¿Qué ves cuando me ves?
(ADN).– Divididos cuenta con un éxito musical llamado ¿Qué ves?, con una mirada hacia la sociedad: “¿Qué ves cuando me ves? Cuando la mentira es la verdad”.
No está lejos esta reflexión cuando se observa el discurso político sobre todo teniendo en cuenta que se transitará un año electoral y la dirigencia política, en todos sus niveles, tendrán que repensar sus discursos.
A quiénes le hablarán. ¿Cuál será el mensaje que convoque y finalmente convenza para depositar el voto?
Hay dos temas, entre muchos otros, que ofrece la sociología para analizar aquí esta situación. Uno vinculado a la cuestión etaria y el otro, es la relación del político con la nueva tecnología y estructura del mensaje para los votantes más jóvenes. Un 75% de esos sufragantes tienen menos de 35 años “los más viejos” y menos de 25 los más juveniles.
El mapa de electores tiene entonces una importante franja de votantes digitales, con el smartphone como su principal fuente de información. Todo está en el teléfono y con un planteo de futuro impredecible. Vale el análisis de Jonathan Haidt, en su libro «La generación ansiosa».
¿Qué ven esos votantes cuando miran a los políticos? Por el contrario, podría afirmarse que precisamente el error de la dirigencia política, es que sólo ve un voto y esta mirada mezquina es el origen del problema que surge al abrir las urnas.
Estamos viviendo la era de la Inteligencia Artificial, de las redes, de los streaming, podcast y otros que obliga a la política a actualizarse, hablar en el mismo idioma que la mayor masa de votantes, porque mantener aquel discurso férreo, anclado en la esencia y la historia, a pocos o nadie interesa.
El lenguaje del smartphone y las redes no comprende el mensaje de palabras que se vaciaron de contenido en esta etapa conservadora y anarcocapitalista. “Cuando menos Estado, todo es mejor” dijo la hermana del presidente, Karina Milei. Significado y significante se funden. Y entonces qué valor tienen conceptos como República, justicia social, federalismo, soberanía económica, socialismo, etc. También se deprecian conquistas sociales como el matrimonio igualitario, la seguridad social, etc.
¿Vale hoy, por ejemplo, para el gobierno y Juntos Somos Río Negro, insistir con el provincialismo? Ante un gobierno nacional hípercentralista, donde los proyectos de desarrollo que se proponen a las provincias no nacen de la planificación estrategia regional, sino de las oficinas de las multinacionales en Puerto Madero o de los estudios jurídicos (vinculados a Toto Caputo), como Brochou Funes de Rioja, donde se redactó la Ley Bases que incorporó el RIGI.
Esa fuerza productiva multinacional, ni siquiera pensada desde la Casa Rosada, desplaza a otros factores económicos, como la fruticultura, que pierde competitividad y que no logra convocar la atención de Javier Milei. Lejos pareciera estar incluso la producción ganadera, que el propio Jefe de Estado desconoció cuando tuvo discursos erráticos sobre la barrera sanitaria. Ni hablar del turismo, desplazado de la atención del extranjero, y esperar todo del mercado interno, ya que con el actual valor del dólar quedó afuera de la atención turística. Así se podrían mencionar a INVAP, las universidades, la pesca y otras. Hoy sólo hay promesas, a largo plazo, en la producción del petróleo, gas y minería.
En EEUU, hacia donde hay una mirada obligada del establishment, la producción es completamente privada, incluye la exploración, producción, procesamiento (refinamiento), transporte y comercialización de gas natural y productos derivados del petróleo.
No lejos de este intrincado debate del discurso electoral está el peronismo. Por historia, junto al radicalismo, con mensajes con ejes vetustos y no actualizados, que parecen acompañar incluso con una parte de su vieja dirigencia.
¿Qué significa hoy para el votante 2025 la justicia social, el campo nacional y popular, las cooperativas o las organizaciones sindicales? Cómo se habla al trabajador del delivery que pedalea todo el día repartiendo pedidos; al empleado que trabaja en home office o la incorporación de la IA en el acopio de información que carece de análisis ideológico. La utilización de la robótica que desplaza mano de obra no especializada; qué significa estar afiliado a un gremio, y sus reclamos, con el mayor porcentaje de trabajadores en la informalidad, por fuera de cobertura previsional o de salud.
Peor aún para un peronismo que su vida futura depende de posicionarse como el polo anti Milei. Un discurso para enfrentar nada más y nada menos que este clima de época, donde los trolls gubernamentales aplauden a Agustín Laje, ideólogo del nuevo conservadurismo y asesor presidencial, que sostiene que a los homosexuales hay que mandarlos al psicólogo.
La Argentina camina un derrotero netamente conservador, como el modelo peruano (que recientemente prohibió las minifaldas) con un Presidente que se autodefine como libertario (como su Murray Rothbard, economista nortemaricano adonde abreva sus ideas), cuando su accionar es netamente conservador, lejos de la idea real de libertad. Sí, lo define el anarco capitalismo con su propósito de destruir el Estado.
Las luchas fratricidas degradaron el cuerpo del peronismo que no pudo eludir su necrosis. No está muerto, por supuesto, pero dado su volumen político de adhesión popular requiere reformular su lenguaje. Tantas peleas hicieron que perdiera la alegría que lo distinguió con movilizaciones multitudinaria que bailaban en las calles.
Ahora el disruptivo tendría que ser el peronismo.
¿Qué queda del radicalismo? Lo mismo. Quién recoge los días de júbilo que trajo Raúl Alfonsín al viejo partido, que sonó como la expresión de la social democracia en la Argentina, cuando hoy parte de su dirigencia se auto define como liberal y aplaude a un Presidente que defenestra ese pensamiento alfonsinista y se prefiere alvearista.
Adónde está la defensa de la República.
El radicalismo rionegrino, otrora con un liderazgo excluyente de 20 años, padece de amnesia y sólo un grupo de dirigentes cobijado en Juntos Somos Río Negro trata de mantener latente su memoria. El resto admira a Milei.
Sin embargo, la pelea electoral provincial para este año, como en todo el país, tendrá un mensaje asociado a la figura del Jefe de Estado, que desde la ciudad puerto derramará a sus dirigentes y militantes para captar votos. Entonces para el mileismo será más fácil. No tendrá que esbozar una propuesta local, todo se nacionaliza. Se está de esta lado o del contrario.
En la campaña electoral rionegrina, el mileismo sólo tendrá que esperar los tips del Santiago Caputo y el bombardeo en las redes sociales, incluidos agravios e insultos, porque ese lenguaje captó la atención del electorado. Con la baja de inflación, los niveles del riesgo país, la motosierra con los empleados del Estado y sumergirse en el consumo de lo importado, bastan para ganar.
La dirigencia local de LLA está apañada en este discurso. Carece de inserción en el votante. Poco importan los nombres de los libertarios provinciales. Basta el apellido Milei, que, si bien no estará en las boletas, igual será omnipresente.
Los partidos aliados también tendrán que hacer un acto de fe libertaria y solo repetir mensajes enlatados para imponer ese lenguaje nuevo, disruptivo, que genera impacto en el votante con innovaciones y reglas de vinculaciones con la sociedad, que el resto de los partidos perdieron en el camino.
Vienen meses interesantes y apasionantes sobre la definición electoral, donde ya no importan tanto los apellidos y la trayectoria de los candidatos, sino su oferta novedosa y competitiva dentro de la política de mercado que impone Milei.