El Pacto. ADN

El país vive la aceleración de políticas anarcocapitalistas, con un Presidente que sintetiza hoy en Madrid, con Vox, la mayor expresión en el mundo de la ultraderecha.

Nada es sin consecuencias internas y obliga a alineamientos, en pro o al reverso, que, aunque no se aprecien ahora, tendrán consecuencias electorales. Las provincias observan y acomodan sus necesidades ante un escenario que por momentos se vuelve incomprensible, sobre todo por la verba agresiva e intolerante que expresa Javier Milei.

“Las nuevas fuerzas de derecha aúnan elementos conocidos del neoliberalismo con sus opuestos aparentes. Combinan una superioridad moral auto percibida con una conducta casi celebratoriamente amoral e irrespetuosa” define Wendy Brown, en su libro “En las ruinas del neoliberalismo”.

Este debate pone inquieto a los gobernadores al momento de definir su encuadramiento nacional. Algunos se alinean convencidos con Milei; otros adhieren porque el peso de sus provincias le permite siempre, negociaciones favorables o con tendencia al empate y, por último, quienes sin parámetros políticos-ideológicos asumen posiciones en favor de su propio destino político y la gobernabilidad de sus Estados.

En este andarivel se ubica Alberto Weretilneck. Necesita gobernar y darle previsibilidad y futuro a Juntos Somos Río Negro.

Mandó mensajes, aún no del todo correspondidos por la Casa Rosada, con el voto del diputado nacional Agustín Domingo y lo mismo sucederá con el acompañamiento en el Senado a la Ley Base, por Mónica Silva. Alineamiento que puede derivar en la invitación al mandatario rionegrino ya sea al Pacto de Mayo en Córdoba, o al Pacto de Junio a Rosario, en definitiva, busca un Pacto con Milei, con acuerdo de partes, aunque se dude del total cumplimiento.

Un piso del 22 por ciento en el Impuesto a las Ganancias para los trabajadores de la Patagonia, es un paso. La promesa de radicaciones de empresas es una esperanza; la posibilidad de una planta de GLN en San Antonio, un proyecto. Lo único tangible es el gasoducto de Vaca Muerta a Sierra Grande, que marcha y corresponde a una gestión del gobierno anterior.

Sabe Weretilneck que un encuadramiento nacional no es gratuito en su partido y en su gobierno, pero aún no resiente. Disimilitud en estado embrionario y latente, donde nadie puede hacerse el distraído sin observar esas diferencias, por ejemplo, entre el vicegobernador Pedro Pesatti y el presidente del bloque oficialista Facundo López. Basta con leer sus declaraciones públicas.

Impensado para Juntos tener que vivir estos momentos que le depara la historia. Hay visiones distintas sobre esta realidad y el futuro. Dentro del oficialismo hay dirigentes que se aferran a retemplar y amalgamar a Juntos hacia el interior, sólo con su aliado histórico como la UCR y algunos dirigentes sueltos de otras extracciones (como el PJ), y otros, que tienen una mirada más amplia, que suma sin egocentrismo ni narcicismo. Ambas posiciones loables y discutibles entre dirigentes y cuadros.

Hacia adentro del gobierno el reflejo de lo anterior tiene, sin embargo, escaramuzas y reproches, e incluso poca tolerancia. Se da incluso en declaraciones aperturistas del propio Pesatti.

También tuvo reflejos en una situación planteada en el ministerio de Gobierno, conducido por Federico Lutz, que plantea hacia el interior un estilo diferente de hacer política. Weretilneck sumó a un dirigente que no es “rústico”, que no viene de la política tradicional, que está formado, que sabe de economía, ex ceo de Cooperativa de Electricidad de Bariloche, y todo esto genera reacciones.

La interna con el secretario General, Nelson Cides, habría generado que tres funcionarios pertenecientes al área que conduce Lutz, dejarían sus funciones precisamente por esta interna, aliados al primero. Serían Néstor Ayuelef, titular del área de Municipios y Comisiones de Fomentos; Agustín Ríos, secretario de Gobierno y Aylén Ramírez, del Plan Pierri, que mudarían a otros cargos en la administración pública. Se supo que de producirse este situación, Lutz no intentará retenerlos y que ya tiene sus reemplazos. Es tolerante.

Juntos, aunque minimice el momento, se prepara para las elecciones nacionales del año próximo. Ante la pregunta pertinente del periodismo la respuesta sale de memoria “falta mucho tiempo”, como si ese tiempo fuera un crédito de triunfo, o por el contrario una amenaza fatal. Casi una reafirmación de la teoría del desdoblamiento del tiempo de Jean Pierre Garnier.

¿Qué quiere decir esto? Encontrar al candidato a senador que sea la máquina que traccione a todos los vagones del tren provincialista para las nacionales del 2025.

¿Quién? No hay mucha oferta y todo indica que el candidato tendría que salir de la fórmula de JSRN. Según las encuestas hay una tercera opción, pero no está en el radar del partido.

El oficialismo perdió 100 mil votos que serán difícil recuperar, porque hoy no tiene de donde sacarlos y además con una magra convocatoria. Si la elección de 2025 se repite el esquema de tercios, arranca desde atrás. Pocas propuestas y poca imaginación, quizás porque resulta difícil ser tener una mente ágil con los bolsillos vacíos.

¿Cómo habrán impactados las recomendaciones de Mario Riorda en los funcionarios? Por ejemplo, cuando habló de “aceleracionismo” a través de sus enfoques: estructural, impredecibles y de acción urgente u otros temas, como las prioridades de la demanda o el mito de gobierno.

El gobierno presentó tres proyectos con pretensiones de mensajes convocantes a la sociedad. La puesta en marcha de peajes en rutas provinciales, con más dudas que aciertos y un plan de “achique” del Estado, denominado desvinculación voluntaria que, en el mejor de los casos, podrá significar unos 1.000 empleados menos. Nada movilizador, pero sin embargo acompañó la reforma de Liliana Pichinini del Poder Judicial, sin ninguna objeción a la Justicia y cercenando derechos a los trabajadores judiciales, que puede terminar incluso en denuncia.

Gusto a poco. La gestión Weretilneck camina la cancha, ya no corre. Las consignas generan hechos políticos o viceversa, y sirven para movilizar.

Llegó al gobierno con el 31.38 % de los votos de Juntos, más 11.05% que aportó el PJ-Nos Une. Hoy no tiene posibilidades que romper el techo de ese 30 por ciento, con el gobernador, con el 28% de imagen positiva. Algunas mediciones indican insatisfacción de los rionegrinos en temas como seguridad, educación y salud, índices que están más bajos que en la gestión provincial anterior.

Los números que manejan algunos consultores son preocupantes para Juntos, con un peligro latente en Aníbal Tortoriello, que volverá a jugar fuerte con casi el 24 por ciento y una virtual alianza con Javier Milei que le aportará un caudal que, a decir por estos tiempos, sería más que valorable, incluso captando votos del redil oficialista. A esta posibilidad se sumaría Primero Río Negro, que tiene algo para aportar, incluso como la pieza local del pichetismo que oficiaría como otra pata de un acuerdo nacional con LLA.

El peronismo, como una fuerza mayoritaria de oposición a Milei, tiene lo suyo. Hay expectativa ya que sumando al PJ-Nos Une y Vamos con Todos genera un piso electoral. El peronismo unido siempre es competitivo. Además, cuenta con una cabeza de playa en General Roca, de 15000 votos, que siempre cuesta descontar, aun cuando la imagen de la intendenta María Emilia Soria quedó debajo de la línea del 40%.

Solo depende de la unidad, ese valor tan declamado y poco militado. Pero la ventaja en 2025 es que hay espacios para traducir la confluencia en las listas, ya que se ponen en juego tres bancas en el Senado y dos en Diputados, lo que otorga más margen de maniobra en la negociación interna y más chances para disimular rencores y enconos. Martín Doñate y María Emilia Soria trajinan ese camino. En los organismos partidarios están representados esos sectores en cabeza de Martín Soria y Sergio Hernández, y el partido comenzará a convocar a los espacios que hoy tienen representación y a los que aún se sienten afuera. «No sobra nadie» es la consigna.