Fútbol para Todos: «despolitizado» y camino al arancelamiento
Fernando Marín convocó en la Jefatura de Gabinete a las ochenta personas que hacen el Fútbol para Todos. Repitió varias veces que la nueva versión macrista del FpT sería “completamente despolitizada”. El titular del programa no permitió preguntas y ahí se terminó la reunión. Ahora, un par de semanas después, con el FpT ya en marcha, confirmó que el Fútbol para Todos terminará en 2019, o incluso antes si Mauricio Macri lo decidiera.
Tras esa reunión realizada en el edificio de jefatura, a cargo de Marcos Peña, hubo bajadas de línea específicas para directores de cámaras, relatores, comentaristas y cronistas de campo de juego. Especialista en marketing y mano derecha de Marín, José Aladro fue uno de los más enfáticos.
En adelante, quedó directamente prohibido decir en Fútbol para Todos frases como “en todo el país”, “de Ushuaia a La Quiaca” o “el fútbol grande de la Argentina”. En resumen, nada que recuerde a la etapa kirchnerista.
A los camarógrafos les subrayaron que no enfoquen banderas o dirigentes en las tribunas: ni siquiera a los macristas. A tal punto llegó la advertencia, que muchos periodistas (kirchneristas) depuraron sus cuentas de Twitter y Facebook.
Además del giro despolitizador, el macrismo apunta a que el fútbol gratuito ya no sea deficitario. Un objetivo todavía lejano: el Gobierno pagó $ 881 millones a la AFA, mientras delegó la televisación de los partidos de mayor audiencia en El Trece, Telefe y América, a cambio de $ 45 millones por pantalla (un promedio de un millón de pesos por partido).
Sobre el posible final de FpT, Marín dijo a La Nación: “En 2019, o quizás antes. A lo mejor se equilibran las cuentas y el Presidente decide terminar antes. Lo que no va a terminar es la gratuidad”.
Marín se hizo conocido por haber presidido Blanquiceleste SA, la gerenciadora de Racing, durante siete años. Ante la crisis económica de los clubes, fue vanguardia de una lógica que se suponía superadora: el gerenciamiento y las sociedades comerciales con grandes grupos inversores, algunos sospechados de lavar plata.
Casi en el arranque de su gestión, en diciembre de 2001, Racing salió campeón. En 2008, ya sin banca de los hinchas, el club de Avellaneda abandonó el gerenciamiento. Tras su salida, Marín afirmaría: “Como negocio, fue horrible”.