¿Cuál podría ser el impacto de la crisis de Brasil en la Argentina?
(Por Hernán P Herrera-EPPA).- A simple viste hay bastantes temas para clasificar la respuesta. Por supuesto que es una mirada del escenario que surge de un análisis personal.
Devaluación. Nada indica que la Argentina vaya a sufrir una corrida antes de saber qué pasa con las elecciones de 2019. Hay margen para endeudarse por un tiempo más, lamentablemente.
¿Entonces por qué habría una devaluación sin corrida antes de eso? Definamos los términos, una devaluación es un shock, no puede ser de menos del 20% (¿ó del 15%?) por decir algo. Sólo por decisión del gobierno podría modificarse, y eso tendría que ver con la decisión de cambiar de modelo. Poco probable. A la Argentina le conviene sostener un dólar que a partir de un punto acompañe los precios, sin presionarlos, pero nunca apreciando la moneda local, porque esta lógica no sólo retrae la actividad, y favorece, en el marco de desregulación financiera, la especulación; además sólo se puede sostener con el ingreso de divisas, que con la actividad retraída, sólo pueden entrar por deuda (recordemos que la carta FMI todavía no se jugó), y esto en algún momento explota.
Entonces: no creo que haya una devaluación antes de las PASO de 2019, cosa a su vez, que va conformando una bola de nieve que es insostenible, sobre todo si es en conjunto con mayores compras al exterior de productos terminados, sin regulación de precios, sin regulación financiera para evitar capitales especulativos. Es una verdadera herencia dramática la que consolida Cambiemos. O sea, devaluaciones pequeñas son muy posibles, pero sin afectar el escenario de ingreso de capitales golondrinas especulativos.
Actividad. La actividad va a seguir el camino actual. Mejorará un poquito empujada por el gasto público. Es una mejora mínima, vinculada sobre todo a la baja base de comparación. De hecho la industria en diciembre posiblemente termine peor que en diciembre de 2016, consolidando un proceso de creciente desempleo. Esta mejora mínima no va a llegar a la gente, y hasta es posible que no llegue a las estadísticas agregadas, mostrando a fin de año una nueva caída del PBI con muy pocos jugadores ganadores al interior de pocos sectores (sobre todo exportadores de granos, empresas de servicios de luz, agua, y gas, algunos bancos, algunas multis y algunas empresas amigas del presidente).
De cualquier modo, está claro que Brasil no ayudará. La principal apuesta de un gobierno que quiere lograr una mejora en el nivel de vida, debe estar hoy orientada a alguna estrategia de fortalecimiento del mercado interno. Cosa que Cambiemos descuida.
Empleo. Vinculado a los puntos anteriores. Se puede esperar que todavía no caiga mucho, pero cabe suponer que sin un cambio de modelo (con promoción industrial) no habrá un crecimiento en el empleo de calidad de manera masiva, ni algún aumento (de producirse) podrá ser sustentable si no hay fundamentos. Es verdad que la construcción deberá mejorar respecto del horrible 2016. Y todavía puede ocurrir que las fuerzas liberadas del mercado compensen en parte la caída de la demanda agregada en el mercado interno. Pero nunca a un nivel que ayude al país a desarrollarse, sino sólo a no caer más estrepitosamente.
Inflación. La inflación depende en esta época de las decisiones de ajuste de tarifas del gobierno, que incide en la puja distributiva (causa madre de todo proceso de suba de precios que dirime cantidades, costos, ganancias y de nuevo precios), si no se ajustan más las tarifas puede esperarse una baja en la inflación. Esta baja sería respecto de 2016. Posiblemente luego de las elecciones haya ajustes de tarifas, pero, lo dicho, no del tipo de cambio.
Sin embargo es un error apuntar a moderar la inflación con herramientas monetarias en medio del proceso de ajuste que propuso el gobierno. El acierto hubiera sido la generación de acuerdos productivos, fiscales, salariales, de exportaciones, entre todos los sectores, productivos, sindicales, financieros, transnacionales, evitando con ello la permeabilidad a las crisis externas, y buscando algún desarrollo. La inflación -que nunca es buena en altos niveles- debe entenderse como una relación social y productiva, no como una monetaria. Pero eso Cambiemos no lo entiende.
Elecciones. Todo este escenario se juega además en las elecciones de medio término que operan este año, arrancando con las PASO en agosto. Se supone que no habrá medidas abruptas antes de ellas, pero tampoco luego de ellas, esa es mi hipótesis: un empate en las elecciones, o por lo menos la ausencia de la sensación temprana de derrota en 2019 para Cambiemos, le permite mantener el modelo a Macri, profundizando el ajuste por el lado de mejorar las ganancias de los sectores concentrados, pero sin cambiar la lógica de valorización financiera con tasas por arriba de la devaluación del dólar. Todo esto, en un tablero mundial donde Trump sigue siendo una incógnita.
Finalmente, cabe destacar que Brasil no tiene sólo un problema institucional. El golpe de Estado contra Dilma resultó en un golpe al modelo económico del PT, con reformas que se suceden día tras día. Estas reformas están creando un escenario de desempleo creciente. El malestar entonces no es sólo institucional, sino que está también dado por un modelo neoliberal que destruye el pequeño avance en el nivel de vida de muchos brasileños, no sólo los de clase baja.
Publicado en: www.diagonales.com