El nuevo impuesto al petróleo ahuyenta inversiones
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(Por Lorena Villaverde*).- La reciente decisión del gobierno de Río Negro de imponer un impuesto del 1% sobre las regalías del petróleo que transita hacia los puertos de exportación es un golpe directo al desarrollo económico de la provincia. Bajo la excusa de una supuesta «justicia fiscal», Alberto Weretilneck elige el camino más fácil: castigar a quienes invierten y producen en lugar de generar condiciones para que la actividad privada prospere y cree empleo genuino.
Este impuesto no es más que una reedición de las viejas recetas kirchneristas que tanto daño le han hecho a nuestro país. Basta recordar el nefasto «aporte solidario» de las grandes fortunas, que lejos de solucionar problemas estructurales, solo ahuyentó inversiones y profundizó la desconfianza en el sistema. Ahora, Weretilneck, con un falso discurso autonomista, sigue la misma línea de Axel Kicillof, demostrando que el Kirchnerismo –con su disfraz de federalismo fiscal– siempre encuentra nuevas formas de asfixiar a quienes generan riqueza.
Mientras que en otras partes del mundo se promueven incentivos para fortalecer la producción energética, en Argentina seguimos con la mentalidad del Estado depredador. Un claro ejemplo es lo que ocurre en Estados Unidos, donde el expresidente Donald Trump ha prometido reducir drásticamente los impuestos a la industria del petróleo y gas, permitiendo que las empresas deduzcan el 100% de sus inversiones en infraestructura. Esto no sólo reactiva la producción, sino que consolida a su país como un líder en el sector energético. Aquí, en cambio, se opta por políticas fiscales cortoplacistas que comprometen nuestro potencial de crecimiento y competitividad.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿a quién beneficia realmente esta política? Desde luego, no a los rionegrinos que necesitan empleo y desarrollo. No a las pymes que dependen de un ecosistema productivo estable. No a los trabajadores que ven cómo la carga impositiva destruye oportunidades. Esto solo beneficia a un Estado ineficiente que se niega a ajustarse y a una clase política que sigue viendo a la producción como una fuente inagotable de recursos para sostener sus privilegios.
Es momento de decir basta. Si realmente queremos una Argentina y una provincia competitiva y con crecimiento sostenido, necesitamos gobiernos que entiendan que la inversión privada es la única herramienta real para salir de la pobreza. Seguir castigando a quienes generan riqueza solo nos condena a repetir los errores del pasado. Río Negro tiene un potencial enorme, pero solo podrá aprovecharlo si dejamos atrás la mentalidad confiscatoria y abrazamos la libertad económica como único camino viable hacia el progreso.
*Diputada nacional de La Libertad Avanza, Río Negro.