Discurso de Milei en Davos: sorpresa y pocos aplausos

(ADN).- Javier Milei persiste y firma. Pero cada día que pasa aumenta la apuesta. Cuando el año pasado para su primer discurso en el Foro de Davos el enemigo de la humanidad eran “los zurdos”, este año, el “wokismo” fue su nueva obsesión. Ante una sala tan presa del estupor —más vacía que el año pasado—, el presidente argentino denunció durante media hora, en tono monocorde pero con virulencia inusual, a la totalidad del mundo occidental tal como fue organizado “en algún momento del siglo pasado”.

A su juicio, todos son culpables. Todos han obrado en beneficio de sus propios intereses: los gobiernos, en particular los europeos; los organismos multilaterales; los foros internacionales, especialmente el de Davos, uno de sus blancos predilectos desde hace dos años; las universidades, los intelectuales, los sindicatos, los bancos, la mayoría de los medios de comunicación.

Destacó que los únicos capaces de salvar al mundo son sus actuales aliados: “Mi querido amigo Elon Musk, Donald Trump, la primera ministra Georgia Meloni, Viktor Orban o el presidente salvadoreño Nayib Bukele”. Todos símbolos de creatividad y coraje, a su juicio.

Milei acusa a todos los demás de fomentar las “aberraciones” que han alejado al hombre contemporáneo de la verdadera libertad, inventando las políticas de género, la justicia social, el aborto o la defensa del clima. Y para él, la gran ganadora de todo este desorden es “la clase política”. La acusó de ser “árbitro y parte interesada en esta repartija”. Para todos esos “cánceres” de la sociedad moderna, el Presidente tiene una argumentación, siempre polémica.

¿El aborto? “Fue inventado con la excusa de que el aumento de la población terminaría con el mundo. Resultado: ahora los nacimientos son cada vez más escasos”. El presidente argentino no toma en cuenta en su análisis la voluntad —y el derecho— de las mujeres de tener o no tener hijos.

¿El feminismo? “Otra invención del wokismo. ¿Acaso mujeres y hombres no son perfectamente iguales en un mundo libre? Las defensoras de esa aberración tienen además la obsesión por el victimismo. ¿Acaso no saben que la mayoría de los presos son hombres?”, dijo.

¿La ideología de género? “Nadie parece darse cuenta de los horrores que ha provocado. La semana pasada en Estados Unidos una pareja de homosexuales agredió sexualmente a sus hijos adoptados. Y cuando digo agredió, me reservo los detalles”, señaló mezclando acto seguido, sin ninguna mesura, homosexualidad y pedofilia.

¿La inmigración? “En Europa nadie parece darse cuenta de que están abriendo las puertas a asesinos que matan gente por el simple hecho de no compartir la misma religión”.

¿Y quienes son cómplices de todo esto? “Estos foros, así como los organismos supranacionales. La Unión Europea ha sido durante décadas su brazo armado”, según Milei.

“Los burócratas de Bruselas suspendieron las elecciones en Rumania porque no les gustó quién había ganado”, afirmó, ignorando que el gobierno rumano suspendió el resultado de las elecciones porque tenía pruebas fehacientes de que Rusia había comprado gran cantidad de “influencers” —hecho reconocido por estos mismos— para hacer ganar al candidato prorruso.

Sin contar con la “maraña inmunda de regulaciones que existe en Europa”, prosiguió, lanzando más acusaciones contra el bloque.

La buena noticia para Javier Milei es que ese universo del wokismo que está llevando a la humanidad al borde del abismo, se está resquebrajando.

“El año pasado vine a decirles lo que sucedería. Que Argentina era el fantasma de lo que sucedería con Occidente, porque ya lo habíamos vivido”, dijo. Este año, los éxitos obtenidos por Argentina y la alianza internacional de toda la gente realmente amante de la libertad, le estaría dando la razón.

“La nueva forma de hacer política es decirle a la gente las cosas en la cara. Nuestra primera cruzada debe ser la reducción drástica del Estado y de todos los organismos supranacionales. Hay que eliminar la burocracia estatal”, insistió con su plan de ajuste. Para Milei, “estamos ante un cambio de época. Y si las instituciones —como esta casa (por el Foro de Davos)— quieren cambiar de época, deberán hacerse responsables de todo el daño que hicieron”.

La reacción del auditorio

Cuando Javier Milei terminó su discurso de odio, el público parecía pasmado, aplastado por tanta violencia. Como sucedió el año pasado, los aplausos fueron escasos. La sala estaba -también como en 2024- llena en la primera mitad y completamente vacía en la mitad posterior, separada por una cinta divisoria del estilo de las que se usan en los aeropuertos.

“Gracias Presidente Milei. Obviamente esta es una tribuna libre, donde todo el mundo puede expresarse”, dijo al despedirlo Marisol Argueta de Barillas, responsable de Foro de Davos para América Latina, visiblemente en shock después de los violentos términos con que Milei agredió a sus responsables, calificándolos de ser uno de los “grandes responsables del desorden que padece el mundo actual”.

“It’s a disgrace!” (desgracia, vergüenza), dijo a LA NACION una editora del sitio Político.

“¿Por qué toda esta gente vive hablando de ‘enemigos’? ¿Por qué el motor que los mueve es el odio y no la empatía? Milei no solo considera el Estado como su enemigo. También son sus enemigos las mujeres que deciden abortar, los homosexuales, las viejas democracias que le dieron bienestar a sus pueblos durante décadas, sus adversarios políticos… ¿Por qué odia tanto? Tiene que haber una explicación personal”, trató de entender el reconocido sociólogo francés Olivier Alexandre.

“En Europa tendremos que ser muy imaginativos rápidamente. Porque habrá trumpismo —y mileísmo— mucho después que Trump y Milei hayan desaparecido”, confesó con su flema habitual el exministro de Relaciones Exteriores francés Hubert Vedrine.

Para el historiador estadounidense David Greenberg, “la gente debería tomar muy en serio a los individuos como Trump o Milei, aun cuando a veces sea difícil distinguir lo que debe ser tomado en serio y lo absurdo”.

Casi imposible fue encontrar alguna opinión positiva entre los asistentes extranjeros, sobre todo porque, en lugar de ocuparse de sus éxitos económicos, la intervención de Milei estuvo destinada a denunciar la civilización occidental. Un solo interrogado dijo “sentirse muy optimista con el futuro de Argentina”. Fue el empresario argentino Alejandro Bulgheroni, sentado en primera fila de la asistencia. Es posible, sin embargo, que el exitoso hombre de negocios no se estuviera refiriendo al discurso que acababa de escuchar.

Concluido su discurso, Milei desapareció rápidamente por una puerta lateral del salón. Lo esperaba un encuentro con el CEO de Coca-Cola y, enseguida, un almuerzo con empresarios en el que debía hablar de las ventajas de invertir en “la nueva Argentina”. En relación al año pasado, el presidente argentino dio la sensación de sentirse mucho más seguro y desinhibido. En todo caso, en algo seguro tuvo razón: aunque “la batalla no haya sido aún ganada”, el avance de los libertarios en el planeta, parece haberle dado la energía necesaria para persistir.

Con información de La Nación.