Un aeropuerto para El Bolsón
(Adrián Moren*). – Cómo sucede en varios órdenes de la vida, el valor de los actos se mide por las pequeñas cosas. Esos gestos, a veces insignificantes, pero que expresan voluntad, vocación o interés.
En estos días se ha instalado la idea de federalismo y todas las miradas que podamos imaginar alrededor, sobre una expresión que ha dicho y dice mucho, aunque sabemos que, de hacer: poco.
Y es quizás en esas pequeñas acciones más allá de los discursos -a veces también pomposos- que un pequeño gesto de acompañamiento de parte de los Gobiernos provincial o nacional, cualquiera, porque hay que asumir que los huevos terminan indefectiblemente en una misma canasta, serviría para que el impulso que ha tomado El Bolsón, cierre un ciclo productivo a partir de la resignificación que ha dado a todo su entorno, incluidas las regiones linderas de Chubut.
Porque hay que decirlo, la ciudad de El Bolsón, cuida la retaguardia de la provincia de Río Negro, sosteniendo una posición perenne frente a embates de todo tipo que no pudieron doblegarla, sino que la han fortalecido, para convertirla, desde un nuevo paradigma -incluso para la política provincial- en destino indiscutible, incluyendo a la vez, todos los otros recursos como el lúpulo, la fruta fina o los productos artesanales que, aunque individualmente tengan sus particularidades, todos forman una matriz única, en torno al turismo e indivisible.
El Bolsón ha hecho la tarea y merece un diez. Y es, entonces, donde podría entrar el concepto de federalismo, para potenciar aquello que, con impulsos propios y buena gestión, merece ser acompañado. En definitiva: potenciarlo, para generar más recursos, más empleo y más desarrollo en esa zona del país que durante muchos años estuvo lisa y llanamente, olvidada.
Ese acompañamiento podría centrarse, entre otros, en contar con un aeropuerto. Porque si bien es posible pensar en el surgimiento de nuevas apuestas o nuevos emprendimientos, no es menos cierto que el destino ha crecido significativamente y no solo es uno de los tres más importantes de la Provincia, junto a Bariloche y Las Grutas, sino que es cabecera de la Comarca Andina y yendo más allá, del Corredor de los Andes, donde se contabiliza un universo de 150 mil personas que en el 90 % de los casos viven del turismo.
En ese contexto, huelga decirlo, pero haciendo honor a la historia, si algo ha sido exitoso para qué improvisar con propuestas nuevas, si podríamos fortalecer lo que ya se ha consolidado. No sería necedad, podría ser ahorro de recursos y uso eficiente de los mismos.
Y desde luego, dicho escenario, nos dice a la vez que no hay desarrollo de un destino turístico sin aeropuerto. Por otra parte, el crecimiento y floreciente desarrollo debería emprender un recorrido que lo desprenda de la dependencia con Bariloche.
Y no se trata de proponer un criterio individualista o secesionista, sino de analizar desde nuevos paradigmas; nuevos contextos y nuevas oportunidades en la trazabilidad que describe al turismo, la posibilidad objetiva de crecimiento de una ciudad, desde un concepto amplio y lo esperable, de una proyección federal.
Porque también hay que decirlo, Bariloche no planifica desde la conectividad de El Bolsón sino desde la propia y no está mal, es comprensible. Consecuencia que lleva a suponer que El Bolsón debe planificar su conectividad y accesibilidad desde El Bolsón y desde el liderazgo que ejerce ante las otras localidades que, a pesar de pertenecer a otra provincia, forman un conglomerado cada vez más exitoso y competitivo, con atractivos que podrán ser parecidos, pero no son iguales, en cuanto a la oferta y que requieren de un proceso de productividad propio y no derivado.
Ante esta hipótesis, podríamos contraponer algunas realidades para que obren como complementos que ayuden al logro del objetivo. Conectividad: Ruta Nacional 40, lleva años sin ser reparada. Último diagnóstico del Gobierno anterior, hay que reasfaltarla. Todos sabemos lo que puede significar eso en dinero y tiempo. Sobre todo, tiempo, lo que podría traducirse en una condena sin juicio, tanto desde el tramo Bariloche – El Bolsón como desde Esquel – El Bolsón.
El crecimiento de los últimos años, ha dado y sigue dando parámetros poco comparables para la región, la Provincia e incluso el país. Se ha logrado reducir los índices de estacionalidad y se trabaja para que sean cada vez menos significantes. Las demandas de invierno y verano suelen llegar al tope. Es decir: se está en camino, faltarían las alas para que se pueda volar, por utilizar una expresión acorde.
Por tanto, dentro de un nuevo escenario; un nuevo paradigma que define también al turismo como negocio emergente de un mundo que busca, necesariamente, suelos como los de esa tierra bendecida por la naturaleza, la ciudad de El Bolsón está en la puerta de cerrar un ciclo productivo que merece un pequeño empujón, porque, aun con el crecimiento que ha podido desarrollar, los índices de desempleo, propios y de las localidades linderas siguen siendo preocupantes.
Cualquiera podría preguntarse por qué. La respuesta es muy sencilla, porque durante muchos años fue una ciudad olvidada, es más, la categoría ciudad, quizás le quedaba grande. Pero ha crecido, por impulsos propios, por la voluntad de su gente.
Hace unos años hubo intentos de instalar un aeropuerto; sin analizar las circunstancias, podríamos decir que quizás no era el momento. pero ahora, es indiscutible. El Bolsón necesita un aeropuerto.
Ojalá esta expresión suene como un grito y pueda mover los hilos del federalismo que tanto necesitamos y dados los momentos tan complejos que vivimos en el país, alguien escuche y se anime a potenciar lo que ha crecido a costa de mucho. Sería la palmada de aliento al esfuerzo comunitario.
*Periodista