¿Qué factores pueden mejorar los resultados escolares?

(ADN).- El clima escolar, la formación y antigüedad del director, las horas de clase y la formación docente son factores que se asocian con mejores desempeños de los estudiantes, tanto en escuelas estatales como privadas. Si bien el rendimiento escolar se ve fuertemente influenciado por las condiciones sociales, los datos muestran que las escuelas pueden actuar sobre ciertas variables para mejorar los aprendizajes de sus alumnos, incluso en contextos desfavorables.
Los hallazgos surgen del informe “El nivel socioeconómico no lo define todo: el rol de las escuelas en el rendimiento”, del Observatorio de Argentinos por la Educación, con autoría de Mariano Tommasi, Cecilia Adrogué, María Victoria Anauati (CEDH), Leyre Sáenz Guillén y María Sol Alzú (Observatorio de Argentinos por la Educación). A partir de los resultados de la evaluación Aprender 2023 de primaria y del Relevamiento Anual 2023 de la Secretaría de Educación de la Nación, el informe analiza cuánto influyen las condiciones sociales en el rendimiento académico de las escuelas, pero también indaga en el impacto de variables propias de la escuela y del aula, como el clima escolar, la formación docente y el tiempo de clase.
Es sabido que el rendimiento escolar se ve muy influenciado por factores previos al ingreso de los alumnos a la escuela, como el nivel socioeconómico, la educación de la madre, la presencia de libros en el hogar o la asistencia a la sala de 3 años. Estos dos últimos factores pueden y deben ser estimulados desde políticas públicas focalizadas y también reforzados desde cada familia.
A partir de estas condiciones iniciales, los autores del informe estimaron un rendimiento “esperado” para cada escuela y lo compararon con el rendimiento real. Encontraron que, a nivel nacional, el 35% de las escuelas supera lo esperado según el contexto de sus estudiantes, lo que demuestra que es posible lograr buenos resultados incluso en condiciones desfavorables. En tanto, un 39% de las escuelas rinde por debajo de lo esperado en función de su contexto social.
En este sentido, se destacan positivamente las provincias de Neuquén (41%), Chubut (40%), Entre Ríos (38%) y Mendoza (38%): son las que tienen las mayores proporciones de escuelas que rinden por encima de lo esperado. En cambio, Formosa (59%), Corrientes, Santiago del Estero y Misiones (53%) concentran la mayor cantidad de escuelas con desempeños por debajo de lo esperable según el contexto.
Los datos muestran que el rendimiento escolar no está completamente determinado por el origen social de los estudiantes: aunque existe una relación positiva entre el nivel socioeconómico y los resultados académicos, hay escuelas que logran desempeños destacados incluso en entornos desfavorables. Si bien las condiciones familiares de origen influyen fuertemente en el rendimiento escolar, lo que ocurre dentro de las escuelas también es determinante.
Entre estos factores institucionales, los más relevantes son el clima escolar, la formación y antigüedad del director, la cantidad de horas de clase y la formación docente: todas estas variables se asocian positivamente con mejores desempeños.
El informe también indaga en los factores que distinguen a las escuelas que obtienen buenos resultados en contextos muy vulnerables. Entre las escuelas del cuartil más bajo de nivel socioeconómico (es decir, las que atienden a estudiantes provenientes de los hogares más pobres), hay cuatro factores que marcan una diferencia clara en el rendimiento académico: la antigüedad del director, el clima escolar, la formación docente y las horas de clase. Los resultados muestran que las escuelas tienen márgenes de acción para promover mejores aprendizajes, incluso en contextos adversos.
“La escuela puede ser la que rompe el círculo vicioso de la pobreza. Pero su mera existencia y la asistencia de niños y jóvenes no garantiza que lo sea. El desafío es grande. El compromiso, la formación y experiencia del equipo directivo y docente, así como el tiempo efectivo de clases –y evitar el ausentismo– son fundamentales para que los niños y jóvenes aprendan y tengan mayores oportunidades en la vida”, afirma Cecilia Adrogué, coautora del informe e investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo Humano (CEDH) y la Universidad de San Andrés (UdeSA).
“Si bien el contexto social influye, no determina por completo el destino educativo de los estudiantes: la escuela cuenta con márgenes de acción. El informe señala que ese margen varía según la provincia y el tipo de gestión escolar. Y que hay ciertos factores institucionales –como el clima escolar, la estabilidad y formación de los directivos, y las oportunidades efectivas de aprendizaje (cantidad de horas de clase y capacitación docente)– que resultan determinantes para explicar estas diferencias”, señala María Victoria Anauati, investigadora del CEDH y coautora del informe.
“La ya conocida relación positiva entre el contexto socioeconómico de los estudiantes y sus logros educativos puede instaurar un panorama desalentador. Sin embargo, el presente informe muestra que, si bien dicho contexto es un factor condicionante importante, el vínculo no es concluyente. Más allá que las condiciones de origen desfavorables significan importantes barreras para el logro de un desempeño escolar exitoso, el determinismo no es absoluto. La evidencia de que existen escuelas resilientes constituye una luz de esperanza y una guía para llevar a cabo acciones de política”, sostiene María Marta Formichella, investigadora independiente y docente del CONICET-UNS.
Luis Arocha, director del Colegio María de Guadalupe, comenta que “el informe echa luz sobre un aspecto sumamente esperanzador: el hecho de que, independientemente del contexto de origen de los alumnos, la escuela tiene un margen de acción importante para promover el logro académico de sus estudiantes. Esto invita a las escuelas y comunidades educativas a resignificar su acción diaria, ya que si bien las escuelas no pueden solucionar todos los problemas derivados de la situación de vulnerabilidad social de sus alumnos, sí pueden hacer muchísimo para que se rompa el círculo vicioso de la pobreza, asumiendo su responsabilidad como ámbitos de aprendizaje significativo”.