A 40 años de la masacre de Trelew
[slideshow]Trelew (ADN).- La Patagonia cuenta sus historias con lágrimas, masacre y represión con el Estado como principal protagonista de estos crímenes de lesa humanidad. Bastan dos libros como botón de muestra: José María Borrero, escribió La Patagonia Trágica y Osvaldo Bayer tituló su obra La Patagonia Rebelde, con un común denominador, la muerte de aborígenes, peones rurales, dirigentes y militantes sindicales y sociales en manos del Ejército y la Policía al servicio de los terratenientes extranjeros y sus compañías radicadas en el sur del país.
Los 70 no fueron ajenos a esta historia que marca a fuego la estepa patagónica y el 22 de agosto de 1972, en el gobierno de facto del general Alejandro Agustín Lanusse, la Infantería de Marina –bajo pretexto de “ley de fuga”- acribilló a tiros a 19 presos políticos que una semana antes se habían fugado de la cárcel de máxima seguridad de Rawson.
Tres quedaron heridos, a pesar de haber sido dados por muertos, María Antonia Berger, socióloga, Alberto Miguel Camps, estudiante de medicina, de las FAR y Ricardo René Haidar, ingeniero químico, perteneciente a Montoneros.
Sus relatos, conocidos luego en todo el mundo, signaron el principio del fin de la dictadura militar instalada en el país en 1966, tras el derrocamiento del presidente constitucional Arturo Illia.
Paco Urondo, poeta y también militante montonero, rescató el testimonio de los sobrevivientes y los llevó a un pequeño libro que tituló La Patria Fusilada.
El 15 de agosto de 1972 se produce una fuga de 25 presos políticos de la cárcel de Rawson, y se trasladan al aeropuerto de Trelew con la intención de salir del país en avión. Sólo seis logran el objetivo Roberto Santucho (ERP), Roberto Quieto (FAR), Enrique Gorriarán Merlo (ERP), Domingo Menna (ERP), Marcos Osatinsky (FAR) y Fernando Vaca Narvaja (Montoneros), que abordaron una aeronave Bac One-Eleven de Austral, que fue secuestrada, y previa escala en Chile, siguieron a Cuba.
Los 19 que no pudieron abordar otro avión, tras recibir un alerta de la torre de control, tomaron el aeropuerto que rápidamente fue rodeado por tropas de la Marina, correspondiente a la base Almirante Zar. Luego de brindar una conferencia de prensa en el lugar y pedir la presencia de un juez, se entregaron al capitán de corbeta Luis Sosa, con garantías de volver a la cárcel y no a una unidad militar.
En tanto en el penal de Rawson quedó el resto de los 165 presos que no habían logrado escapar debido a una falla de coordinación con los grupos de apoyo exterior.
Hoy en el viejo edificio del aeropuerto, convertido en Museo de la Memoria por el gobierno de la provincia de Chubut, será escenario del acto central que contará con la presencia de familiares y amigos de los muertos en la base militar, autoridades nacionales y provinciales y militantes de organizaciones políticas y sociales.
Mientras tanto en el Museo Cultural de Rawson “José Hernández” se realiza el juicio oral y público a los responsables de estas muertes. Están imputados el capitán de fragata Emilio Sosa, el capitán de corbeta Emilio del Real, el cabo Carlos Amadeo Marandino, por homicidios agravados por alevosía y premeditación.
A su vez, el entonces Jefe de la Base capitán de navío Rubén Norberto Paccagnini y el contralmirante Horacio Mayorga, fueron acusados como cómplices necesarios, mientras que el capitán de navío Jorge Enrique Bautista, fue acusado de encubrimiento.
El ex teniente de navío Roberto Guillermo Bravo, acusado de darle los tiros de gracias a todos los detenidos en la base Almirante Zar, vive en los Estados Unidos y el juez norteamericano Robert Dube, denegó su extradición a la Argentina bajo el argumento de que el ex militar vive en Miami, casado con una norteamericana y es ciudadano estadounidense.
Las garantías a los detenidos de volver a prisión nunca se iban a cumplir.
La espectacularidad de la fuga había dejado en ridículo a la dictadura e hizo previsible el desenlace.
Los marinos pergeñaron un intento de fuga, que nunca existió, y en la madrugada del 22 de agosto de 1972, sacaron a los presos de las celdas, los formaron en el pasillo del pabellón y a la orden del capitán de corbeta Luis Sosa y del teniente Roberto Bravo, comenzaron los disparos.
Murieron en esta masacre Carlos Astudillo, Rubén Bonet, Eduardo Capello, Mario Delfino, Alberto Del Rey, Alfredo Kohon, Clarisa Lea Place, Susana Lesgart, José Mena, Miguel Polti, Mariano Pujadas, María Sabelli, Ana Villarreal de Santucho, Humberto Suárez, Humberto Toschi y Jorge Ulla y resultaron gravemente heridos María Berger, Alberto Camps y Ricardo Haidar (ADN).