Partidos con muletas
Valcheta (Jorge Castañeda).- Tanto el Partido Justicialista como la Unión Cívica Radical de Río Negro están haciendo lo imposible para perder las próximas elecciones. Sin renovación de dirigentes se ven las mismas caras de siempre y cuyos actores cargan en su mochila una serie de derrotas desde las cuales no hay retorno, como tampoco lo hay desde el ridículo.
En el centenario partido de Leandro Alem las cosas van de mal en peor. No entienden las demandas de la gente y que deben recuperar la credibilidad del electorado. En la última convención tomaron la más nefasta de sus decisiones: ir con lista propia de candidatos. Se ve que no les interesa fortalecer las gestiones municipales donde aún son gobierno ni convertirse en una alternativa válida y respetable.
No tienen una percepción clara de un proyecto provincial, pero sí una gran abstracción. Es como haber perdido el camino y no encontrar el atajo que les permita reencontrarlo. Los muchos años en el poder desde el 83 al 2011 les fue quitando los reflejos partidarios y esmerilando sus figuras.
A sus candidatos (esperando que no haya internas) solo les interesan los primeros lugares en la lista sábana. No tienen un objetivo sustentable para recuperar paulatinamente los espacios perdidos y esperar el 2019 en mejores condiciones. Se olvidan que la política es el arte de forjar alianzas, de unir programas y proyectos comunes, de consensuar.
Perdieron en el tiempo el viejo apotegma que alguna vez los supo identificar: “Que se doble pero que no se rompa”. Hoy en forma descarnada solo quedan ambiciones personales y de sus cenáculos resulta poco y nada: ni ruidos ni nueces. ¿Se acordarán que en épocas más felices resonaba la voz de don Hipólito Yrigoyen expresando que “todo taller de forja es como un mundo que se derrumba? Hoy en la UCR de Río Negro ni ruido siquiera hay.
En el Partido Justicialista las cosas no están mejor. La leche agria de sus viejas disputas los ha llevado a elegir sus candidatos a dedo, acallando las voces críticas e incorporando en sus listas a extrapartidarios que poco le podrán aportar. Figuras ya desgastadas solo hábiles para las triquiñuelas de la baja política antes que para pensar los problemas rionegrinos y articularlos en un programa eficiente de gestión. Ahítos y amontonados en las listas sábana y en los circuitos, nombres con portación de apellido o porque han estado sentados en determinado momento sobre algunos miles de votos.
Otros por su pertenencia a agrupaciones políticas que pronto serán perimidas por los electores en el resto del país. Pareciera que Río Negro siempre es retardatario y se queda a contramano de la historia.
A este Partido Justicialista de Río Negro “lo que le falta es menos autoritarismo y menos disponibilidad de obsecuencia respecto de algunas de sus figuras circunstanciales”.
Ambas agrupaciones políticas tendrán que entender que ganar una elección no establece verdades eternas e inmutables “ni tampoco establecen líneas operativas que duren demasiado tiempo. Las elecciones solamente dan un resultado del momento y la sociedad hará su interpretación y después dentro de cuatro años habrá otras elecciones que tendrán seguramente otros resultados que motivarán otras reflexiones”.
Así es el devenir de la democracia y más aún en estos tiempos dinámicos que está viviendo el mundo de la modernidad. La UCR y el PJ de Río Negro no pueden seguir haciendo política vieja desconociendo los nuevos comportamientos sociales y los componentes del electorado que ya quiere otras demandas: eficiencia, responsabilidad, respeto, tolerancia, honestidad y un conocimiento pleno de del Estado que se quiere gobernar.
El común de la gente está harta de rencillas menores, de denuncias públicas e interesadas tratando de llevar agua a su propio molino, de descalificaciones del que piensa diferente, de peleas por los cargos públicos, de palabras vacías de todo contenido, de chicanas, roscas y aprietes.
Solo se han quedado con el sello de sus partidos y hoy sus candidatos ya no enamoran a nadie. Adustos, creyéndose ya los salvadores de la provincia, recorren pueblos y ciudades agitando pasiones desmerecidas y después no vuelven nunca más hasta las próximas elecciones.
Si persisten en sus andadas y en sus desatinos nuevas agrupaciones políticas con una pertenencia más amplia y pluralista serán los protagonistas del Río Negro que viene.
Jorge Castañeda
Valcheta (RN)