Voto íntimo: una opinión divergente

(Pablo G. Díaz*).- En la nota «El voto íntimo» publicada hoy en su portal ADN, el autor arriesga varias definiciones respecto al accionar de los espacios políticos en la presente campaña electoral y a la motivación de los votantes a la hora de definir su voto, que me resultan más que interesante poder debatir por esta vía con Uds.

En principio el autor de la misma afirma: «Pareciera que cada sector prefiere consolidar lo que tiene y desde ese punto de partida espera sumar voluntades que le permiten un buen desempeño. Por ahora cazan en el zoológico»… bueno, no es «pareciera», es así. Anímese a cambiarle el tiempo verbal que no se equivocará.

Desde la irrupción del método científico en las campañas electorales (conocido aquí como ‘duranbarbismo’ pero que en verdad es la sumatoria de todos los conocimientos y experiencias acumulados en el último medio siglo en el mundo) lo primero que deben definir los estrategas de campaña es el llamado «Voto Duro»: básicamente, cuánta gente vota a un espacio independientemente del candidato y las propuestas que presente.

En un escenario político cada vez más fragmentado, la consolidación de ese voto duro es tanto o más importante como la captura de nuevos votantes. Motivo por el cual la apreciación del autor respecto de este punto ya deja de ser una mera apariencia para convertirse en una realidad… Ni Soria, ni Odarda, ni Weretilneck, ni Cambiemos, ni la Izquierda puede darse el lujo de perder un solo voto pasado.

Pero no alcanza solo con retener ese voto ‘histórico’ cautivo para mantener vigente las chances electorales, ya que el solo crecimiento/decrecimiento vegetativo del padrón electoral harán que los porcentajes de participación de la fuerza en la siguiente elección decrezcan naturalmente. Ergo: Mantener el porcentaje histórico requiere además capturar nuevos electores.

Es allí donde los estrategas se plantean la captura de los llamados «persuadibles», que básicamente son aquellos electores que no forman parte del «voto duro» del contrincante… Y justamente ¡ese «nicho independiente» del electorado es el que define las elecciones!

Un párrafo más abajo el autor afirma: «Nada de esto (cazar en el zoologico) da el triunfo en las urnas. ¿De qué depende? Del humor y las circunstancias personales que en los días previos y sobre todo el domingo de elecciones, tenga el votante»… Y aquí me permito, humildemente, disentir con él… en parte.

Coincido en que la caza en el zoologico no alcanza y ya lo expresé antes: es solo mantenimiento de cuota electoral. ¿En que disiento? en la motivación del votante independiente.

Decenas de libros se han escrito desde la psicología y la sociología sobre las motivaciones del votante y en general se ha llegado a concluir que «el momento» en que el elector define su voto es un «misterio»… no existe un momento exacto como tampoco una razón única en el que el o por el cual el elector define su voto, como erroneamente afirma el autor al hablar del «voto cuota», el «voto heladera» o el «voto miedo a perder el trabajo». Y la falta de una razón única además está enmarcada a la falta de razón en general que motiva al colectivo electoral a la hora de definir a quien darle el triunfo: El voto no es un acto racional sino emocional y en la construcción colectiva de esa emoción de los votantes inciden un sinnúmero de factores internos y externos que conducen sus decisiones… motivo por el cual -y si prestan debida atención a los spot publicitarios y a los actos politicos lo notarán- los candidatos cada vez hacen menos propuestas y apelan cada vez más a estimular los sentimientos de los electores.

Y en ese ultimo sentido, tanto los spot de JSRN mostrando la mano del gobernador Weretilneck «acariciar la camiseta» con los colores de la bandera de Río Negro y luego llevarsela al corazón… como la producción cinematográfica de 1País mostrándose la opción para cerrar «la grieta», son el mejor ejemplo de lo dicho precedentemente.

Nada, un humilde comentario con el solo fin de despuntar el vicio.

*Consultor Político
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