Juntos, pero… ¿qué somos?. ADN
El oficialismo afronta, en esta larga transición, su primera disputa interna: peronistas y radicales buscan ser el pilar de Juntos Somos Río Negro. El novel partido provincial intenta recrear un movimiento con características locales, donde sin importar la procedencia de sus dirigentes, compartan el proyecto de provincia para los próximos 20 años.
Sin embargo, no es inocua la genética política del partido que encabeza Alberto Weretilneck. Todos los procesos de este tinte que se han dado en otros distritos de la Argentina (como Neuquén y San Juan por ejemplo) han tenido un vector central en el peronismo o en el radicalismo.
La puja tiene un estricto sentido de la oportunidad. El 10 de diciembre, cuando se produzca la asunción formal de la nueva gestión Weretilneck y el recambio del Parlamento, la supremacía peronista marcará el (des)equilibrio de fuerzas internas.
Hay un sector del radicalismo que intentó ser parte formal del armado partidario de Juntos, pero la Convención puso un freno. A partir de allí el traspaso fue de dirigentes de manera individual. Después del 14 de junio, quienes avisoraban un triunfo del oficialismo, no dudaron en la integración. Incluso, pretenden un debate interno en el seno de partido para que sea oficial y orgánicamente la inclusión de la UCR en JSRN.
Ese sector mantiene vínculos con el gobernador desde que Weretilneck era secretario de gobierno de Julio Arriaga en el municipio de Cipolletti. Y varios dirigentes del Frente Grande aún hoy ofician de vasos comunicantes entre el radicalismo y Juntos.
Sin embargo, muchos quedaron perplejos por la decisión del mandatario de sumar sin medias tintas su apoyo a la candidatura presidencial de Daniel Scioli. Valga un ejemplo: un histórico dirigente veranista barrial de Conesa trató de contener a sus correligionarios que votaron a Weretilneck repitiendo «es una operación de prensa».
Esta definición puso un freno -sobre todo a los intendentes- del avance hacia al oficialismo, y la mayoría (ahora) plantea acompañamiento pero desde la UCR. Mantener el partido es el objetivo inicial. Recuperarlo es el paso que le sigue. Los jefes comunales saben que los vínculos no se cortarán con Laprida y Belgrano, por el contrario, serán más fluídos y transparentes así.
Los peronistas miran esos movimientos. Y avisan: el gobernador llegó de la mano del PJ en la fórmula con Carlos Soria; Weretilneck viene del Frente Grande (un desprendimiento del justicialismo en los ´90, en plena resistencia al menemismo); y cuando tuvo que salirse de la coyuntura local, optó por Sergio Massa, no por Ernesto Sanz, Elisa Carrió ni Mauricio Macri.
Alineado a ese pensamiento y anclado en el kirchnerismo algunos funcionarios provenientes del FG acompañan el proceso de darle «identidad peronista» al movimiento de Juntos. Pero ese espacio está partido. No todos se sienten cómodos con el proyecto y acercan al radicalismo al gobernador.
Esta disputa tiene como consecuencia la futura presidencia del bloque. Hoy, esta Legislatura mantiene componentes radicales. Allí se basa hoy el ingreso a la Casa de Gobierno diariamente de dirigentes de la UCR. La próxima solo tendrá una sola banca.
De todos modos, ni los compañeros ni los correligionarios sumados a JSRN se desafiliaron, renunciaron a su partido ni (por ahora) fueron expulsados. Y muchos comparten genuinamente proyectos de provincia.
El sector peronista se reconoce más sólido: tienen al vicegobernador, legisladores, intendentes y funcionarios. Esperan sumar más jefes comunales el 25 de octubre. Y ante el avance de los adversarios históricos, cierran fila para no perder espacios.
No será neutral la disputa. No solo se juegan espacios de poder, sino y fundamentalmente, la genética político-ideológica del partido provincial que amanece y pretende hegemonizar la vida política rionegrina por muchos años.