Contradicciones ● ADN
Viernes 13, mal augurio. Pasaron las 9 de la noche en la capital provincial y el noticiero local muestra la imagen del gobernador Weretilneck abrazándose con el ministro Juan Manuel Pichetto. Era la mañana y se mimaban, sonrientes, en un palco montado para recibir al ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. Unas horas más tarde, mientras el noticiero daba cuenta del acontecimiento, ya se podían leer en los medios digitales los motivos de la renuncia del hijo del senador.
Una buena instantánea de las contradicciones que ha expuesto el conflicto Weretilneck-Pichetto.
Hasta que esta crisis tomó estado público nunca se escuchó una crítica al gobierno de parte de legisladores, intendentes o dirigentes justicialistas.
Todos los legisladores —aún los actuales críticos— acompañaron hasta hace poco nefastas medidas con su voto en la Legislatura.
Decían que las cosas estaban bien y las críticas se adjudicaban a operaciones de prensa o segundas intenciones de un periodismo al servicio del gobierno anterior.
Muchas de esas críticas que expuso un sector de la prensa ahora son el argumento de una parte del peronismo: situación crítica de Viedma, megasueldos, anuncios con poco sustento, disponibilidad, pago con legítimo abono y otros.
Finalmente se van desnudando las verdaderas posiciones.
La diputada nacional Silvina García Larraburu dijo que la salud en Río Negro no funcionaba y criticó a los ministerios de Obras Públicas, Educación y Turismo. Nunca antes había dicho nada, por lo menos públicamente.
El legislador Ariel Rivero manifestó que éste no era un buen gobierno para Viedma, una ciudad “muy castigada por esta administración, falta trabajo y seguridad”.
El diputado olvidó su voto y el de su bloque a favor de la ley de Disponibilidad y sus criticas al pago de la zona desfavorable resuelto por el Ejecutivo en beneficio de los empleados.
En cuanto a seguridad, no recuerda que fue precisamente el gobierno nacional quien propuso al doctor Miguel Bermejo como secretario de Seguridad de Río Negro, un ex colaborador del gobierno anterior.
Juan Domingo Garrone reconoce que éste no es un mal gobierno, pero igual anuncia que se va del bloque oficialista porque le resulta difícil darse cuenta que “el materialismo está por encima de la pasión”, dejando libre interpretación a sus palabras.
Un tema recurrente y una excusa que pierde sustentabilidad en medio de estas peleas es la crítica sobre la relación del gobierno con dirigentes radicales.
Con ribetes tragicómicos, en un reportaje por radio nacional, la legisladora Piccinini dijo que le daba risa que le pregunten por las conversaciones del senador Miguel Pichetto con el reciclado Horacio Massaccesi, porque esto no tenía nada que ver respecto de otros radicales, aludiendo a Daniel Sartor.
Olvidó Ana Ida cuando en su paso por la Defensoría del Pueblo solicitó al fiscal viedmense Ricardo Falca que investigue todo lo relacionado con la construcción de la obra de Salto Andersen, en Río Colorado; sugirió que el ex gobernador Horacio Massaccesi, a quien adjudicó ser director de la empresa Isolux, debe ser citado a declarar por los trabajos en la represa que se pagaron el triple de su valor original.
Este caso fue fuertemente criticado por el PJ y especialmente por Martín Soria. Hoy el Fiscal de Investigaciones Administrativas, Marcelo Ponzone, tiene guardados bajo llave los voluminosos expedientes, por especial encargo del intendente de General Roca.
Pero la corrupción no se limita sólo a los funcionarios públicos, siempre hay una contraparte en el ámbito privado.
Por eso en este contexto hay que observar con detalle la información difundida, porque se inventan reuniones, se ocultan otras, y de las que realmente existieron se omiten algunos personajes que también asistieron. Todo depende del cristal con que se mira.
El ejemplo más burdo sobre cómo manejaron la información de la crisis rionegrina algunos medios fue el informe especial realizado por Canal 26. Apoyado en una gráfica con la imagen de la provincia en medios de llamas, el título era más que sugestivo: “El gobernador de Río Negro Alberto Weretilneck acusado de traición y corrupción”.
Los entrevistados para este informe llamativamente fueron Ariel Rivero, Rodolfo Aguiar (ATE) y Ana Piccinini.
El canal acusa a Weretilneck no sólo de querer perpetuarse en el poder “como si se tratara de un feudo, sino también de esconder las cifras de un estado deficitario y negocios poco claros que incluyen tres leyes inexplicables: mega sueldos, mega minería y disponibilidad”.
Sugestivamente se adjudica a la actual administración las tres leyes que fueron iniciativa de Carlos Soria y aprobadas en la Legislatura por todo el PJ cuando el ex gobernador estaba vivo.
Otro dato curioso que aparece en el informe en boca de Piccinini es cuando resalta la denuncia existente contra un funcionario de Obras Públicas, pero que también fue nombrado por Soria y por el contrario removido por el actual gobernador.
Por eso hay que ver la imagen panorámica con todos los actos, las actitudes y los actores en escena.
En esta película el embrión del conflicto del FpV fue interno, pero terminó metiendo la cola el sector radical más permeable al autoritarismo. Con nuevas alianzas, pasaron de las justificadas críticas al gobierno a impulsar la desestabilización, vaticinando victorias y anunciando adelanto de elecciones.
Con mano ajena, tratan de lograr la caída de un gobierno criticable, pero incuestionablemente elegido por la ciudadanía, que accedió al Poder en un marco institucional establecido por nuestra Constitución.
Del peronismo, llamó la atención la actitud del constitucionalista Rodolfo Ponce de León, pidiendo adelanto de elecciones, al igual que la de afiliados del PJ de Bariloche.
En definitiva, esta crisis política —como tantas otras— puso de manifiesto el abuso de la oratoria y la manipulación y omisión de datos e información. Se habla mucho y no se dice nada, o lo que es peor, se contradicen. Se bastardea la palabra, se la prostituye, le quitan crédito y sólo generan el efecto contrario: la desconfianza.