Viedma. ADN
Viedma, capital histórica de la Patagonia e ilusoriamente Distrito Federal de la República Argentina, que no fue, sigue en deuda con su propia identidad: ser una ciudad capital de provincia.
Condenada a una calificación casi despectiva de “burocrática y administrativa”, refugio de empleados públicos y de proveedores del Estado, nunca resignó su capitalidad, pero tampoco pudo convertirse en esa ciudad que todos deseamos, que disfrutemos rodeada de un notable marco natural y con un clima apacible.
Para el mes próximo está anunciado el inicio de la obra de refuncionalización de la calle Buenos Aires, la arteria céntrica de la ciudad que a no dudarlo no está a la altura de calificarla como el centro comercial de una capital de provincia, que nos devuelve una imagen decadente.
El Estado provincial invertirá más de 16 millones de pesos en los trabajos de reciclado, obtenidos a través de un préstamo del BID. Se estima que en seis meses podrían culminar las obras, pero que necesariamente deben de estar acompañadas por otras inversiones municipales y del sector privado para no terminar sólo con una “calle bonita” pero con un entorno vetusto detenido en el tiempo.
Esto significa que los comerciantes, muchos remisos al momento de desembolsar dinero para “embellecer” la ciudad y también alguna morosidad de la municipalidad en planificar, por ejemplo, el entubamiento subterráneo del cableado aéreo, deberán acompañar con propuestas de transformación integral de la actividad.
Se trata de poner en valor también a las arterias transversales de la calle Buenos Aires y la zona de influencia, sin tener que recurrir siempre a las arcas del Estado y con esfuerzo e imaginación del privado y acompañamiento comunal.
Viedma ha crecido anárquicamente, sin planificación y sólo por voluntad individual de sus actores económicos han surgido zonas que lograron perfiles propios. Podría nombrarse a la calle Zatti, con especialidad en casas de venta de comidas y concesionarias automotrices; 25 de Mayo y su prolongación Caseros, con corralones de artículos de la construcción y otros servicios del ramo; la avenida costanera con la gastronomía e incluso la actividad comercial desarrollada en Alvaro Barros, Colón, Winter y O´Higgins, en torno a La Anónima y Tehuelche.
La Cámara de Comercio de Viedma, uno de los actores principales en esta conjunción con el Estado, no es ajena a esta responsabilidad y su conducción trabaja en una propuesta para el ordenamiento comercial y urbanístico.
Se trata de los Centros Comerciales a Cielo Abierto, una iniciativa que desarrolló en el país, en más de 80 ciudades, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) con un criterio de funcionamiento similar a los shopping, esto es , gerenciamiento, administración y responsabilidad centralizada, donde los comercios de una zona o calle de la ciudad se agrupan para adoptar criterios comunes de ventas (promociones, rebajas, liquidaciones y otros) estilos similares en los locales y vidrieras programadas, de manera que se ofrece al vecino uniformidad de criterios y ventas de manera sectorizada.
Oscar Antonione, responsable de CAME en esta organización de venta, visitó Viedma, invitado por la Cámara de Comercio, y se reunió con autoridades municipales con el propósito de llevar adelante este proyecto en la ciudad y para ello se estima que se podría firmar un acuerdo el mes próximo.
Así comienza germinar una idea que podría generar cambios en la capital provincial y servirse de otros ejemplos nacionales, como la ciudad de Junín en la provincia de Buenos Aires, que con este sistema de Centros Comerciales a Cielo Abierto mutó su tradicional perfil anodino bonaerense.
La pregunta del millón es si este cambio es posible. Transformar una vieja y pesada idiosincrasia que acompaña al devenir burocrático del Estado, con sus horarios, dependencias de las políticas salariales e inversiones públicas.
Habrá que derribar viejos pensamientos. Vale como ejemplo el proyecto municipal de ampliar la costanera hacia el sur, seguir hacia la calle Puente Viejo y llegar con obras a la zona del muelle ferroviario ubicado debajo del puente ferro carretero. Significa expandir la ciudad, trasladar el Club Náutico La Ribera, toda una institución viedmense, y avanzar sobre el río por la costa del vivero.
Podría acompañarse el paseo de la costanera –de puente a puente- con un mayor desarrollo gastronómico junto al río. En muchas ciudades del país y en el mundo, se trabaja en una arquitectura con proyectos urbanísticos amigables con el medio ambiente, sin competir con la naturaleza y sustentables.
Sólo una idea para seguir incorporando al río para beneficio de toda la ciudad.
Vale una pregunta en este devenir de pedir el esfuerzo del comercio viedmense para acompañar un desarrollo transformador en la ciudad ¿Está en condiciones de asumir este rol? y ¿Cuál es la situación actual del sector?
Viedma es una ciudad cara para vivir, alimentación, vestimenta y demás rubros. Casi nadie podría desmentir esta afirmación, incluso con abusos en algunos precios y costos de servicios. No está ausente en este criterio la modalidad de muchos vecinos de viajar para realizar comprar a otras ciudades, principalmente a Bahía Blanca, e incluso tour organizados al efecto con destino la capital federal y puntos comerciales como la calle Avellaneda o La Salada, a orillas del río Matanza.
También hay que señalar que han cambiado los paradigmas de compras del consumidor, un hecho nacional y mundial que obliga a aumentar la imaginación para no perder ventas.
No escapa a este análisis observar que hay fuga de recursos de la ciudad. Primero por lo que se denomina “grandes superficies” como el Casino, los supermercados, centros de compras mayoristas y artículos del hogar y electrónicos, que salvo en sueldos, trasladan sus ganancias afuera.
Pero hay otro fenómeno que es el comercio electrónico. Basta visitar el local de una empresa de correo privado, ubicada en calle Güemes, para tener idea del movimiento de entrega de productos adquiridos por internet y la mayoría sin costo de flete.
Según estimaciones un 60 por ciento de los productos que se ofrecen por internet se venden en comercios locales. Un sondeo entre comerciantes indica que un 45 por ciento dice que los precios son más bajos, un 19%, ligeramente más bajos, un 33% que son iguales, el 2% más altos y el 1% mucho más alto.
De los comerciantes viedmense un 30 por ciento reconoció utilizar la web como canal de venta, con Facebook un 67%, mientras que un 29% cuenta con página web propia.
Esta es una realidad insoslayable como también lo es el crecimiento de la economía informal con ventas ilegales, marcas “truchas” y ofertas callejeras. Hay ferias en barrios, como por ejemplo, Lavalle, con productos cuyo origen no siempre es fácil de justificar.
Un comerciante local fue muy elocuente al señalar sobre los sistemas de control que se ejercen en la ciudad: “acá el municipio, rentas de la provincia y la AFIP cazan en el zoológico. Siempre nos inspeccionan a los mismos y en el centro”.
La opinión general es que “persiste la situación de crisis”, con mermas en las ventas. Se mencionan como causas el costo de los productos, el alto valor de los alquileres con muchos locales vacíos, los aumentos salariales y la presión fiscal. Casi un 80 por ciento de los comerciantes consultados reconocen tener dificultades para pagar impuestos y gravámenes y que la presión fiscal (nacional, provincial y municipal) se incrementó en un 40 por ciento respecto del año pasado.
Esto que pretende ser una aproximación del actual cuadro de situación, representa también un desafío y generar desde esta realidad una nueva oportunidad.
Viedma espera un tiempo de cambio, sólo falta empezar.(ADN)