FpV: El ruido de la fractura llegó a Río Negro
(ADN).- La fractura del bloque del Frente para la Victoria comenzó en Pinamar. Sergio Massa reunió a Juan Manuel Urtubey y a Diego Bossio y les ofreció garantías para que encarnen la renovación en el PJ. La idea de la Casa Rosada es quitar de la escena política al kirchnerismo y construir un esquema bipartidista con dos bloques de centro con moderadas diferencias, al estilo norteamericano.
Massa se convirtió en socio de un sector del peronismo. Por ahora mantendrán autonomía. La estrategia es que el partido justicialista sea presidido por dirigentes que lo «modernicen». En español, que dejen atrás la etapa de Néstor y Cristina Kirchner, convertir en parias políticos a los integrantes de La Cámpora, y quitarle todo tipo de rasgo populista latinoamericanista.
La jugada tiene obstáculos y detractores.
Quienes se presentan como la renovación consideraron que no podían quedar atrapados en la telaraña del bloque. Evaluaron que para mostrarse como una «oposición seria» debían «criticar lo que está mal y acompañar lo que está bien». Tener las manos libres para votar iniciativas del oficialismo y sin cepo para criticar la gestión anterior.
El peronismo debate el poder y su conducción. La reunión del Consejo Federal (que convocó a elecciones internas el 8 de mayo) tuvo puntos de máxima tensión. Uno de los cruces más fuertes fue protagonizado por el intendente de Resistencia, Jorge Capitanich, con el senador Miguel Pichetto. El ex jefe de gabinete planteó una postura más dura de oposición al gobierno de Mauricio Macri. Más moderada fue la idea que esgrimió el jefe de la bancada del FpV.
Massa espera la interna. Si se impone el «peronismo pinamar» él volverá y llevará a la dirigencia del Frente Renovador. Será candidato en las elecciones intermedias del 2017 y se posicionará para llegar a la presidencia en 2019.
La Casa Rosada asegura que no interviene en la vida interna del PJ. Pero hay gestos institucionales que favorecen la fisura. El presidente de la Cámara habilitó la creación del bloque justicialista que presidirá Diego Bossio. La bancada tendrá -en principio- 12 integrantes. Ese sector especula que otros podrían sumarse más adelante. En esa lista de posibles pases la prensa nacional ubicó a la rionegrina María Emilia Soria. El dato es erróneo. Soria planteó que «la discusión debe darse hacia adentro» y criticó la movida.
«Es apresurado», «se equivocan» dijo el presidente del peronismo rionegrino. Incluso, Martín Soria, advirtió que son pocos los seguidores de Bossio y Urtubey. «Se llevaron solo a 12», observó. «Una muestra de debilidad». Es cierto que el número es exiguo, pero suficiente para que el macrismo equilibre fuerzas en Diputados.
Martín Doñate, líder de la Cámpora en Río Negro, también fustigó a quienes rompieron el bloque: «Aparacieron los críticos tardíos» dijo, y puso en ese lote también a Pichetto.
El kirchnerismo advierte la jugada y prepara el contraataque. Evalúa si presentar candidatos puros en la lista para conducir el partido o consensuar un espacio amplio con gobernadores e intendentes. Máximo Kirchner adelantó que el peronismo no puede ser «un partido chico» y recordó que la derrota impone volver al llano. «Somos todos iguales», razonó.
La puja es por el poder. Y el peronismo es un partido de poder. Habrá que esperar el proceso interno para saber qué tipo de partido y al servicio de qué intereses será. Pero siempre con la mirada puesta en recuperar el gobierno nacional.