¿El fin del pejotismo?

“Acá no hay libreprensadores”, exclamaba el jefe de senadores Miguel Angel Pichetto cada vez que se levantaban voces en contra de los proyectos que enviaba el Gobierno cuando el PJ estaba en el poder. Ahora sus colegas están desconcertados porque la nueva frase de cabecera que repite en las reuniones es: “esto es horizontal”, como si todas las opiniones de los senadores contaran por igual. Inaudito.

La resistencia opositora que imaginaba La Cámpora se evaporó tan rápido como una gota en el desierto. La única pasión que mueve ahora a los senadores del PJ es llegar al mejor acuerdo con el gobierno de Mauricio Macri. Y Pichetto pasó de ser el delegado del Poder Ejecutivo al equilibrista que busca sacar el mejor rédito posible en cada negociación. El justicialismo eclosionó.

Como un recipiente vacío, el PJ se llenó de ideología sindical a principios de los 80, absorbió después una apariencia socialdemócrata con Antonio Cafiero, se entregó al neoliberalismo en los 90 y viró luego al latinoamericanismo proteccionista con Néstor y Cristina Kirchner. Nunca dejó de ser un partido del poder. Esa es la única esencia que mantuvo durante las últimas cuatro décadas.

Ahora se encuentra en la oposición y sin un líder, porque a los gobernadores y senadores la resistencia obstruccionista que propone Cristina Kirchner les resulta un mal negocio.

El kirchnerismo se debilitó a velocidad luz por tres razones. Uno, el desgaste de las investigaciones judiciales por corrupción. Dos, la fidelidad del PJ se reducía en su mayor parte al atractivo de la billetera. Tres, Cristina Kirchner no supo construir una fuerza política propia. Cuando el PJ encuentre un nuevo líder definirá la enésima identidad de su eterna mutación.

El enfrentamiento con el grupo de Cristóbal López es la frontera final donde Macri libra su batalla con Cristina Kirchner, sin descuidar el frente judicial donde espera que los movimientos mantengan la incomodidad del kirchnerismo.

El PJ se retiró hace rato de la contienda con la bandera blanca en la mano. Y entregó al Presidente una ventaja política incalculable. Ante tanto senador que pregunta dónde hay que firmar, Macri pesca por ahora en el mar de la abundancia.

Sin embargo, el tiempo corre también para el Presidente. Su cuenta regresiva depende de un factor determinante: la economía. Macri repitió en las entrevistas del fin de semana pasado la profecía del equipo de Alfonso Prat-Gay: la inflación bajará en el segundo semestre y llegarán las inversiones. Es la línea marcada en el reloj de arena que definirá su grado de fortaleza o debilidad. Es el nuevo relato, que más tarde o más temprano, debe constatarse con la realidad para subsistir.(Entorno Inteligente)