Esperando instrucciones. ADN

Jorge Macri produjo un sismo y el fin de año agarra maltrecha a la alianza liberal (nonata) esbozada mil veces entre el PRO y La Libertad Avanza. Con la excusa de priorizar a los porteños, el Jefe de Gobierno -y primo de Mauricio- desdobló las elecciones municipales de las nacionales, y cerró cualquier tipo de entendimiento con las huestes mileistas. Así, intenta blindar el bastión macrista y su propia gestión, que está cuestionada por el peronismo y los libertarios de Karina Milei.

El sacudón llegó a la Casa Rosada que había planteado una alianza uniforme en todo el país, o nada. La decisión de Macri sonó como una afrenta, una forma de rechazo a la invitación y deja liberado de acción al gobierno nacional. Aún no hay reportes de cuánto llegaron a tejer Mauricio y Santiago Caputo antes del anuncio, pero la respuesta del partido del Presidente fue igual de dura: «ahora que se hamaquen».

Javier Milei sabe que una buena parte del electorado del PRO lo respaldaría en caso de no haber alianza y que este rechazo porteño, indisimulablemente macrista, abona la teoría de su entorno duro de dejar atrás los almuerzos con milanesas en la Quinta de Olivos con Mauricio, y dar paso a la etapa de absorber a los libertarios amarillos, con Patricia Bullrich a la cabeza. Lo único que lo detiene -por ahora- es el riesgo marcado en las encuestas por la división de votos en distritos clave como la provincia de Buenos Aires, y regalarle espacios a Cristina Kirchner.

Mientras aclara el panorama nacional, en Río Negro asoman los aprontes para cristalizar la alianza. Hay dos chances que favorecen ese escenario: la de un entendimiento nacional -que allana el camino a la unidad-, o la «libertad de acción», un camino que han planteado varios gobernadores PRO (como Rogelio Frigerio en Entre Ríos) para que en cada distrito se pueda elegir la estrategia y evitar una derrota con el peronismo.

También puede ocurrir que los jefes nacionales se pinten la cara, y cada partido irá por separado.

La ventaja rionegrina es que quien preside el PRO, Juan Martín, viene en la línea dura que promovió a Bullrich en la interna contra Horacio Rodríguez Larreta y respaldó a Milei en el balotaje, lo que pone al partido en línea con lo que pide la Casa Rosada ante eventuales acuerdos: «que sean soldados, que militen las ideas de la libertad y defiendan el cambio». «No queremos a los Manes de la vida», dicen en Buenos Aires en referencia al diputado nacional radical.

La Ministra de Seguridad comenzó el acercamiento entre Martín y Lorena Villaverde, líder de LLA rionegrina. Todos saben qué hacer, por eso la diputada apronta su sello y espera tener la habilitación judicial a principios de año. Fue anfitriona de Karina y Martín Menem para despejar dudas de su mando. Además, hace anuncios de obras en Río Negro con fondos nacionales.

También el dirigente roquense tiene el rumbo claro y prepara al PRO para la alianza. Aunque tiene, en caso que se rompa todo, un plan B: habrá lista amarilla. Eso dividiría votos y es lo que busca evitar el espacio liberal provincial, que no tiene dudas de su triunfo si marchan a la par.

Lo que resta es saber cómo anexarán (o no) a los demás partidos que se sienten representados por Milei, como Primero Río Negro.

Al ritmo de sismo nacional, se metió a jugar en ese ruido el intendente de El Bolsón, Bruno Pogliano, quien consideró que «hay un declive» del PRO y alertó sobre el trasvase de votantes a la LLA. Sus declaraciones tuvieron la rápida réplica de Juan Martín: «ahora se quiere hacer el libertario, porque encontró un techo en su partido y está pensando en pegar el salto», chicaneó.

Pogliano juega a la política. Quiere integrar las listas de diputados de Juntos en 2025 y entiende que lo mejor es que no haya acuerdo entre el PRO y LLA, lo que le da más chances al provincialismo que debe competir en un escenario hípernacionalizado y con un nivel de agrietamiento nunca antes visto. Por eso, Pedro Pesatti -que asoma como el candidato a senador- promueve que «en Río Negro no hay grieta y por eso hay presente y futuro», alegando que sin consenso no hay patria (chica) posible. Y salió a vender como ejemplo la Legislatura que preside, donde surgen proyectos por unanimidad o grandes mayorías, una jugada a dos bandas, para demostrar que JSRN cuenta con la aprobación de otros bloques como la UCR, la CC-ARI y un par de votos peronistas que vienen del Gran Acuerdo, para dar robustez electoral a la propuesta local.

Muchas de esas iniciativas contaron con el respaldo del PRO y LLA, pero esos partidos serán sus adversarios. También el panperonismo que hoy tiene dos bloques: PJ-NE y Vamos con Todos.

El oficialismo espera captar votos del «centro» que no quieran votar el «pasado» ni el «ajuste». Posiciona su discurso en ese sentido, pero debe reforzar la gestión, ya que muchos de los costos que acarrean las políticas nacionales los paga la administración provincial también, e incluso tiene problemas propios de los que el electorado toma nota.

El peronismo está alineado en el liderazgo de Cristina Fernández y se alista para ser la columna vertebral de un frente anti Milei con otros partidos, sindicatos y organizaciones sociales. Tiene el norte nacional aclarado lo que le da discurso y un lugar electoral claro. Más adelante vendrán -alrededor de mayo- las definiciones de las candidaturas a diputados y senadores, que deben tener una impronta indiscutiblemente anti liberal y de afinidad con la conducción. En el PJ -como en LLA- no quieren a «los Jaldo de la vida».

Sin embargo el panperonismo no logra hacer pie como oposición en Río Negro. Sus intendentes están atrapados en la coyuntura y no pueden más que fingir buena vecindad con el gobierno provincial; los legisladores no tienen cohesión y al menos dos votan con el oficialismo; el partido está adormecido y se transformó en un comentarista de la realidad. Son pocos los dirigentes que tienen vocación de poder.

No son pocos los que esperan un triunfo o una buena elección en 2025, que deje al partido en carrera al 2027 y provoque el despertar político de los dirigentes locales, en busca de un protagonismo perdido.