Análisis: Discurso de Trump remarcó lo que los estadounidenses pidieron en las urnas
Con pautas y promesas muy concretas, y una clara nostalgia por el pasado de EE.UU., al discurso le faltaron especificaciones y visión de futuro sobre cómo piensa cumplir el nuevo mandatario, indicaron políticos y académicos a la AP.
Estados Unidos está recibiendo lo que pidió el día de las elecciones.
Si alguien esperaba una evolución del candidato Donald Trump al presidente Donald Trump, ya puede descartarlo.
Para deleite o consternación de diferentes subgrupos de estadounidenses, el nuevo presidente pronunció el viernes un discurso inaugural que se nutrió directamente de su guión de campaña.
Trump hizo guiños a la unidad y comenzó con palabras amables para Barack y Michelle Obama, pero giró inmediatamente hacia una ácida denuncia de la situación actual y los años de Obama.
Presidentes anteriores han prometido un Pacto Americano, una Nueva Frontera, una Gran Sociedad. Trump esbozó la visión de una «carnicería estadounidense». Y a continuación, se comprometió a ponerle fin con un enfoque nacionalista de Gobierno basado en «Estados Unidos primero».
Fue un discurso para los partidarios de Trump, pero tal vez no para los que votaron por otro candidato.
Cuando dijo a la multitud congregada en el National Mall y a los que veían la ceremonia desde lejos «todo el mundo te está escuchando ahora», y habló de un «movimiento histórico como el mundo nunca había visto antes» parecía dirigirse a sus electores.
«En algún momento tiene que haber un desplazamiento a ser el líder de todos», dijo a Associated Press el gobernador de Connecticut Dannell Malloy, presidente de la Asociación de Gobernadores Demócratas.
El ex presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, escuchó, sin embargo, «exactamente el discurso que Trump necesitaba pronunciar para ser el tipo de presidente que quiere ser».
«De manera muy esmerada, reafirmó precisamente los temas que le llevaron a ser elegido», dijo Gingrich. «Está tratando de comunicar cómo ve desde su perspectiva los próximos años: esencialmente lo va a exponer, una y otra vez, como el pueblo vs. el establishment, en un esfuerzo constante para reformar el sistema”.
En su discurso inaugural de 16 minutos, Trump habló en términos sombríos de familias atrapadas en la pobreza, fábricas cerradas salpicando el paisaje como lápidas, delincuencia rampante, drogas y pandillas.
Fue un eco del también sombrío mensaje que presentó en la Convención Nacional Republicana, e igualmente escaso en especificaciones sobre cómo va a resolver esos problemas.
Su promesa de mejoras llegó bajo la forma de una elegía nostálgica a tiempos pasados que fueron mejores.
«Estados Unidos comenzará a triunfar otra vez, a triunfar como nunca antes”, dijo el nuevo presidente. “Recuperaremos nuestros empleos. Recuperaremos nuestras fronteras. Traeremos de vuelta nuestra riqueza. Y traeremos de vuelta nuestros sueños».
La nostalgia funciona con algunos estadounidenses, pero no con todos.
«Si eres un afroamericano, (los EE.UU. de ) 50 años atrás no te parecen tan buenos”, dijo Michael Gerson, ex redactor de discursos del presidente George W. Bush y un crítico frecuente de Trump. «Se necesita algún tipo de visión sobre el futuro de Estados Unidos”.
El nuevo presidente «amplifica resentimientos» en nombre del cambio, opinó Gerson. «Siempre es ‘nosotros contra ellos’”.
Trump abordó directamente los desafíos modernos de seguridad que enfrenta la nación ofreciendo una promesa general de «erradicar por completo de la faz de la tierra”, el azote del «Terrorismo Radical Islámico», una frase con mayúsculas que la administración Obama ni siquiera osaba pronunciar.
Pero no ha dado muchos detalles sobre la forma en que piensa hacerlo.
Por supuesto, los discursos inaugurales no están destinados a ser sucintas descripciones de las políticas. Pero para tener impacto deben estar respaldados por un plan de acción.
Mientras el nuevo presidente asumía su cargo, el sitio de la Casa Blanca whitehouse.gov se iba llenando de páginas sobre políticas ricas en metas generales y pobres en especificaciones.
Y los signos de interrogación alrededor de las políticas de Trump sobre impuestos, comercio, inmigración, terrorismo y otros temas se ven magnificados por declaraciones a veces contradictorias sobre estos temas de los nominados a su gabinete.
La incertidumbre en torno a Trump también se deriva de sus propios cambios de tono.
El senador Chris Murphy, demócrata por Connecticut, dijo a la AP que el discurso del nuevo presidente en el almuerzo con los legisladores en el Capitolio, inmediatamente después de su discurso inaugural, fue considerablemente más conciliador.
«Cuando está frente a una multitud, va a rugir populismo, pero luego, cuando está dentro del Capitolio, es más amigable con la gente y asegura que todos podemos trabajar juntos», dijo Murphy. «La pregunta es, ¿dónde aterrizará su gobernabilidad? ¿en su discurso inaugural, o en su discurso durante el almuerzo?»
Antes de su discurso inaugural del viernes ya Trump tenía mucho por hacer para aglutinar a la nación detrás de él.
Sólo 40 por ciento de los estadounidenses tiene una opinión favorable de él, una popularidad mucho menor que la de cualquier otro presidente electo desde al menos los años 70, según un sondeo reciente de Washington Post / ABC News.
Y si no es capaz de cumplir con las osadas promesas de su discurso inaugural, perderá aun a aquellos que tiene en su esquina.
«El discurso se caracterizó por establecer pautas muy específicas por las cuales será evaluada su presidencia”, dijo Kathleen Jamieson Sala, profesora de comunicaciones y directora del Centro de Política Pública Annenberg de la Universidad de Pennsylvania. «La naturaleza categórica de esas pautas va a ser un problema para él”.
Gingrich lo expresa de manera más clara: «Si nos mantiene a salvo y crea puestos de trabajo, es casi seguro que sea reelegido. Si no lo logra, estará en serios problemas”. (Associated Press)