Una entrega de soberanía sin precedentes

(Por Andrés Alvarenga*).- Hoy, la República Argentina será escenario de un acto que, lejos de representar una visita diplomática rutinaria, marca un punto de inflexión en nuestra historia reciente. El arribo del secretario del Tesoro de los Estados Unidos no es un gesto de cortesía ni un simple encuentro entre gobiernos: es, en los hechos, la firma simbólica de la cesión del control económico de nuestro país al Fondo Monetario Internacional.

Detrás de los discursos oficiales y de las justificaciones mediáticas, lo que se está cocinando es un brutal retroceso en materia de soberanía. El gobierno nacional ha decidido someterse sin cuestionamientos a un “plan económico” que no fue diseñado por técnicos argentinos, ni debatido por nuestros representantes, ni validado por las urnas. Fue escrito en Washington, y ahora nos lo vienen a imponer.

El paquete financiero que se presenta como “salvavidas” —unos 35.000 millones de dólares que combinan aportes del FMI, del Tesoro estadounidense y otras fuentes aún difusas— no es ni salvavidas ni ayuda. Es una trampa. Como toda “ayuda” del Fondo, viene atada a condiciones que incluyen ajuste fiscal, licuación de salarios y jubilaciones, apertura indiscriminada de la economía y profundización de un modelo de exclusión. Es decir, más pobreza, más desigualdad y menos futuro.

Como señaló el economista Diego Giacomini, no estamos frente a un plan económico, sino a un “plan gorila del fondo”: un dispositivo político-financiero que busca sostener artificialmente a un gobierno deslegitimado y evitar que las mayorías populares recuperen el rumbo de una Argentina más justa y solidaria.

El problema es estructural, pero el momento es crítico. A partir del lunes, el poder real se traslada de la Casa Rosada a las oficinas del FMI. No es una exageración. Es el desenlace previsible de una política de entrega que ha renunciado a los principios más elementales de la autodeterminación.

Como ciudadanos comprometidos con la patria, no podemos quedarnos callados. La libertad no existe sin soberanía. Y no hay soberanía posible si las decisiones sobre nuestro destino se toman en otro país, por actores que no rinden cuentas a nadie en Argentina.

Este no es el país que soñamos. Este no es el rumbo que queremos. Es momento de despertar, de organizarnos, y de levantar la voz frente a quienes pretenden rematar la patria como si fuera mercancía de saldo.

Defender la soberanía no es un gesto ideológico. Es una necesidad urgente. Es el primer paso para reconstruir un país con justicia, dignidad y futuro.

*Presidente de Igualdad Rio Negro.