A 60 años de la revolución fusiladora
(Por Silvina García Larraburu) Un 16 de septiembre de 1955, Eduardo Lonardi e Isaac Rojas anunciaron el proceso político que comenzaba: El golpe de Estado autodenominado “Revolución Libertadora” y que en realidad terminó tratándose de una Revolución Fusiladora.
Querían imponer un proyecto para finalizar con el proceso que marcó definitivamente la historia argentina, el peronismo. Estaban convencidos de atacarlo de raíz y así lo hicieron, fueron contra la columna vertebral que son los trabajadores.
Se les quitaron puestos laborales, el dinero para mantener sus vidas, los derechos que habían conquistado unidos, como salud, educación y la posibilidad de contar con los servicios indispensables para la vida.
Apenas tres meses pasaron desde aquel ataque aéreo perpetrado en Plaza de Mayo, que provocó más de 350 muertos y dejó mil heridos. Ese bombardeo, fue la antesala del terror que duraría casi 30 años.
Entre junio y septiembre, Juan Domingo Perón eligió estar junto pueblo y resistirse al uso de la violencia. Veló por la ciudadanía hasta que la fuerza militar lo forzó a abandonar el poder para que no cayera una gota más de sangre.
Allí comenzaría la etapa de proscripción, censura y asesinatos a los peronistas. Eduardo Lonardi, Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Rojas eligieron destruir lo construido. Ese grupo que ocupó el poder por la fuerza, acordó silenciar las atrocidades contra la democracia e imponer un proyecto político para unos pocos.
No podemos permitir más retrocesos sociales y políticos, está en nuestras manos construir un futuro diferente.