El radicalismo sigue vigente
(Enrique Carlos Mogensen*).- Cuando en marzo del 2015 la Convención Nacional del Radicalismo en Gualeguaychu- Entre Ríos aprobaba en elección interna el acuerdo electoral con el Pro y la Coalición Cívica – Ari , el presidente de la UCR Ernesto Sanz señalaba que el objetivo no era otro que lograr que el republicanismo democrático derrotara al populismo autoritario. El propósito consistía en diseñar la estrategia para lograr el retorno de la justicia independiente, erradicar la corrupción y la inmoralidad con el desprecio y desprestigio por las instituciones de la República del que hacía uso y abuso el gobierno kichnerista. La nueva sociedad política de los partidos integrantes se circunscribió solo a una coalición electoral, que como táctica diseñara el principio del camino conducente a la refundación de la República y al respeto de las instituciones argentinas.
La aprobación u oposición con respecto al acuerdo se definió democráticamente en las filas radicales y no representó para la UCR una división ideológica, no provocaron disputas de corrientes internas o divisiones en el seno del tronco radical que llevaran a una cariocinesis, solo se asumieron actitudes disímiles o posturas distintas frente a la caótica realidad política existente en el país. Tampoco produjo una división entre polos divergentes en que algunos privilegian con un sentido de ética y cosmovisión a los principios y otros que con aspiraciones de alcanzar el poder desembocan en un exacerbado pragmatismo.
Es necesario recordar que el radicalismo en su nacimiento se aferró a tajantes definiciones que se enarbolaron como banderas principistas que conformaban la identidad radical marcando un reiterado rechazo al acuerdo, al que despectivamente definían como contubernio, consideraban que el poder a pesar de ser uno de los medios más eficaces para hacer práctico un programa, no constituía un fin. Ese enaltecimiento de los objetivos, esa renuncia a medrar con las propias razones para subsistir, definieron su perdurabilidad en el tiempo, es el rechazo a cualquier atisbo de inmoralidad o componenda o a cualquier claudicación ética. La doctrina del radicalismo rechaza los pactos, los entendimientos, los acuerdos con intención puramente electoralista, por eso la intransigencia y el antiacuerdismo forman parte de su tesoro doctrinal.
Decía Hipólito Yrigoyen: “Por nobles que sean los móviles y benéficos los resultados prácticos que pueden aparentemente obtenerse al entregar a un convenio de comité las aspiraciones de todo un pueblo, es evidente que esos actos son perniciosos en la vida de la democracia”.
Esos acercamientos para convenir candidaturas mutila la capacidad política del pueblo, son soluciones neutras que buscan amalgamar tendencias opuestas y desde el ángulo principista “los acuerdos políticos no pueden ni siquiera formularse”y remataba con la recordada máxima. “que se pierdan mil presidencias pero que se salven los principios”.
Cuando Leandro Alem sentenció “en política, como en todo, se hace lo que se debe y, cuando lo único que se puede hacer es malo, no se hace nada”, en una sola frase lapidó a los que conciben la política como oportunismo, transigir es inaceptable, indudablemente la mentalidad política del fundador del radicalismo aglutinaba purismo, probidad y obstinación, en su espíritu germinaba una insoslayable repulsa al acuerdo.
Esta posición se explicitaba mas tarde en la Declaración de Avellaneda (1947) al sostener “nuestra oposición a que la Unión Cívica Radical concierte pactos o acuerdos electorales, nuestra convicción de que no debemos participar en gobiernos que no hayan surgido de nuestras propias filas”. Estos postulados provocaron adhesiones y desencuentros en el radicalismo a lo largo de su historia, no obstante sus sucesivas fracturas, el partido radical ha mantenido íntegramente su identidad.
La intención acuerdista en si no es repudiable, por el contrario es laudatorio que la sociedad se afane por entenderse, pero cuando el acuerdo se plantea con el único interés de alcanzar un éxito electoral, sin un respaldo de coincidencias ideológicas para hacerlas realidad en la función de gobierno, si su finalidad se reduce a la apetencia de disponer de los cargos públicos para obtener el poder que emana de su pertenencia y el objetivo apunta solo al usufructo de unos pocos, esa acción peca de mezquindad, se constituye en deplorable, en una afrenta no solo a los correligionarios del partido, sino porque disiente de la filosofía política de su ideario y esa trasgresión afecta también al resto de las instituciones republicanas y a la sociedad misma; es allí donde se plantea el cisma, no comulgan ni pueden ir por el mismo camino las virtudes principistas que las tropelías, la ilicitud y la depravación política, es un tema de conducta pero fundamentalmente de conciencia.
En cumbres de la política nacional radicalismo a dado clara muestra de altruismo y grandeza cuando integró la Asamblea de la Civilidad, La Hora del Pueblo y la Convocatoria Multipartidaria, los acercamientos consistían en sumar fuerzas en procurar el logro del retorno de la democracia, proponía una reconciliación de las mayorías populares representadas por radicales, peronistas y demás partidos del espectro político, interpretando que de esa comunión devendría la deseada unión nacional, basamento indispensable de la república, evitaría el enfrentamiento estéril que solo beneficiaba a los sectores reaccionarios y parasitarios de la sociedad argentina, mas que una definición simbolizaba toda una lección de dignidad nacional. y allí está presente la voluntad superior en procura del objetivo mayor y prioritario, que es el país. El fenómeno de la globalización mundial, ha penetrado también en la política y ha contribuido a confundir y derrumbar principios y fronteras ideológicas, posibilitando la alternativa de constituir frentes, uniones, concertaciones, acuerdos, movimientos, bloques, alianzas, coaliciones u optar por las fórmulas transversales, que privilegian el beneficio inmediato de la contienda electoral. No puede construirse una homogeneidad de ideas o pensamientos a través de estas fórmulas, no existe un cause común de principios, son solo baldosas o fragmentaciones de distintos color que no responden a una plataforma o a una estructura única con objetivos claros y definidos, los únicos beneficiados de estas circunstancias son los fariseos mercaderes de la política que con su fragilidad o escasez de conducta y pensamiento se constituyen en funcionales a cualquier agrupación que le satisfaga su apetencia personal, son la nueva generación de los saltimbanquis de la política o afiliados a su partido unipersonal , interesados solo en el beneficio personal.
El radicalismo tiene la gran responsabilidad de retornar a sus fuentes para dignificar a la política, rescatar la vergüenza, la honorabilidad, la ética y los principios que muchos guardaron en el baúl de los recuerdos. Son tiempos de análisis para detectar las causas del fenómeno amoral y políticamente degenerativo que llegó a los partidos políticos; debate, reflexión, raciocinio, cosmovisión política serán necesarios para arribar a una salida que permita dignamente seguir reafirmando la identidad de una Argentina honrosa y ejemplo de los países de América.
La doctrina constituye el gran bastión ideológico, es la trinchera de los principios, constituye la reserva contra los avatares incontrolables de las desviaciones que pretenden deteriorar la virtud y pulcritud principista, es la fuente que brinda la conducta cívica intachable, que se practique la cuota de altruismo necesaria, el desprendimiento noble y un esfuerzo supremo de cara al futuro, establecer factores de reparación con el concurso de ideas moralizadoras, impregnadas de civismo y espíritu republicano, ese será el camino para el reencuentro con nuestra Constitución tantas veces vapuleada y dejada de lado por los necios camicaces del desencuentro argentino.
En la década 80/90 gran parte del radicalismo simpatizaba con la tendencia de integrar la “socialdemocracia”, tendencia política vigente en la segunda mitad del siglo XX en varios países de Europa y que al igual que los partidos laboristas con raíces humanistas engloban modelos sociales y políticas económicas progresistas proponiendo un mundo de libertades, de respeto a la dignidad y a los derechos humanos, con un culto a la democracia, a la justicia social, al cuidado del medio ambiente, todo en un marco de solidaridad y confraternidad, objetivos que retrotraen al radicalismo a sus orígenes y que han perdurado manteniendo la vigencia del único partido de longevidad centenaria de Argentina, sintetizando su encuadre como partido de centro izquierda.
En su discurso de Parque Norte el ex presidente Raúl Alfonsín, en la fundamentación del mensaje reseñaba los términos de la construcción política planteada hacia el futuro, los politólogos de la época sintetizaban sus pensamientos definiendo la puesta en práctica de la propuesta como la posibilidad del nacimiento del tercer movimiento histórico englobando a toda la sociedad democrática, ya que el discurso no estuvo dirigido a un sector de la sociedad, sino a todo un país ávido de abandonar una cultura política facciosa e impregnada de un despiadado hegemonismo que había caracterizado los últimos años de la vida de los argentinos. Planteaba que el pluralismo era la base sobre la que se debía edificar la joven democracia argentina, promoviendo un sistema de lealtades que dejara de lado dicotomías y enfrentamientos para favorecer la gobernabilidad y el fortalecimiento institucional.
Después vino la cruda realidad con Menen (PJ) el país soportó el neoliberalismo a ultranza con la entrega del país a las privatizaciones y mas tarde con el kichnerismo (PJ) sufrió el robo mas escandaloso de la historia de nuestro país, donde los que antes levantaban la bandera de la justicia social ignoraban la muerte por desnutrición de los niños del norte argentino y aplaudían el robo escandaloso que hacía la pareja presidencial hoy comprobado por la justicia independiente que ha convocado a los protagonistas dirigentes del partido justicialista o kichneristas , a prestar declaraciones a Comodoro Py a rendir cuentas de las malversaciones ….. que lejos de Don Hipólito Yrigoyen, de Don Arturo Illia, de Don Raúl Alfonsín, orgullos del radicalismo.
Para los correligionarios que consideran que hubo en el partido una desviación hacia la derecha le afirmaremos que nuestro camino está marcado por 125 años de trayectoria y no se compatibiliza ni se comulga con la idea conservadora, solo buscamos adherentes de convicción profundamente democrática que nos acompañen en la recuperación de una auténtica República, después de la más grande defraudación histórica al pueblo argentino, la reflexión hace que el radicalismo se asuma como futura alternativa porque continúa siendo la reserva moral del país ante una ciudadanía que repugna la corrupción y desea un futuro de desarrollo y prosperidad para el presente y futuro. Mientras haya que defender la Constitución, la República y la Democracia, la Unión Cívica Radical estará mas vigente que nunca.
*Ex presidente de la UCR Bariloche 1983/85
Presidente UCR Línea Bariloche
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