Macri prepara un futuro sin Massa
(Por Ignacio Zuleta*).- Algo se ha roto en el vértice del poder, y las consecuencias van a empezar a verse esta semana, cuando el oficialismo se siente con Sergio Massa a relanzar el trizado proyecto PPP (Propiedad Pública-Privada) que cifró el nuevo disgusto del oficialismo. El gobierno empezó entender que hay vida sin Massa y después de Massa. Algo que hasta ahora no creía posible.
Para entender las razones de estos entuertos hay que ser buzo táctico para mirar con ojos bien abiertos por debajo de aguas barrosas. O ser un hacker y hurgar el verdadero diario de sesiones de los políticos de hoy, que son los mensajes de texto que trafican los protagonistas. En el archivo las memorias de los celulares quedan minuto a minuto grabadas los movimientos tácticos y las declaraciones de amor, odio y traición. Por ejemplo, los mensajes de Elisa Carrió a legisladores del oficialismo con ironías como “¡Sigan siendo socios de Massa, JAJAJA!”, después de que el jefe renovador se timbease en plena sesión para un triunfo pasajero, frustrarle el proyecto pro empresas del gobierno y pasarlo a comisión!
Ese gesto parece el final del romance entre Cambiemos, que viene adelantando el propio Macri en reuniones de la casa de gobierno en las que pide que su gente salga a criticarlo al hombre del Tigre. En esto está de nuevo más cerca de Carrió. Macri transita el lapso penitencial del año de aprendizaje a que está obligado todo presidente nuevo y su condición no puede ser más emergente: ganó un ballotage, pero el 25 de octubre perdió la elección legislativa que es, según muchos, la que vale.
Ética de la gestión vs. ética de la gobernabilidad
Los gobiernos se justifican por su intención de servir el interés público. Pero la necesidad los obliga, antes que nada, a asegurar la gobernabilidad. Remover a Alejandra Gils Carbó es, para el gobierno, defender el interés público. Pero sus decisiones atienden, primero, a asegurar la gobernabilidad. Por ejemplo, dándole la palabra final a Elisa Carrió. Este gobierno es débil porque perdió las elecciones y asegurar la gobernabilidad tampoco es del todo un interés privado de Macri; tener gobernabilidad es también asegurar el interés público. Por ejemplo, es de interés público que el gobierno busca financiamiento privado para grandes obras que no puede afrontar con un repuesto con el 7% de déficit. Para lograrlo, debilita la gobernabilidad porque negocia con el massismo para que la ley salga. Massa, que apoyaba el dictamen acordado con Cambiemos, porque entendería que defendía el interés público, hizo caer la sesión para agraviar la gobernabilidad de Macri y mostrar poder político, algo que expresa su interés privado. Bastaba con verle la cara de Marco Lavagna, que mocionó por las virtudes de esa norma con entusiasmo macrista, cuando recibió la orden de su jefe de votar la vuelta a comisión. El economista fue uno de los que confesó: “Voté lo que me indicó Sergio”. Minutos antes festejaba por SMS con el oficialismo: “¿Viste qué bien salió el proyecto; ¿hemos trabajado mucho, tenés que estar contento?”, le diría a una autoridad del bloque de Cambiemos. Massa los durmió a sus socios porque había asegurado que las firmas en disidencias del dictamen eran para la galería y que estaba todo cerrado. Monzó lo encerró a su amigo Massa en la noche del miércoles para quejarse de la traición. Escuchó de su amigo que debió empujar el pase a comisión porque había cinco diputados de sus 25 que no estaban de acuerdo (entre ellos Facundo Moyano, José Ignacio de Mendiguren, apadrinados por Roberto Lavagna) y que se le podía dividir el bloque.
Ingratitudes cordobesas
En ese aprendizaje Macri comprueba que también quienes son oposición buscan asegurar su gobernabilidad antes que defender el interés público. Max Weber distinguió entre la ética de la intención y la ética de la responsabilidad, incompatibles en la acción pública; Macri descubre en este aprendizaje que también hay una ética de la gestión y una ética de la gobernabilidad, que se excluyen cuando el cinturón aprieta. Quien busque referencias, que recuerde el dictamen de Birgitte Nyborg, el personaje de la serie dinamarquesa de ficción-política “Borgen”: los gobiernos privilegian las medidas que le aseguren el poder, y recién después las que defienden el interés público. Es la serie de TV que Macri aconseja que mirar, porque enseña cómo se gobierna desde la minoría y negociando todo. En la mañana del miércoles de la malhadada sesión por la PPP, Macri llevó a Olivos a Juan Schiaretti y a un puñado de funcionarios para formalizar la devolución de los fondos que le adeuda la Nación a Córdoba por retenciones previsionales, un enfrentamiento que llegó a la Corte. El peronista Schiaretti se llevó esa mañana $ 2.000 millones, a cuenta de algo más del doble que le deben a su provincia. Por la tarde, como si eso no hubiera existido, los diputados del peronismo cordobés, que no están en el Frente para la Victoria, encabezados por Adriana Nazario, esposa de José Manuel de la Sota, apoyaron la caída de la sesión. Además, con ese dinero hará su campaña a diputado nacional José Manuel de la Sota, contra los candidatos de Cambiemos, que tiene en esa provincia dos jefes de bloque, Mario Negri y Nicolás Massot. Para los baquianos de la política, o es una traición de estos amigos cordobeses, o es una ingenuidad no haberlos comprometido con el voto a un proyecto que el gobierno le pidió al Congreso con un énfasis digno de mejor causa. De ese interés saben los jefes legislativos del oficialismo que estuvieron en el gabinete del martes por la mañana en casa de Gobierno, que escucharon la queja presidencial: “¿Por qué me demoran la PPP?”.
Confesiones entre angelitos tangueros
En la noche del martes todo el radicalismo de Diputados hizo un encierro para preparar la sesión del miércoles y también el debate del presupuesto, al que concurrieron los asesores de la comisión respectiva, los auditores Jesús Rodríguez y Alejandro Nieva y el gobernado Gerardo Morales. Fue en el subsuelo del Café de los Angelitos, que es casi una dependencia legislativa (está en Rivadavia y Rincón, lo inmortalizaron Cátulo y Razzano) y en el punto de actualizó el apoyo a la PPP. Tanta claridad había entre esos radicales a los que arrastró Mario Negri para comprometerlos a todos, sin que faltase nadie, que cerca de medianoche salió de allí otro SMS rumbo a Olivos: “Tranqui, vas a tener PPP”. En el instante llegó la respuesta: “Gracias”. Para qué decir la bronca que la caída de la sesión motivó en todo el oficialismo. Uno de los más grandes daños fue la fractura de la relación entre Massa y Monzó: el presidente de la cámara de Diputados es el valedor de la relación entre el gobierno y el diputado renovador. Paga por eso un costo político, que es la mala relación con María Eugenia Vidal. Al defraudar Massa la confianza con Monzó, lo devalúa a éste y lo deja a merced de sus adversarios internos en el oficialismo. La reunión del martes con Massa es una gestión de Monzó para recuperarse de esa derrota que, además, Massa revistió de dramatismo, como cuando recorría los pasillos de la cámara la noche del jueves al grito de “¡Ahora van a saber quién soy yo, conmigo no se jode!”, como si buscase victimizarse.
Hay quienes buscan una relación de este revés legislativo con una venganza del massismo porque Cambiemos los comprometió en la una ley de reforma de los fiscales que volteó Elisa Carrió. No parece ser éste el caso, porque en la noche del Café de los Angelitos se les pasó el peine fino a las críticas al proyecto que Carrió había adelantado hace tiempo y que fue tema de debate una semana antes en la cena de los graduados del colegio Newman, como se contó aquí el domingo pasado. Darle 5 años al cargo y hacerla cesar en 2017 a Gils Carbó le parece mal a Carrió, que mociona por un mandato de diez años. Eso es archiconocido, pero se conocen menos otra razones de las que la jefa del ARI está convencida: 1) darle demasiadas atribuciones, como hace el proyecto, a la comisión bicameral que se crea para controlar a los fiscales, es un regalo inmerecido al massismo, que puso a la futura presidente de ese órgano, Graciela Camaño; 2) Eso se agrava con el hecho de que la presidencia pasa el año que viene al Senado, y ese cargo seguramente lo ocupará Miguel Pichetto, con lo cual se le dará poder sobre los fiscales a un miembro de la cúpula del PJ, cuya política sobre los fiscales quiere desmontar Cambiemos. 3) Carrió cree que atrás de todo esto hay un pacto para el reparto de cargos para nuevos fiscales o fiscales con nuevo destino, en donde actúan las fuerzas oscuras que ella quiere destruir, dígase la trama SIDE-Angelici-Stiuso. Para ella lo más delicado es que el gobierno puede ser acusado en querer presionar a los fiscales que tienen causas de funcionarios de este gobierno (dólar futuro, Panamá Papers, etc.). de sanar esas diferencias se ocuparon el fin de semana, a solas, Mario Quintana y el delegado de Lilita, Fernando Sánchez.
Lilita, rara como encendida
Entender a Carrió es como entender al peronismo; una materia para expertos que se comprende sólo con especial asistencia del Espíritu Santo. Equivocarse respecto de esos dos fenómenos de la política criolla tiene riesgo de vida, o de confusión terminal, que es casi lo mismo. La fuerza con la cual la diputada mueve el mundo tiene pocos precedentes y se basa sobre su capacidad estratégica, la identificación con el público y también su personalidad, en la que juntan política y vida. Es difícil imaginar esa relación entre lo personal (que en ella es algo religioso, en el sentido lato, y no político, y por eso desmarca en todas las situaciones. Vive sola, custodiada por extraños, se franquea con pocos, gasta su salud. El jueves declinó hablar en el acto de Cambiemos porque se sentía cansada. Declinó una reunión a solas en el salón Lahusen con Macri y los otros jefazos de la liga Cambiemos – algo que sí les consiente a otros “principals” de cambiemos como Fabián Rodríguez Simón o Mariana Zuvic, y que cruzan anécdotas que van desde el estado en la que la tiene el cóctel de medicamentos que le atizan los médicos, hasta anécdotas desopilantes. Una cuenta que se salta la prohibición de fumar y cuando va en el auto, ordena al chofer que pare, detiene a un circunstante y le manguea deliciosamente un faso. En el gobierno creen que el proyecto es reflotable porque Carrió se dedicó en las horas previas al “lanzamiento” de la Mesa de Cambiemos a aclararle a la propia tropa que ella apoya el proyecto con reformas, y que hay que seguir adelante. Pichetto, jefe del peronismo legislativo, cree que el proyecto está muerto porque nunca van a lograrse los votos necesarios. Me dijo que el bloque hasta este incidente del envió de Carrió contra el tratamiento del proyecto, el bloque que preside en el Senado estaba de acuerdo con una solución “razonable” que no es éste enfrentamiento de tribus del oficialismo. Recordó en la charla que él cree que cada gobierno debe poder poner su procurador nacional, como lo hicieron todos los presidentes desde 1983; o como ocurre en los Estados Unidos, adonde el procurador general es el ministro de Justicia de cada gabinete. Pichetto sigue lamentando que el Gobierno no termine de entender que debió aceptar su pacto de gobernabilidad en enero pasado. Pero Cambiemos tiene otra percepción de esas relaciones. Por eso se llama Cambiemos.
*Períodista y consultor político.