El petróleo y las energías alternativas ● Santiago Ciliberto
El petróleo se está tornando menos rentable cada día, incluso antes de convertirse en un bien escaso, lo que indefectiblemente generara que su precio se dispare por los cielos en un futuro no muy lejano.
Ahora bien, en este caso del petróleo, deberíamos introducir una nueva variable para poder ponderar la importancia del mismo y el precio del mismo: las energías alternativas y ecológicamente sustentables. En la actualidad estas no inciden en el precio del petróleo, que es la principal fuente de energía del planeta y la más contaminante (junto al carbón). ¿Cuál es la razón de esto? Simple. Las energías alternativas no son rentables. La tasa de recupero del dinero invertido es baja o si se quiere a muy largo plazo. Sin embargo, existen numerosos estudios, prototipos e investigaciones que están buscando y encontrando lenta, pero de manera constante, opciones más económicas para sustituir al petróleo y sus derivados, como por ejemplo, la energía solar. Es decir, se están creando dispositivos capaces de crear energía o «recolectar» energía solar cuyos materiales son más económicos, y que al mismo tiempo son más eficientes en esta tarea que los actuales.
Los avances de la tecnología se multiplican con el correr de los días, y en un tiempo no muy lejano (30 años quizás), con planificación, ejecución de planes y voluntad de los Estados, se podrá conseguir dejar de lado el petróleo y carbón por energías alternativas más saludables para el planeta, como el hidrogeno para todo tipo de vehículos, la energía solar para generar electricidad en hogares, oficinas, industrias de lo más variadas y en el funcionamiento de ciudades enteras, o energía eólica, mareomotriz, etcétera, para fines similares.
La pregunta del millón es ¿por qué no sucedió esto aún? En principio por los costos y por el grado de eficiencia, pero también por el poder económico de las grandes empresas y la imposibilidad, hasta ahora, de hacerles frente por parte de Estados socios o la sociedad civil.
En el caso de Río Negro, creo que es el tipo de Estado que mi me gusta denominar «Huésped» (Host en inglés, y quiero que se recuerde este término). Este Estado Huésped son esos estados con petróleo que carecen del capital para poder explorar y explotar sus reservas naturales de petróleo y gas natural, y que dependen de grandes conglomerados económicos que desembarcan como una enfermedad, invierten, construyen infraestructura, sacan beneficios de esto y le dejan migajas al Estado Huésped. Luego, cuando no es rentable seguir extrayendo el recurso (incluiría aquí todo lo relativo a la minería) deciden irse, dejando desastres medioambientales por la falta de inversión real en procesos menos contaminantes, y paisajes intervenidos por la mano del hombre, irreparables. Y aquí es donde quiero aclarar el porqué de incluir el término «Host». Host es la traducción al inglés de la palabra Huésped. La palabra utilizada para rehén en ingles es Hostage. Host-age. El español es un idioma más rico en vocabulario que el inglés, pero aquí creo que el inglés es más adecuado para describir estos Estados que mencionaba con anterioridad. Son «Host» y «Hostage». Huésped y rehén al mismo tiempo. Pero esta situación puede ser transformada en una situación positiva y provechosa, y lo explicare en breves.
Entonces, retomando el hilo conductor, la problemática no radica en que si tenemos más o menos pozos perforados, zonas en exploración o si es 1, 2 o 20 empresas petroleras las que quieren invertir en la extracción de nuestro petróleo. Sí, claro, en la coyuntura y el pensamiento de efecto inmediato cortoplacista, esta es la solución a todos los problemas. Todos queremos ser Arabia Saudí o Noruega (con obscenas reservas de petróleo, que algún día también se acabaran), pero el mundo está virando hacia nuevas tecnologías y fuentes de energía, y es allí hacia donde tenemos que dirigirnos. Es de vital importancia que entendamos que no es una carrera de etapas. No tenemos que pasar por todas las etapas por las que pasaron los demás Estados del mundo. ¿Por qué no desarrollar nuevas tecnologías en territorio nacional? ¿Por qué no tomar prototipos ya existentes y mejorarlos aun más, buscando que convertirlos en más económicos y más eficientes? ¿Es imposible esto? no lo creo. Materia gris sobra en este país. Lo que falta es la voluntad y por supuesto como siempre, recursos financieros. Saltear la etapa de contaminación y pasar derecho a energías limpias y eficientes sería lo ideal, pero esto parece difícil principalmente porque, por más que se tenga la voluntad, tiene que existir el dinero para desarrollar esas tecnologías y ponerlas en práctica.
El sol se va a acabar en algún momento. Aproximadamente dentro de 7.500 millones de años. El hidrógeno es el elemento más abundante en todo el universo, y el sol está hecho en gran parte de éste. La esperanza de vida mundial es de 67,2, y dentro del tiempo que queda de vida del sol (fundamental para la vida en nuestro planeta), una generación humana representa solo el 0,000000896% de ese tiempo. O si quieren verlo desde otro ángulo, entrarían más de 100 millones de generaciones de seres humanos en ese tiempo.
La eficiencia y el costo de producción de la energía junto con la finitud o inagotabilidad de la fuente misma es lo que deberíamos tener en cuenta. Es momento de despertarse y buscar la manera de ser vanguardia en esto, invirtiendo en Investigación y Desarrollo (I+D), en Institutos tales como el INVAP o creando similares. Entonces aquí debemos ver como se puede tornar la situación negativa de una provincia como Río Negro, en una situación positiva y provechosa. La propuesta es que se destine parte de las regalías que va a dejar esa empresa que firmó nuevos contratos petroleros a las apuradas en diciembre, se destinen al desarrollo de nuevas tecnologías o el mejoramiento de otras existentes en nuestro propio territorio.
Una cosa no quita la otra, porque llevará tiempo conseguir avances, pero mientras más tiempo estamos esperando para tomar decisiones, más tiempo nos retrasamos en la consecución de los objetivos. Los problemas son hoy y ahora, pero no debemos quedarnos en la inacción como hicieron los que nos precedieron. Más vale prevenir que curar.
Licenciado en Relaciones Internacionales y Abogado