Ciego
Qué pasaría si salieras a la calle con un antifaz y un bastón y además de la dificultad propia de andar en la oscuridad te encontraras en tu camino motos aparcadas en la acera que tienes que esquivar si es que no te tragas antes el espejo retrovisor, o los carteles de los bares que colocan en medio del paso para que se vean bien, o de repente te das un golpe en la cara porque un establecimiento tiene el toldo demasiado bajo para que no le entre el sol, o pisas la caca de un perro porque probablemente a su dueño le daba asco recogerla, o te arañas la cara con las ramas de un árbol que no han podado, o el semáforo sonoro que te indica cuándo está en verde no suena o suena tan flojito que no se percibe y cuando llamas a tráfico para informar te dicen que es que a los vecinos les molesta el ruido, o el paso de cebra está bloqueado por un coche pero el conductor cuando aparece te dice que no pasa nada que han sido sólo dos minutos.
Y si en vez de bastón sales con un perro guía vas a sentir un gran alivio porque él sí que te puede esquivar los obstáculos y avisarte de los escalones, pero no creas que mucho más, el recorrido se lo tienes que ir indicando tú y también tendrás que controlar que no se te despiste cuando la gente lo distrae porque es que “ay, si es que es tan bonito…”, cuando se lanza a por un trozo de pan o cualquier otra cosa que alguien en vez de tirarlo a la papelera a preferido dejarlo caer al suelo, y lo peor de todo, cuando aparece un perro suelto que se acerca a saludar al tuyo, que va trabajando, y te lo revoluciona con la inseguridad que se te mete en el cuerpo porque pierdes el control del espacio, y encima el dueño te dice que no pasa nada que su perro es muy bueno.
O de repente aparece un grupito de chicos en monopatín y tú te quedas pensando si te van a atropellar o no, o si vas con miedo porque están jugando al fútbol en una zona peatonal y vete tú a saber si vas a acabar siendo el blanco del balón. Al llegar a casa te quitarás el antifaz y habrá sido todo una aventura, pero hay mucha gente que no se lo puede quitar y tiene que vivir día tras día con muchas dificultades pero muchas de ellas se podrían evitar si la gente estuviera un poco más concienciada y todos respetáramos las normas y fuéramos mejores ciudadanos. Qué poco costaría y cuánto bien haría
Gustavo Loncoman, es discapacitado visual, vive en Genral Roca y Estudia Abogacía.
Carta enviada por Víctor Hugo Aubert, coordinador del Consejo Local de Discapacidad de Cipolletti.