El topo

(ADN). – Javier Milei dijo en Estados Unidos que “amo ser el topo dentro del Estado. Soy el que destruye el Estado desde dentro. Es como estar infiltrado en las filas enemigas”.

Nada nuevo de un Presidente que todo lo anunció en la campaña. Llegó con el discurso de los que más tienen y con el voto de los que menos tienen. Tampoco sus definiciones movilizan a la oposición, mientras la revulsión social espera un líder o que la propia dinámica lo genere para sorpresa de todos. Otro outsider.

Típico de la «zoncera criolla» definida por Arturo Jauretche. «¡Mamá hace grande que sonso me vuelvo solo! Y de esta manera se conforma una nueva zoncera: «el consuelo del sonso».

“No se sabe si Joseph McCarthy también había recibido directamente de Dios la misión de acabar con el comunismo en la Tierra, como es el caso de Javier Milei, pero es el antecedente más conocido de ese desafío divino”, escribió Gustavo González en Perfil.

Este fin de semana gélida, miles de trabajadores nacionales recibieron las notificaciones de su expulsión del Estado. Más frío al dramatismo.

De esta manera llegaron telegramas a trabajadores del INTI, INCA, en Derechos Humanos y otros organismos estatales, pero el impacto mayor fue en el ex Ministerio de la Mujer, con el 80 por ciento de despidos. Se desmanteló el servicio de la línea 144, que atendía las 24 horas las denuncias de violencia de género y además programas como Acompañar, Ley Micaela, Apoyo Urgente y Asistencia Integral Inmediata ante Casos de Femicidio, Travesticidio y Transfemicidio, Tramando Derechos, Construir Igualdad, además del PROCREAR y en la esfera de la ciencia.

El gobierno estima que serán unos 50 mil los empleados que dejarán sus funciones. Este tema interpela al ex presidente Alberto Fernández, quien, a pesar de sus anuncios, nunca se atrevió pasar a planta permanente al personal contratado del Estado, reclamado por los gremios estatales.

Sin proponérselo el ex presidente se convirtió en cómplice ante el proceso democrático posterior, porque finalmente nada de lo que ejecuta Milei es en soledad, ya que fue ungido como Jefe de Estado, con más del 55% de los votos, cifra que dejó un escuálido cuadro numérico en Diputados y Senadores.

Hay complicidad en todos los votos que acompañaron las propuestas del mileinismo. Hay excusas como “darle herramientas para gobernar”, instrumentos ya expuestos en la campaña con la motosierra y la licuadora.

Ese argumento de “acompañar” un proyecto “ajeno” tuvo su experiencia en la gestión de Mauricio Macri, que terminó en fracaso, mayor marginación social y endeudamiento del país.

Como todo topo infiltrado en las filas enemigas (El Estado) sólo es posible, como en los escenarios bélicos, con la anuencia y complicidad de sectores que desertaron de sus ideas, donde como en la película de Tomás Alfredson, con Gary Oldman, siempre hay una traición.