La herramienta burocrática de la democracia liberal. ADN
Juan Domingo Perón decía que el partido justicialista era la herramienta burocrática necesaria para participar de la democracia liberal. «El viejo odiaba el pejotismo pero era algo que tenía que tolerar», explica José Pablo Feinmann en su libro «Peronismo: Filosofía política de una persistencia argentina».
Perón fundó un movimiento. Amplio, pendular, que interpelaba a las mayorías populares, sectores de clase media y algún hijo rebelde de cajetilla sanisidrense. Siempre trabajó por estirar los límites, y logró la convivencia -no siempre pacífica- entre espacios antagónicos. Pero el movimiento necesitaba un ordenamiento legal, un marco jurídico que le permita presentarse a elecciones. Y para evitar el riesgo de achicar el espacio, propició frentes con sectores afines.
En ese trámite está Alberto Weretilneck. El gobernador busca su herramienta burocrática y anunció que en marzo comenzará el proceso de afiliación a Juntos Somos Río Negro. Esta semana varios intendentes estuvieron en Viedma y ni bien llegaban a su despacho le consultaban sobre el armado. A todos les dijo: «hay que salir a afiliar».
Hasta ahora, había dos corrientes de pensamiento en el oficialismo: una sostenía el armado del partido, la otra, prefería mantener el esquema de alianzas que llevó la fórmula Weretilneck-Pesatti. El camino será intermedio, será peronista. El gobierno tendrá su partido para ser el eje de las futuras alianzas. Mantendrá acuerdos regionanles y locales y permitirá la sumatoria de partidos en las elecciones generales. Y será un partido de distrito, para poder competir por bancas en el Congreso de la Nación.
«Vamos a mantener la idea de movimiento» les dijo el gobernador a un par de colaboradores. Así, evita rispideces con el vicegobernador. «Es un error achicar» había planteado Pedro Pesatti. Para evitar esa contracción, se mantendrá el espíritu frentista. Y se aplica la máxima de Perón: «el movimiento tiene que tener su herramienta burocrática para participar de la democracia liberal».
Pero el solo anuncio abrió la carrera por las afiliaciones. Ministros, legisladores, intendentes, concejales y dirigentes saldrán con las fichas en la mano, y «se contarán las costillas». Pese a la idea de armar un espacio nuevo y moderno, muchos no resistirán la tentación de jugar con cartas viejas para posicionarse en los liderzgos de cada región y en las negociaciones futuras cuando se discutan las candidaturas.
El partido necesariamente tendrá que tener autoridades. Aún no está resulta la mesa, pero será plural, dicen en la Casa de Gobierno.
¿Qué pasará con los peronistas albertistas?. Tania Lastra ya anunció que -ni bien la suspendieron en el PJ- renunció a su afiliación. Y firmará la ficha de Juntos. No es unánime esa posición. La tarea es más fácil para los dirigentes que provienen del Frente Grande. Ese partido está intervenido desde que Weretilneck anunció su pase al massismo. Hoy no tienen herramienta democrática.
Otro debate sucede en los partidos aliados: Redes, MPP, Partido de la Victoria y Unidos por Río Negro. Aunque la mayoría -por ahora- opta por mantener la independencia de sus espacios. Serán (probablemente, junto a los aliados locales como Gustavo Gennuso en Bariloche y Nelson Iribarren en Sierra Grande) los partidos con los que se constituya el movimiento.
Mientras discurre el plano político, en el terreno institucional el oficialismo tiene el desafío de acordar aumentos salariales. Espera que mañana la paritaria docente comience a encauzarse y evitar conflictos en el inicio de las clases. La tarea implica también acordar con los estatales. Nada fácil en el esquema de fractura entre UPCN y ATE.
Pero la puja salarial es uno de los tantos escollos que deberá sortear este año el gobierno. La obra pública se paraliza y deja centenas de trabajadores en la calle. El gobierno nacional no quiere devolver el 15% de coparticipación y asoma una pelea judicial. Sin ese dinero y con la contracción de fondos producto de la eliminación de las retenciones la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias y la rebaja del IVA en alimentos (todos impuestos coparticipables), la administración Weretilneck tiene poco margen de funcionamiento, ya que casi el 70% del presupuesto está destinado a salarios.
El gobernador hace gestos de acercamiento a la Casa Rosada. Se asegura en comunicación que es sólo institucional. Pero sabe de los condicionantes que impone el macrismo. Hasta que no haya un cambio en la Ley de Coparticipación o reglas claras de trasnferencia de recursos a las provincias, el gobierno central mantiene la potestad de la discrecionalidad. Una queja del macrismo en oposición, un tema que ahora en el oficialismo parece no tendrá solución.
Esta semana el PRO rionegrino dio más muestras de independecia de la UCR. Está decido a constituir el macrismo sin el radicalismo orgánico, y profundiza su pelea con Darío Berardi, reemplazante de Horacio Massaccesi en la jefatura del partido.
Los voceros del espacio aseguran que las designaciones en los organismos nacionales responden a acuerdos individuales y a un perfil específico. Mayoritariamente jóvenes, universitarios y sin paso por la «vieja política». Así, comienza la construcción -junto a empresarios y dirigentes del PJ- de Cambiemos en Río Negro.