Ni una menos
ADN-Por Valeria Berman.- A Diana García, María Eugenia Lanzetti, Gabriela Parra y Chiara Páez, se suma este fin de semana el asesinato de Katherine Moscoso de 18 años enterrada en un médano. La adolescente fue buscada durante la última semana por la familia y la comunidad y al ser hallada los vecinos indignados provocaron incendios en la comisaría y el Municipio de la localidad de Monte Hermoso, justicia por mano propia que parece indicar que la sociedad se siente vulnerada y reacciona ante la desolación.
El flagelo de la Violencia contra la mujer y el peor resultado de esta problemática que es el femicidio, ocupa las páginas de los periódicos todos los días, y no por razones de morbo, sino porque no puede dejar de ser noticia que una mujer es asesinada por su pareja o ex pareja en la Argentina cada 30 horas.
Hace años que las agrupaciones de mujeres vienen realizando un trabajo de visibilización de la problemática y gracias a la lucha incansable de movimientos feministas o de mujeres organizadas se ha podido instalar la figura de femicidio, se ha batallado por una ley de Protección Integral, y en cada Encuentro Nacional de Mujeres, todos los años, se debate sobre las temáticas que atañan a las mujeres, siendo la Violencia y el aborto los temas que más convocan.
Existen asociaciones civiles como la Casa del Encuentro que registra las estadísticas de los femicidios a través de su Observatorio, organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro, creadas a fin de desarrollar investigaciones, programas y proyectos para mejorar la condición de las mujeres en la Argentina y también Redes de Periodistas, como la Red Par y la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género que trabajan en la elaboración de propuestas para el tratamiento periodístico de temas que urge visibilizar.
Sin embargo, el Estado no parece estar a la altura de la circunstancia. No se aplica la ley de Protección Integral de las mujeres, las mujeres son maltratadas por las instituciones que deberían ofrecer respuestas, las denuncias por violencia son archivadas y si bien existe una buena legislación, la práctica indica que la Justicia no encontró el modo para tratar esta urgencia social.
Si hablamos de visibilizar, los colectivos de mujeres vienen concientizando que la violencia contra la mujer es el resultado de un sistema patriarcal que otorga a los varones privilegios, el cuerpo de la mujer es el terreno en donde se dirime el ejercicio de propiedad que como mandato busca obtener el varón para sentirse realizado socialmente.
A partir del asesinato de la adolescente de 14 años Chiara Páez, cada femicidio que sucedió luego aumentó más y más el hartazgo de activistas, que junto a periodistas convocaron a una concentración en el Congreso. Bajo la consigna #Ni una menos, la invitación a decir Basta se volvió viral y conductoras, famosas y famosos, celebritys y políticos, incluso la revista Noticias -uno de los medios que más se ha burlado grotescamente de la Presidenta C.F.K- así como Susana Giménez y hasta Tinelli se sumaron a la Convocatoria twiteando el hasstag con la consigna o posando con la misma en una foto.
Daría para otra columna indagar en el sentido de la lógica del espectáculo en una época en la cual la virtualidad y la exhibición (el impulso irrefrenable de «hacerse visible») organizan y construyen la vida social.
Hartas de contar femicidios, las convocantes esperan que aquellos políticos que se cuelguen el cartel no lo hagan nada más que como una acción políticamente correcta en tiempos electorales, así como las y los famosos como Marcelo Tinelli, principal exponente de la cosificación de la mujer en la TV y Mirtha Legrand capaz de sostener que puede existir una razón para que un varón golpee a una mujer, no califiquen como representantes de esta demanda que se realiza claramente el Estado.
Mientras las y los famosos se cuelgan la foto al tiempo que participan de una cultura que banaliza toda desigualdad, y hasta incluso se alimenta de la misma, y los políticos en campaña aprovechan para medir un punto más en las encuestas; las mujeres siguen siendo violentadas no solo por sus parejas sino por un sistema que las cosifica y que intenta disciplinarlas a cualquier costo.
El hartazgo está instalado, el 3 de junio se sale a gritar un límite manifiesto: Ni una mujer más asesinada, #Ni una menos, llegó la hora de exigir medidas.