero se asfaltarían los 27 kilómetros que separan a Sierra Grande con Playas Doradas, una traza que se concluyó muchos años después y en otro gobierno de distinto color político.

Otro desdén.

Quizás, el gobierno ensayó un gesto para no quedar escrachado como “la casta”, pero le faltó convicción, o sumar otras medidas como dejar de pagar el teléfono y las viviendas de los funcionarios, o quitar otros «privilegios» como expresa La Libertad Avanza. En cambio, lo que hizo el oficialismo fue negar la política y abrir la desconfianza.

Así y todo, el gesto fue acompañado por los bloques parlamentarios, a excepción de Vamos con Todos y apoyo crítico del PRO, pero no tuvo otras repercusiones.

La situación es difícil. Vendrá la discusión abierta y desprejuiciada para comprender la realidad o caso contrario la incertidumbre de lo que vendrá quedará encapsulado en el oficialismo con toda la responsabilidad de domarla, y salir airoso hacia el futuro.