La suerte y un dólar en la billetera
(Francisco Balazs) Durante años, vaya uno a saber con precisión desde cuándo (aunque debiera rastrearse en algún momento en los años de la dictadura), comenzó la cábala de poner un billete de un dólar en la billetera.
“Trae suerte” se repetía en el boca a boca, para que, en poco tiempo, millones de billeteras argentinas incorporaran esa extraña e incomprensible tendencia a confiar su suerte guardando un billete norteamericano, que debía ser plegado en tres partes y de manera determinada, para que produzca efecto.
Con ese dólar en las billeteras, que muchos todavía mantienen guardados, se pasaron crisis económicas, devaluaciones, pérdidas de puestos de trabajo. Sin embargo, sigue ahí, guardadito, como última expresión de aferrarse al sueño verde.
Los beneficiarios de esa suerte no llegaron a esas billeteras, sí, en cambio, a las de los pocos que, concentrando y especulando, no guardaban un dólar sino que los acumulaban en cuentas en el exterior, donde iban a parar los miles de millones de dólares.
Y así, mientras el billetito, con el paso de los años se va arrugando, envejeciendo, muchos todavía persisten en el fetiche verde, que va acompañado de la estampita de San Cayetano y la imagen de la virgencita de Luján, conformando la trilogía de la buena esperanza en el bolsillo o la cartera del caballero o la dama.
El valor del tipo de cambio ha pasado a tomar un lugar central el último tramo de la campaña electoral, pasando a interesar no sólo a los grupos concentrados y agroexportadores, sino también a buena parte de la población. Por eso, dentro o fuera de las billeteras, el dólar continúa causando una cautivante fascinación para millones, millones que, aunque el dólar cueste 10, 12 o 20 pesos, no pueden comprar, y sin embargo, el valor del dólar se cuela hasta en la cola del verdulería, donde se puede escuchar, quien afirme con contundencia, que el dólar oficial a 9,60 no da para más.
Gran parte de la discusión sobre los dos modelos de país que se plebiscitan se reduce, en muchas ocasiones, al valor que cada uno de ellos le dará a la moneda norteamericana.
Y quien así lo impone no es casual, es el candidato de la alianza Cambiemos. La propuesta macrista de dejarlo librado al mercado y la de Daniel Scioli de mantenerlo regulado por el Banco Central, tendrán un efecto opuesto para el salario y las jubilaciones de los argentinos. Y no habrá billetito que salve. En esta extraña fascinación por la moneda estadounidense, talismán criollo con pretensión de conjurar las desventuras económicas y de la prosperidad de cada uno de sus portadores, se esconde todavía una batalla por ganar, otra más, entre tantas.
Responder