“Dos modelos reales y tangibles”
(Roxana Fernández*) El 22 de noviembre próximo habrá balotaje por primera vez en la historia de nuestro país, lo que resulta muy bueno para la democracia, porque nos transforma en los protagonistas que decidiremos qué país queremos para nuestro futuro.
El debate insoslayable que emerge por estos días es qué proyecto político va a regir los destinos de la Argentina. Ante esta encrucijada, es claro que hay dos modelos en pugna y excluyentes. Cuando se repite permanentemente esta expresión, puede parecer una abstracción o una disquisición meramente intelectual. Pues no: nada más real y tangible que esta premisa.
El Frente Cambiemos niega esa contradicción manifiesta, mediante retóricas lavadas como “la revolución de la alegría”, “nos merecemos estar mejor” y otras vaguedades. Mauricio Macri ha llegado a la segunda vuelta postulando un cambio que nunca es explicado, a través de eslóganes marketineros, ensayos vacíos y una postura (paradójicamente) apolítica, que esconde su verdadera matriz ideológica, que es inconfesable. Cuando a algunos de sus referentes (Carlos Melconian, José Luis Espert, Alfonso Prat Gay o Juan José Aranguren) se les escabulle qué tipo de país quieren para los argentinos, rápidamente develan sus intenciones antipopulares y opuestas a las políticas implementadas en la última década.
Los dichos del ex directivo de Shell y actual asesor de Macri en temas energéticos, Juan José Aranguren, por tomar un ejemplo, fueron elocuentes. Declaró que no es relevante recuperar el autoabastecimiento hidrocarburífera y que había que revisar la política de recuperación de los últimos años.y la soberanía
Esas declaraciones le valieron la clara respuesta de nuestro gobernador. Sin lugar a medias tintas, Alberto Weretilneck aclaró que “seguir importando gas y combustibles en vez de potenciar la producción nacional no significa otra cosa que menos empleo, menos actividad económica en las regiones productoras, un ataque directo a las economías regionales y sobre todo, seguir gastando divisas nacionales en el exterior en vez de inyectar ese dinero para el desarrollo productivo nacional”.
En este sentido, el acuerdo suscripto entre Scioli y los gobernadores de provincias productoras de hidrocarburos marca la adscripción a uno de los dos modelos propuestos. Los convenios fueron en favor del autoabastecimiento energético de manera sustentable, con equidad federal y mayor productividad. Huelga decir que los convenios firmados no se limitan a políticas hidrocarburíferas, sino que implican una visión común sobre los temas a resolver y profundizar en nuestra querida Patagonia.
Por eso queremos evidenciar los dos proyectos de país contrapuestos e insistir en que no son discusiones teóricas o entelequias. Esta dicotomía se puede enunciar de muchas maneras: protección de la industria nacional o apertura de importaciones; cuidado del mercado interno o devaluación para los grandes exportadores; soberanía económica o endeudamiento externo; fortalecimiento regional o subordinación a las grandes potencias centrales.
Todas estas definiciones son correctas, pero tal vez debamos plantearlo de un modo más sencillo. El 22 de noviembre hay dos opciones: por un lado, el proyecto de endeudamiento, licuación del salario y desempleo creciente, de la mano de los gerentes de las grandes corporaciones económicas. Por el otro lado, un modelo de protección de la industria, del trabajo y del poder adquisitivo de los argentinos, encabezado por Daniel Scioli y Carlos Zannini.
*Presidenta del Bloque de Legisladores de Juntos Somos Río Negro