Un discurso para conformar a sus socios
(Por Werner Pertot).- Mauricio Macri le dedicó 21 minutos a describir la “pesada herencia” y otros 36 a los ejes de gobierno y proyectos de ley. O bien, medido en páginas, 7 carillas de las 16 que ocupó el discurso del Presidente estuvieron destinadas a cuestionar a los gobiernos kirchneristas con el combo “clientelismo, despilfarro y corrupción”. En el Gobierno, evaluaron que la proporción fue la correcta, dado que conformaron a los distintos sectores de Cambiemos. En especial, a los radicales. “Si no aclarábamos de dónde venimos, la gente nos va a echar la culpa por la devaluación, la suba de tarifas y los despidos”, le comentó un correligionario a un macrista después del discurso. Los guiños y las señales de acercamiento – señalaban en Balcarce 50– estuvieron destinados al “PJ dialoguista”, como lo llaman en el PRO. Para el kirchnerismo, sólo hubo críticas por cómo reaccionaron ante el discurso de Macri.
Fue una pieza de una hora porque “más tiempo harta”, según estimaban en el equipo de discurso presidencial. Tuvo momentos de neto pensamiento (neo)liberal, como cuando el presidente hizo alusión al “Estado enorme” (el big state que suelen mentar los republicanos en Estados Unidos o, si se busca más por estas latitudes, “achicas el Estado para agrandar la Nación”) o como cuando mentó las cifras de la mayor presión impositiva o cuando hizo explícita la idea de que la emisión es la única culpable de la inflación. La cita de Néstor Kirchner y los superávit gemelos sirvió, en ese contexto, para indicar que su sucesora se desvió de ese rumbo. “Siempre estuvimos muy de acuerdo con la mirada del primer Kirchner –comentó a este diario el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo–. Hace poco dije algo parecido y los antikirchneristas me cuestionaron mucho. El plan económico de superávit gemelos y economía competitiva era sano. Estamos tratando de hacer lo mismo.”
El primer borrador del discurso lo preparó el equipo de discurso del gobierno nacional, que conduce Julieta Herrero e integran Daniela Brocco y Alejandro Rozitchner. Luego circuló por diversos canales –entre otros, por las manos de Jaime Durán Barba, que hizo comentarios generales– y, según indicaron tanto el jefe de Gabinete, Marcos Peña, como Macri intervinieron en forma constante. Según señalan quienes participaron del proceso, el presidente no tuvo ningún ensayo previo antes de leer el texto ante la Asamblea Legislativa.
Una de las alquimias más complejas fue dejar conformes a los sectores que pedían más palos para el gobierno de CFK y los que planteaban que debía concentrarse en un discurso propositivo. Quizá la frase de “podría seguir todo el día” y la idea de que se iban a seguir publicando más datos sobre el Gobierno anterior funcionó como un cierre y una compensación por no dedicarle más tiempo. De todas formas, en el Gobierno coincidían en que fue un discurso “duro y contundente”. “Marcó el estado de situación y una planificación de cara al futuro. Con un fuerte énfasis en bajar la inflación y luchar contra el narcotráfico. Y también en tender un puente… con el PJ dialoguista”, indicaban en el sector más político de Balcarce 50.
Las partes más duras estuvieron vinculadas a la denuncia de corrupción, pero también sirvieron para justificar los miles de despidos en el Estado, seguidos por los que están sucediéndose en el sector privado. “Nos mintieron camuflando el desempleo con empleo público”, fue la explicación que ensayó el presidente. De la misma manera la inflación de los últimos meses fue imputada a cuenta de la “transición desordenada”.
“Hubo una buena mezcla entre transmitir lo que fue la corrupción kirchnerista y al mismo tiempo que eso no le impida convocar a una construcción a futuro”, consideró Alejandro Rozitchner, quien integró el equipo de discurso. “El sabe que no es una persona nacida para hablar en público. Ha mejorado mucho en los últimos años”, estimó. Sobre la proporción dedicada a hablar de la “pesada herencia”, interpretó que “el peso mayor de este gobierno está en la gestión y en el futuro. No es un gobierno revanchista. Lo que más nos importa no es hablar del pasado”.
Pinedo, en tanto, consideró que “el discurso fue muy duro, pero porque la realidad es muy dura. El presidente quiso dejar claro cómo ve él la realidad de este momento. Dicho desde donde estamos partiendo –desde nuestra mirada, el kirchnerismo tendrá la suya– espero que demos vuelta la página del pasado y empecemos a trabajar sobre el futuro”. Sobre los abucheos a Macri, Pinedo advirtió que “fue una falta de respeto. El kirchnerismo empezó mal: invadió las bancas del oficialismo. Fue una falta de respeto a la gente que vota”.