Cercanía PRO: del dicho al hecho
(Por Julieta Waisgold-Politica Argentina).- Moderna, cercana a la gente y conectada con el futuro. Esas son algunas de las definiciones que da el gobierno del PRO acerca de su propia comunicación.
Antes, asegura el macrismo, se controlaba a los emisores del mensaje, había verticalismo, y la comunicación se limitaba a cadenas nacionales y réplica de gacetillas con recorridas y reuniones. Ahora, en cambio, el tipo de comunicación se hace privilegiando el uso de redes, y de un modo horizontal.
En líneas generales, el Presidente ya no expone argumentos en escenarios ni subido a atriles ante miles de personas que lo esperan con expectativa. Casi como llamando a la disolución del discurso político, el macrismo le habla a cada uno, al individuo atomizado que está ahí recostado y descalzo en su sillón o mirando el celular. Mauricio Macri da charlas a ras del piso, al estilo de los gurúes espirituales, visita casas, y hace llamados -que se exhiben en las redes- en los que habla en una relación “uno a uno” con la gente.
En ese marco las redes sociales juegan un rol importante en la construcción del discurso del PRO porque representan una “nueva” herramienta de comunicación que proyecta la idea de futuro, y porque además, según dicen, a través de la amabilidad de los contenidos que en ellas se publican y la conversación que potencialmente generan, las redes son un instrumento importante para abonar a la idea de cercanía.
El metadiscurso sobre este nuevo modelo de comunicación ya venía siendo impulsado por Jaime Durán Barba antes de las elecciones presidenciales y salió a la luz con más fuerza en el escenario posterior al 2015. Más específicamente, en abril del 2016, cuando el Jefe de Gabinete Marcos Peña publicó en el diario La Nación una especie de manifiesto fundacional de la comunicación en la era macrista. Allí, Peña hizo hincapié en el diálogo y la horizontalidad, subrayando el rol central de las redes sociales como herramienta que iba a facilitar un vínculo directo con el ciudadano. Las redes, señaló, serían el canal que iba a permitir una conversación, un ida y vuelta más directo con la población.
La cercanía
Según información publicada por el diario La Nación, la Subsecretaría de Vínculo Ciudadano a cargo de las redes sociales de la actual gestión, cuenta con un presupuesto de alrededor de 160 millones de pesos. Para tener una idea, se trata un monto cercano a los previstos para el Desarrollo de la Salud Sexual y Procreación Responsable y para la Atención Sanitaria en el Territorio del Ministerio de Salud de la Nación durante este año.
Según dicen ellos mismos, el equipo de Casa Rosada es bastante populoso y funciona con un esquema moderno de división de tareas. Sin embargo, al bucear en el tipo de contenidos y la gestión de las redes, la respuesta acerca de su funcionamiento no es tan novedosa ni tan simple.
Hace años, cuando las redes gubernamentales comenzaron a existir las publicaciones se limitaban a replicar gacetillas de prensa, es decir, información gris y lineal más orientada a los periodistas que al consumo popular.
Según el PRO, hoy la lucha en este ámbito de la comunicación reside en captar la atención de la gente y la política no es algo que logre fácilmente ese objetivo.
Así, en los contenidos digitales el interrogante y el arte de esta gestión parece residir en cómo llegar más con el mensaje y no tanto en atender las necesidades de la población.
El Facebook de Macri y de la Casa Rosada transitan entre información de la gestión contada en formatos novedosos, e imágenes que buscan dar la idea de que se puede entrar a conocer la intimidad de un amigable presidente.
Haciendo un repaso por las redes de los ministerios, se puede ver que la mayor parte de los contenidos de los organismos en Facebook están orientados a publicitar la gestión directa o indirectamente.
Sin embargo, son pocos los organismos públicos que le acercan a la población contenidos sobre los servicios que prestan y menos aún los que llevan adelante campañas de concientización y comunicación de riesgo sobre temas que tienen que ver con el bienestar público, cuestión que la mayor parte de los expertos señalan como fundamental en una buena gestión de las redes sociales del Estado, y que se podría entender como una noción más profunda de cercanía.
De este modo, parece ser que la proximidad en las redes de este gobierno se da más en la forma que en el contenido. Dicho en criollo, el gobierno le habla al oído de la gente, pero no necesariamente la escucha.
La conversación
La idea difundida por el Gobierno de que el uso de redes sociales es clave para mejorar la escucha parece estar más fundamentada por la teoría acerca del buen uso que por la práctica concreta, ya que de 21 ministerios sólo 6 dan respuestas a las necesidades o reclamos de la población.
Así, la famosa conversación, ese vínculo dialógico e instantáneo que las redes sociales permiten, esa posibilidad de que el propio gobierno le dé una respuesta a Juan o a María, como si estuviesen en una mesa de entradas, a simple vista parece ausente.
En pocas palabras, en este escenario el macrismo le habla al individuo uno a uno, pero no salta a la vista que le responda.
Esas necesidades o reclamos planteados por los usuarios de las redes sociales también podrían ser traducidos en políticas públicas. Sin embargo, el gobierno en su discurso trabajado sobre el rol de la comunicación, nunca dio cuenta de estar haciendo eso.
En una entrevista para el diario Perfil, el especialista en comunicación gubernamental Mario Riorda, aseguró que la inversión en redes todavía estaba puesta más en pauta publicitaria que en otras cosas porque “a los gobiernos les cuesta entender las redes como medios de gestión. Les cuesta entender que no sólo al final está la gente, sino que al principio también”.
Así, mientras los contenidos parecen responder más a las necesidades de la gestión que a las de la población y la escucha de la conversación en redes sigue esperando pasar a su faz activa, la información acerca de los gustos y los perfiles de los usuarios se sigue acumulando para formar grandes bases de datos que seguirán guiando al macrismo en el camino del buen marketing, aunque esa palabra no le guste a Durán Barba.