Liquidación del INVAP: traición, tragedia y condena
(Por Mempo Giardinelli*).- La historia de la empresa INVAP (Investigaciones Aplicadas, Sociedad del Estado) es tan fascinante como, desde esta semana, desgarradora.
Creada por el Físico Conrado Francisco Varotto hace casi medio siglo, y en el marco del Programa de Investigación Aplicada del Centro Atómico Bariloche, INVAP fue, desde su creación en 1976, una extraordinaria empresa argentina dedicada al desarrollo de proyectos tecnológicos. Tanto para la industria nuclear (es líder en la construcción de reactores nucleares) como en la espacial (idem en el desarrollo de satélites). Y es también decisiva en la defensa nacional porque desarrolla tanto productos para la seguridad territorial y operativa, como plantas de radioisótopos para uso medicinal y radioterapia.
Y también destaca en la industria energética: desarrolla generadores eólicos y entre sus productos y servicios más sofisticados figuran Satélites, Radares, Reactores nucleares de investigación y producción de radioisótopos, Generadores eólicos, Monitores de perforación de pozos petroleros y mucho más.
Empresa emblemática de la República Argentina, INVAP es líder y referente en proyectos tecnológicos reconocidos mundialmente que la hicieron protagonista del desarrollo nacional en múltiples campos y le granjearon una extraordinaria fama mundial.
Empresa 100% argentina, líder en el desarrollo de tecnologías de alta complejidad y con una trayectoria de 48 años y más de 1.700 empleados, es un genuino orgullo de generaciones. Especializada en el desarrollo y fabricación de una amplia gama de productos, incluyendo reactores nucleares, satélites, radares y centros de medicina nuclear, INVAP es excepcional, además, porque tiene clientes en los cinco continentes.
Y por si fuera poco, debido a su éxito tecnológico sus ingresos han sido y son multimillonarios. Por eso, además, INVAP jamás requirió aportes estatales.
Y es por todo eso, también, que al final de la semana pasada se supo que esta empresa ejemplar y única tenía sentencia de muerte como patrimonio de esta adolorida Patria en desguace activo.
La sorpresa, el dolor y la furia se expandieron como veneno en los más diversos círculos, porque facilonga y brutalmente, de ser fábrica de tecnología nuclear, espacial y médica, INVAP –de un minuto a otro y por decisión del gobierno cipayo que está rifando la Patria– pasó de ser una sociedad del Estado rionegrino a convertirse en una sociedad anónima como hay miles. O sea el paso previo a la privatización, ya que se habilita la entrada de nuevos accionistas, seguramente estimulados desde la Casa Rosada.
Esta columna está en conocimiento de que el flamante directorio velozmente mostró un modelo de “nuevo estatuto” para “minimizar” el impacto de la nueva y repudiable forma jurídica. Cambio en la forma societaria que –aclararon fuentes cercanas a la empresa– se habría realizado para adaptarse a lo dispuesto en el DNU Nº70/2023, que elimina la figura jurídica de “Sociedades del Estado”. Y figura que sobrevivió a cuatro intentos de quiebra promovidos desde el Poder Ejecutivo: Menem, De la Rúa, Macri y ahora Milei.
Lo cual, se dice, “no implicaría, en principio, ni una privatización ni un cambio de propiedad”. Engaño que, para justificarlo, se subraya que la provincia de Río Negro continuaría siendo único accionista de Invap y manteniendo control total. Lo cual es por lo menos dudoso si se recuerda que la última gobernadora de esa provincia –y el actual– se han caracterizado precisa y públicamente por ceder bienes públicos a jeques, gigantoempresas y abusivos capitales extranjeros de muy dudosa o nula moralidad.
Lo cierto es que INVAP, hasta la semana pasada, estaba en plena producción y autonomía operativa y con significativo éxito y respetabilidad en todo el planeta. De donde las pretendidas “justificaciones” de portavoces de la nueva empresa ante la prensa en el sentido de que “adaptar su forma societaria por obligación del DNU 70/2023 no cambia ni la propiedad ni la gobernanza compartida con la Comisión Nacional de Energía Atómica“ no pasa de ser una típica burla que, en la Argentina Mileista, común y vulgarmente se llama “joda para la gilada”.
Con desenfado y perversidad insólitos, se argumenta que “el cambio a Sociedad Anónima Unipersonal podría facilitar la entrada de nuevos accionistas”, por lo que en INVAP estarían “trabajando en un nuevo estatuto que blinde a la empresa de ciertos efectos negativos”. Mentira evidente, como la de que se “tendría previsto que el directorio emita un comunicado oficial en los próximos días para aclarar la situación y disipar las dudas generadas en torno a la transformación jurídica”.
Sanata de libro, cabe decir, porque además la Comisión Nacional de Valores (CNV) aprobó en la mencionada asamblea “la transformación de la empresa provincial en una S.A.Unipersonal” basada en el perverso DNU 70/23 que habilita que esta empresa sea convertida en Sociedad Anónima con el objeto de privatizarla. Precisamente, en esa asamblea se decidió “pasar a un cuarto intermedio a reanudarse el 20 de noviembre de 2024 a fin de considerar la consecuente reforma de estatuto y el balance especial de transformación”.
En un oportuno y bien fundado posteo, el portal AgendAR, de reconocido prestigio por sus certeros informes, sostiene no sin ácido humor que “INVAP necesita tanto un socio privado como Ud. y yo un tiro en la frente”. Y explica además que “lo que no se perdona es el éxito, y máxime en empresas estatales”.
Lo cierto es que todo indica, como dijo el especializado periodista científico Daniel Arias, que “en la actual situación geopolítica, el que la compre la va a cerrar, desguazar, o ambas cosas. Y si legalmente sólo accede al 49% del capital accionario, no hará falta recordar que “si le das el 49% de tu casa a un tigre, no sos el propietario; sos el almuerzo” .
Y es que INVAP es una empresa excepcional, única en su género y acaso en el mundo entero. Por su desarrollo tecnológico, y aún siendo una empresa relativamente chica, se apropió del mercado mundial de reactores multipropósito en 2006, cuando estaba por cerrar por tercera vez y tenía sólo 350 empleados.
Sostenida en ese piso económico que le dio haber ganado la licitación por el reactor OPAL, de Australia, diseñó, testeó, construyó y desplegó todo el sistema de radarización nacional, militar y aerocomercial. Ya venía construyendo todos los satélites de observación de la Tierra de la CONAE, y en 2006 añadió la construcción de los ARSAT, satélites geoestacionarios de telecomunicaciones.
“Las incursiones de INVAP en tecnología dual, de control de grandes espacios, en algunas embajadas no se perdona”, sigue Arias, quien ofrece ejemplos para añadir a la lista de “pecados imperdonables” de INVAP, destacando el primer helidrón argentino, el RUAS-160, pensado para operar desde las superficies sin hangar para helicópteros de todas las unidades de superficie de la Armada y la Prefectura Naval.
Y por si falta otro mérito, INVAP refundó el universo de los drones, dominado por aeromodelos de control remoto, creando una serie de sistemas totalmente informatizados y de vuelo semiautónomo o totalmente autónomo. Fue el proyecto SARA (Sistema Aéreo Robótico Argentino), que se lanzó entre 2014 y 2015, dos años claves en los que INVAP estuvo a cargo de resucitar la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA).
Claramente, lo que necesita INVAP no es privatización ni cesión mentirosa. Sí necesita un Estado Argentino que no abdique de su función primaria, que es defender el territorio, la población y la economía.
Lo anunciado ahora fue demasiado para una empresa ejemplar, símbolo, hoy, de la muerte no anunciada que empezó esta semana después de una brillante, maravillosa trayectoria de fabulosas y originales exportaciones durante 29 años (casi 30) de gobiernos democráticos a veces indiferentes y en general francamente hostiles.
Una empresa que, hasta Milei, logró sobrevivir con productos tecnológicos que funcionaron en Perú como en Argelia, en Egipto y en Australia, en Arabia Saudita como en Holanda. En esos países ARSAT vendió reactores de producción de radioisótopos e investigación, y como dice Arias “nunca ganó una licitación por precio o financiación, sino por calidad tecnológica”. La misma que ganó licitaciones a la General Atomics (de EEUU) y también a la Atomic Energy Commission of Canada Ltd, la francesa Areva; la Rosatom, de Rusia; la Hitachi, de Japón; la Kaeri, de Corea del Sur, y siguen las firmas. Y claro aue recolectó enemigos poderosos: de la OTAN (claro) que siempre vio en ARSAT la reinvención de la vieja industria militar argentina.
La pregunta final que formula Arias, no sin ironía, es: “¿Pueden defenderla de una compra hostil el estado provincial de Río Negro o la actual dirección de la CNEA, sus accionistas formales por el momento? Si pueden es especulativo; lo evidente es que no quieren. La CNEA paró todas sus obras estratégicas, entre ellas la central nuclear compacta CAREM, en el predio de las Atuchas, y el reactor de producción RA-10”.
La Provincia de Río Negro debería defender esta empresa excepcional. Y la Argentina toda impedir esta porquería jurídica. ¿El impedimento? Milei lo hizo y lo sostendrá?
*Periodista, escritor. Página/12