Sin consensos no hay democracia

(Por Bruno Pogliano*). – Quiero hacer un agradecimiento especial al gobernador Alberto Weretilneck, que me gustaría traducir a la vez, en el reconocimiento del logro democrático, que lo encuadraría por un lado, en lo tanto que hemos hablado de la democracia el año pasado al conmemorar los 40 años desde la recuperación en 1983 y por el otro, en lo que implica la esencia y la responsabilidad que se nos exige a los gobernantes para buscar consensos.

Cuando todo parece tan acelerado y virtual, más allá de la eficiencia que podría tener la rapidez de cualquiera de las herramientas de la tecnología, se da una suerte de deshumanización. A veces, no sabemos con quién estamos hablando.

Pero, al producirse logros de las características que hemos conocido en la semana, cuyos beneficios son incalculables -el monto de inversión; el más alto que hemos tenido en el país y especialmente en los últimos años y el o los montos de productividad a futuro- es cuando tenemos la obligación de poner en valor la capacidad de demostrar a la política desde su escenario más importante: el consenso.

Hago esta aclaración, porque hemos escuchado varias apreciaciones -durante estos días y de distintas naturalezas- que parecen más bien gritos para una tribuna que quizás ya no escucha que un verdadero posicionamiento político desde su esencia.

Esa esencia se grafica, diría; inequívocamente, en desarrollar las capacidades para el diálogo; debate y el consenso. Tanto, que me atrevo a decir que no hay democracia si no hay debate y que no hay política sin consensos.

Entonces, por supuesto que mi expresión surge como parte de la estructura política y partidaria del gobernador Weretilneck, pero entiendo que no debería haber diferencias partidarias para reconocer el logro y para entender el compromiso con la política, que no es otro que el compromiso con nuestra gente.

Qué sería de la política sin consensos. Como dije antes, nada. Porque si no hay consenso no hay política si no hay construcción de debates y discusiones destinadas a elevar la dignidad de las personas no hay política.

Más allá de esta felicitación y reconocimiento, surge necesario poner en valor que estamos siendo testigos de un acontecimiento que va más allá; donde nuestro máximo dirigente provincial aún con expresiones encontradas con las autoridades nacionales, supo descubrir el valor de la política desde la capacidad de construir esos consensos necesarios y obligatorios.

Porque construir consensos, no podría ser -en nuestro tiempo- una excepción o la capacidad aislada de algún dirigente. En rigor, hemos conocido a muchos que, hablando de consenso jamás lograron demostrarlo con los hechos. Y dicho sea de paso, sabemos que muchísimas decisiones políticas, en la historia de nuestro país -para las cuales no me voy a meter en detalles pero sí hago mención ya que todos sabrán de qué estoy hablando terminaron- terminaron en fracasos, precisamente, porque no surgieron desde el consenso sino desde apetencias unilaterales.

Y entiendo que, si la dirigencia llega al consenso, no por beneficio particular sino por el bien de la comunidad, estamos en presencia, ya no de una expresión de la política sino de la política misma.

Por tal razón, en representación del pueblo de El Bolsón, sabiendo lo que significará para el futuro de nuestra comunidad; las comunidades de la región y desde luego, las comunidades linderas al desarrollo del proyecto de GNL, hago este reconocimiento que pretende ir mucho más allá de una gestión, que además, ha sido extraordinaria por cantidad y calidad.

Ya que se trata de un logro para nuestra Provincia, pero no en abstracto. No estoy hablando de un territorio, sino de sus integrantes; de las ciudadanas; de los ciudadanos; de los habitantes en general.  De una muestra de lo que la política debe propiciar y hoy, quizás, más que nunca.

Algunos, han pretendido y pretenden denostar esta capacidad, a partir de determinadas estigmatizaciones, como es muy común en nuestra República Argentina, poniendo etiquetas o nombres porque necesitamos encuadrar nuestras ideas en una determinada síntesis y más cuando el objetivo es dañar.

Por eso, se plantea que el logro que hemos alcanzado y del que ha sido principal actor el gobernador Weretilneck, surge desde determinado pragmatismo que ha puesto por encima valores ideológicos.

No pretendo erigirme como defensor de Alberto Weretilneck, porque tiene la capacidad de defenderse solo, pero me permito hacer una diferenciación, tras una distancia sustancial entre lo que podemos llamar la gestión e ideología. Porque, si entendemos que gestión es trabajar responsablemente para cubrir las necesidades de las personas que se encuentran bajo –precisamente- la responsabilidad del gobernante, tenemos que decir que la ideología nunca podría estar motorizando a la gestión. De hecho, ya lo mencioné, las gestiones surgidas desde lo ideológico han terminado en fracasos.  Sobre todo, con posicionamientos extremos y maniqueos, incapaces de ver más allá de sentimientos o pensamientos propios.

Cuando me senté por primera vez en la silla de intendente, de mi ciudad, lo primero que pensé y lo primero que pedí y trabajé, fue en las necesidades de las personas en general; productores; comerciantes; los integrantes de cada sector.

Y entiendo que eso es gobernar. Y cuando se tienen que resolver dificultades, que se relacionan directamente con el desempleo; con la necesidad de mejorar los estándares y oportunidades educativas; viviendas; la necesidad de mejorar los servicio que debe prestar el Estado -como hemos visto hace también muy poquito, cuando tantas personas de nuestra Línea Sur pudieron tener gas de red- nos damos cuenta de que ninguna de esas soluciones vienen de la mano del discurso ideológico. Muy por el contrario; surgen de la capacidad de lograr consensos; los necesarios para poder resolver todos; la mitad o una parte de los conflictos.

Eso es gobernar. Entiendo que eso es ser un dirigente en democracia y tener la capacidad de comprender lo que la comunidad necesita. Y más allá de los 30,000 millones dólares de inversión y de los similares montos que se podrán producir para exportar, entiendo que es necesario, ver a este logro de la democracia. Un beneficio que encontramos pura y exclusivamente con las herramientas democráticas.

Desde este lugar; desde esa idea –insisto- más allá de los beneficios de la inversión o de la producción, quiero felicitar y saludar a nuestro gobernador Alberto Weretilneck, porque nos ha mostrado nuevamente, el valor más significativo de la democracia.

* Intendente de El Bolsón