El RIGI y las burguesías locales

(ADN). – Finalmente, el gobierno libertario de Javier Milei logró en el Congreso de la Nación la sanción del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), incluido en el Título VII de la ley Bases y abarca a 64 artículos, que van del número 164 al 228. En total, el régimen contiene 12 capítulos que merecen leerse atentamente para saber en qué beneficia a los rionegrinos y en qué punto se podrá ver pasar de largo fondos con destino a otras provincias que ya cuentan con un perfil productivo, por ejemplo, extractivista, y que sí verán en el corto plazo los efectos.

Río Negro pone todos sus esfuerzos en dos proyectos de gran envergadura y quizás comparable a otros hitos que hicieron al desarrollo provincial, como el riego y el puerto: el oleoducto desde Vaca Muerta a Sierra Grande y la posible instalación en ese punto del litoral marítimo de una planta de Gas Licuado Natural, para exportar gas licuado al mundo.

El atlántico se convierte en la salida de la producción de Vaca Muerta, en un proyecto que reivindica a Río Negro y genera el esfuerzo gubernamental, que pareciera doblegar una competencia histórica entre la región con Bahía Blanca, como puerta marítima que hoy tiene parte de la renta de la fruta del Alto Valle. Cuenta además con la logística ferroviaria, desde el Alto Valle, y que explota Ferrosur.

Bahía Blanca empujó por años varios proyectos en disputa con la provincia, impulsados por una burguesía local, “la Corporación”, que defiende y promueve con uñas y dientes toda iniciativa que haga al desarrollo y crecimiento bahiense.

Las burguesías locales

La puesta en marcha del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) no debe confundirse con la obra del oleoducto de Vaca Muerta y la Planta de GLN, impulsadas por YPF, con el acompañamiento del Estado rionegrino, que vienen de vieja data. La determinación del gobierno provincial de apoyar en el Congreso Nacional la Ley Bases, tiene otras motivaciones.

El oleoducto y el GNL fueron bien utilizados para la justificar el voto de Río Negro, que le es propio, pero el escenario de riquezas provinciales, promocionado, tendrá que esperar un tiempo para pensar en futuras radicaciones.

El árbol no puede tapar el bosque. Primero hay que insistir en el proyecto rionegrino, que va desde el atlántico a los andes, con el bioceánico incluido, es decir, es imprescindible ofrecer a posibles inversiones millonarias en dólares, un menú rionegrino, para evitar que existan inversiones ajustadas únicamente al interés de la empresa a instalarse, que como es lógico sólo le interesa su ganancia, desconectada de un proyecto provincial equilibrado y con beneficios para todos los rionegrinos.

El RIGI es una propuesta en expectativa, porque además hay que ver cómo se reglamenta desde el Ejecutivo nacional. Nada más que esto, y que como promesa se puede usar como bandera de campaña electoral.

Río Negro tiene un déficit que tendrá que revertir. Las grandes inversiones que se ejecutaron históricamente, llegaron de la mano del Estado.

No existieron burguesías locales que tomaran esos proyectos para ejercer sus funciones de propulsor local del desarrollo. Hoy, por ejemplo, los sectores económicos productivos rionegrinos todavía no se expresaron en apoyo al oleoducto y la planta de GLN, acompañando al Estado y haciendo visibilizar ante YPF y el gobierno nacional una vocación provincialista unificada.

No sucedió lo mismo que en Bahía Blanca, donde sus fuerzas locales pidieron públicamente, incluso con un proyecto de senadores bonaerenses de la LLA en La Plata, para que Bahía Blanca sea declarada como plataforma de exportación y producción de gas natural licuado a través de su puerto.

No existió en la provincia una alianza Estado-privado. Esa dirigencia local renunció al rol de vanguardia que cumplió en otros lugares del país y en el mundo.

Esta ausencia fue cubierta por capitales foráneos, alentados por algunas ventajas comparativas y la atracción patagónica. San Carlos de Bariloche puede ser un ejemplo.

Río Negro – más allá de Milei- quiere ser parte de este proceso energético, sumando regalías, fondos, incorporando otros ingresos además de la fruta y demás exportaciones como carne, entre otras con desigual e ínfima repercusión.

Hay dos niveles en estas expectativas de futuro. Primero, y donde el gobierno apuesta y protagoniza, junto a YPF, convertirse en la salida al mar de Vaca Muerta, y segundo, esperar y prepararse ante los beneficios que podrían llegar con el RIGI.

Río Negro no tuvo -o fueron efímeras- burguesías que se plantearan llevar adelante el desarrollo y las utilidades de las economías locales y regionales, como vanguardias que incluso hubieran podido influir en la política doméstica.

Faltó voluntad. Podría ser una definición que se circunscribe a una dependencia de esos sectores económicos con el Estado, una inmovilización y pereza en pensar proyectos transformadores.

Fueron precisamente las burguesías locales quienes, en otras provincias o regiones, impulsaron el desarrollo económico y social en los países, pero en la provincia no pudieron cumplir con ese protagonismo impulsor del desarrollo.

Fue la consolidación de la burguesía y la pequeña burguesía, llamada también clase media, que ayudó, presidió y mostró la conjunción público privado, el crecimiento de las actividades urbano industriales, de servicios y comerciales, que se fueron dando en las provincias, sobre todo Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Salta y algunas otras en menor medida.

Está en deuda ese desarrollo capitalista. Hubo intentos desde intereses sectoriales como la fruticultura, en el Alto Valle o el turismo en Bariloche, que generaron algunas tironeos de regiones. Estos atisbos para generar una vanguardia burguesa tuvieron como aliado-en algunos casos- al radicalismo.

Las burguesías locales no se pueden generar por decreto y tampoco se impulsan sin capacidad económico financiero y sin banco provincial de desarrollo.

El impulso podría preverse en las Cámaras de Comercio, en asociaciones pymes o en sociedades rurales.

Una idea para el debate. Analizar de qué manera se estructuran alianzas locales que puedan ser subsidiarias de estas inversiones. Hoy Sierra Grande aparece como una posibilidad.