Un punto de referencia. ADN

Río Negro está frente a un hito histórico, quizás una frase de perogrullo y reiterada hasta el cansancio esta semana, pero la instalación de la planta de GNL en Punta Colorada es una referencia en la actualidad del país, una referencia en el desarrollo energético que permite a la provincia apropiarse de una porción de los beneficios de la producción de petróleo y gas de Vaca Muerta destinado a la exportación, y una referencia que compromete a futuro a los próximos gobiernos nacionales y provinciales, cualquiera sean los partidos políticos, a seguir con este proyecto que desde el golfo rionegrino mira al mundo y con perspectiva de instalar en la zona un polo petroquímico provincial.

La definición última fue política, como hubiera sido política la elección del Puerto Rosales en Bahía Blanca. Las condiciones comparativas favorables que tiene Sierra Grande son irrefutables y los fundamentos esgrimidos por YPF y Petronas, como la opción de Panamerican Energy, son producto de factores que no hacen más que validar la definición política.

Hace muchos años atrás, una ingeniera viedmense radicada en Neuquén, trabajó en un estudio de la Universidad Nacional del Comahue sobre la salida al mar de la producción neuquina, y el lugar elegido fue Sierra Grande. No hay sorpresas.

El intento de jugar una disputa entre Punta Colorada y Puerto Rosales, se diluyó rápidamente. Fue el presidente Javier Milei quien alentó este falso enfrentamiento, cuando le dijo a Alejandro Fantino, en un streaming, que la planta de GNL no se iba a instalar en el territorio del «expropiador», imposible inversión en una provincia gobernada por «un comunista». Innecesario, propio de un niño gamberra

Se olvidó Milei de destacar las bondades de Río Negro y explicar que el GNL es un proyecto estratégico para todo el país, sin diferencias. Politizó la decisión final. También omitió el Presidente el rol clave de YPF, la empresa que promovía privatizar.

Desde ese momento el punto de mira viró y se soslayaron las cualidades del golfo San Matías, para poner la atención en la pelea política. La prensa nacional sacó rédito, del mismo modo que mostró desconocimiento sobre la geografía marítima de Río Negro.

No sólo ese fue un factor periférico que ensució la cuestión. Otro tema que adquirió relieve fue el RIGI. También una definición política.

Axil Kicillof sentenció en varias oportunidades que adherir al RIGI no era una condición sine qua non para definir el punto de radicación de la planta de GNL, pero para Río Negro, más allá de la definición política-ideológica de este instrumento, esta adhesión era vital para optar por Sierra Grande. La resolución del tema permite aventurar sobre un acuerdo previo.

El RIGI es el nervio de acero de este proyecto liberal. Entender su significado implica comprender la política libertaria del gobierno nacional. Confeccionado en las inmediaciones de Paolo Rocca, es un traje a medida de las multinacionales, para llegar a un país que le ofrece condiciones por demás ventajosas. El industrial ítalo-argentino, CEO del Grupo Techint, que dirige Tenaris, Ternium y otras compañías que operan en ingeniería, construcción y el sector energético, colocó en el gobierno a funcionarios que transitaron los pasillos de sus empresas, incluido el Ministro de Trabajo.

Rocca es el principal beneficiado en el reparto de posiciones y áreas de control del sector energético. Con la conducción de YPF (Marín viene de Tecpetrol) tiene bajo control el yacimiento de Vaca Muerta.

Hoy Paolo Roca se queja y reconoce que se «equivocó con Milei», porque todo va lento, pero va.

El objetivo es promover la exportación del gas obtenido con fracking en Vaca Muerta y generar así las divisas que al país le faltan. Sin embargo, les permite a las empresas llevarse los dólares más fácilmente y no contempla regulaciones de carácter técnicas o ambientales. Garantiza estabilidad fiscal por 30 años. Establece retenciones de entre el 0 y el 15% del precio del gas en el buque. Las empresas podrán disponer del 50% de los dólares de las exportaciones para el pago de deudas y repatriación de inversiones. Se beneficiarán, además, de la exención de derechos de importación y tasas por servicios portuarios, entre otras, además de beneficios que otorgue la provincia.

Adherir al RIGI era una profesión de fe libertaria, ya que es la esencia de la política extractiva del gobierno nacional. Una excusa política necesaria para el proyecto de los principales grupos empresarios del sector, que de antemano sabían que el punto de asentamiento del GNL era Río Negro, un dato que manejó previamente el gobernador Alberto Weretilneck, en conversaciones secretas con su par de Neuquén, Rolando Figueroa y el titular de YPF, Horacio Marín.

Sería ingenuo pensar que no existieron reuniones y charlas del gobernador con los impulsores de este proyecto de GNL. De esta manera fue generando confianza (luego de su postura contraria al gobierno nacional siendo parte de la rebelión patagónica), sobrevino una estrategia que corporizó al gobernador rionegrino y acordar en la más absoluta reserva, lo que finalmente se hizo público.

Este régimen fue hecho a medida del extractivismo, y vaya como ejemplo, el anuncio de un acuerdo entre las principales empresas mundiales de la minería, la canadiense Lundin y la australiana BHP, para explotar la extracción de cobre en la provincia de San Juan. Para 2031, Argentina pasaría a convertirse en el sexto productor de cobre más importante del mundo con un promedio anual de exportación en torno a los 8.440 millones de dólares.

Así como Mauricio Macri construyó en su gobierno una alianza con la Sociedad Rural Argentina y el campo, Javier Milei lo hizo con el sector energético. El líder del PRO no miró a Vaca Muerta, lo mismo que el ex presidente Alberto Fernández. Sin embargo, Cristina Fernández y Javier Milei, desde las antípodas de sus pensamientos, apostaron a ese futuro.

Los gobernadores negociaron con el gobierno nacional que sus representantes en el Congreso votarían el RIGI, pero luego ellos en sus provincias no actuaron de igual modo. Río Negro fue la primera provincia que adhirió al régimen de promoción. No lo hicieron hasta hoy Neuquén (que anunció un RIGI propio), ni La Pampa, Chubut, Santa Cruz, ni Tierra del Fuego. Muchas adhieren con modificaciones de acuerdo a las realidades locales, como Mendoza y Catamarca; Salta aún no presentó el proyecto y Jujuy y San Juan, también aprueban con condicionamientos que se imponen en las respectivas legislaturas. El resto no trató aún la adhesión al RIGI. Coinciden en que con la ley nacional basta y sólo hay que agregar condimentos locales.

Entonces en este cuadro adquiere significación el rol del mandatario rionegrino. Alejado del gobierno nacional en los comienzos de la gestión, puso en marcha de nuevo su infalible pragmatismo, y al igual que Rolando Figueroa, de Neuquén e Ignacio Torres, de Chubut, se acercó a la Casa Rosada. Hizo todos los deberes, jugó con sus votos en el Congreso y posó para la foto en la Casa de Tucumán. Ganó.

En absoluta reserva se fue tejiendo un acuerdo previo que terminó beneficiando a Río Negro. Se devela también el voto de la senadora Mónica Silva, que detrás de la continuación de los trabajos de la rotonda de Choele Choel, que recién se reiniciarán en dos o tres meses, puso el voto para la definición de la ubicación de la planta de GNL.

Las empresas requieren para un proyecto de esta magnitud seguridad jurídica y rentabilidad, que ofrece el gobierno nacional, pero necesitan que en la provincia exista legitimidad política.

Entonces Weretilneck mandó urgente a la Legislatura -en plazos medidos- el proyecto de adhesión al RIGI y el gobierno operó sobre los partidos políticos locales para tener amplia mayoría en el parlamento provincial y adherir al régimen de promoción de radicación de industrias. El peronismo, en sus dos expresiones parlamentarias, votó en contra, y el mandatario demostró que puede sancionar todas las leyes que le pidan. Un poder bien visto por los empresarios y ofrece tranquilidad.

Más aún, tiene el acompañamiento -salvo en el caso del RIGI- de los legisladores peronistas Pedro Dantas y Luis Ivancich, que esta semana presentarían a la presidencia del parlamento la autorización para funcionar como bloque separado de Nos Une Río Negro.

Desde la desafortunada frase de Milei en adelante, Weretilneck ordenó silencio y cautela. Nada de euforias, incluso esta actitud se mantiene hasta hoy, ya resuelto el tema. Sabía que el tema estaba resuelto y quiso evitar reacciones destempladas

La misma cautela se observó en varios sectores de la sociedad rionegrina en hacer público su apoyo a este proyecto. Varios comunicados teledirigidos, propios y extraños llegaron al periodismo, en un variopinto político aliado. Por ahora, ningún respaldo de empresas, pymes ni el sector energético.

Este logro sobre la definición de la radicación de la planta de GNL, pone al mandatario y al gobierno rionegrino a orbitar en el espacio del mileinismo. Se suceden los agradecimiento a Milei, incluso de los intendentes de Juntos. No es para menos, YPF le garantizó la continuación de la obra del oleoducto desde Vaca Muerta a Sierra Grande, proyectado por el gobierno anterior, y ahora se confirmó la planta de GNL. Bingo.

En Sierra Grande, como es lógico luego de largos años de frustraciones, se respira un nivel de ansiedad propio que no tiene el resto de la provincia, ni la política. Pocas cosas se verán en concreto en los próximos años. La intendenta local Roxana Fernández conoce esta piel erizada y tiene un mensaje alentador cuando señaló en varios medios de comunicación, que la prioridad laboral será para los 13 mil rionegrinos que viven en esa localidad, que parió a la política al peronista Miguel Pichetto, hoy aliado de Milei y promotor del extractivismo.

Son tiempos de mucha responsabilidad para el gobierno, porque el trato con el sector empresarial tiene lenguajes y códigos no habituales en el funcionariado. Hay que contar con profesionales, técnicos especializados y con manejo de idiomas para alcanzar la sinergia necesaria en el avance del proyecto.

Es intención además, utilizar estas relaciones para ofrecer oportunidades mineras en Río Negro, donde además del proyecto Calcatreu para explotar oro y plata, existen otras posibilidades como la piedra laja, caliza, caolin, bentonita y la diatomita (las piedritas blancas que se usan para gatos domésticos) que sale de Jacobaccil, (unos 20 camiones diarios) en importantes cantidades y que sería importante ponerle valor agregado en la provincia.

El extractivismo es natural de la patagonia, diría el ex presidente Néstor Kirchner, quien en los 90, siendo gobernador de Santa Cruz, dio forma a una empresa provincial aliada a capitales extranjeros, y abrió paso a la transformación de esa provincia, sobre todo de Puerto San Juián.

Petróleo, gas y minería integrarán el nuevo mapa de ruta del gobierno provincial y con esos ejes poder convocar a los rionegrinos para que lo acompañen y brinden su confianza una vez más. Weretilneck y el gobierno se fortalecen y observan un panorama futuro mejor que el de hace unos meses atrás.

Observa que debe seguir en ese camino al gobierno nacional, aún con cierta autonomía provincial.