Los padecientes. ADN
«Si me justifico no crezco». La frase, usual en el ambiente del psicoanálisis, trabaja sobre el reconocimiento individual de un error como paso esencial para modificarlo. No hacerlo, implica sostener conductas, reiterarlas en el tiempo y volver a cometer equivocaciones. Es, partir de premisas falsas. Y eso solo conduce a conclusiones erróneas.
El oficialismo está en ese proceso. Salió del discurso único de la nacionalización como justificativo excluyente de la derrota en las PASO. La prueba es el anuncio del gobernador Alberto Weretilneck de desechar definitivamente la construcción de la quinta central nuclear en Río Negro. Con una carta formal, la Provincia le comunicó a Nación que desiste del proyecto.
Sin dudas, la posibilidad de generar energía nuclear fue negativa para los rionegrinos y lo expresaron en las urnas. ¿Sólo con eso alcanza? No. Habrá que explorar otros errores, asumirlos y modificarlos. Algunos dirigentes creen que ya se dio el primer paso. Vendrán otros. Y así, salir a la caza de votos para mejorar la elección en octubre.
Pero no es un proceso sencillo. La semana pasada, Weretilneck reunió a su tropa. Unos 250 integrantes de Juntos Somos Río Negro se reunieron para analizar el resultado electoral. Intendentes y legisladores criticaron -entre otras cosas- la elección del candidato y la marcha del gobierno. El gobernador aceptó pero también pidió autocrítica. Muchos de ellos no «trabajaron» en agosto. Otros estuvieron de viaje.
A todos les asiste algo de razón. La gestión no es buena, no da respuestas. Pero sin compromiso del conjunto es difícil. Los que enarbolaron críticas entienden que es complejo «aportar» por el (siempre criticado) estilo de conducción de Weretilneck. Por eso resumieron las culpas allí. Mónica Silva reaccionó. Asumió errores pero marcó dónde no se hizo lo que correspondía.
Los pases de factura alcanzan al círculo rojo. El entorno de Weretilneck fomenta una disputa entre el gobernador y su vice. Le facturan que el viedmense se adelantó a los tiempos y le marcó la agenda al cipoleño, especialmente con el rechazo a la usina. Pero el jefe del ejecutivo respaldó al presidente la Legislatura.
El gobierno definió territorializar la campaña. Ahora, los intendentes, legisladores y funcionarios tendrán juego, pero también responsabilidades. Tres casos: Bariloche, Viedma y Roca. En la ciudad andina Gustavo Gennuso deberá caminar la ciudad. No irá solo. Y eso implica una fuerte exposición de los parlamentarios y funcionarios. Carlos Váleri y Silvina Arrieta tendrán que ponerse la zapatillas. También Arabela Carreras y Alfredo Martín. En la capital, Pedro Pesatti, Matías, Rulli, Facundo López, Alejandro Echarren, Luis Ayestarán, Rodolfo Cufré y Graciela Valdebnito, deberán redoblar esfuerzos. En Roca, Luis Di Giácomo, Alejandro Palmieri, Tania Lastra y Fabián Zgaib harán lo propio. El ejemplo se replicará en todo el territorio. Esencialmente en Cipolletti.
Weretilneck ya no se puede amparar en la grieta. Las urnas le dijeron que hay problemas en su gobierno. ¿Habrá cambios? Es posible. La situación de Desarrollo Social no da para más. Fabián Galli y Daniel Badié suman cuestionamientos y la cartera no da respuestas en los sectores más vulnerables de la Provincia. No es el único Ministerio cuestionado, pero sí el más sensible. Hay reclamos por las condiciones de los edificios escolares y por el recorte de guardias en hospitales. También falencias en seguridad. Para colmo, en el ministerio que conduce Gastón Pérez Estevan, el viernes hubo una fuerte rumor del desplazamiento de la directora de Seguridad Vial. Mónica Ramos, que llorando, comunicó que se vuelve a Cipolletti.
El gobernador deberá apuntalar a los intendentes. Hasta acá hubieron críticas por el desentendimiento del mandatario. Un caso testigo es el de Villa Regina. Weretilneck le dijo a Daniel Fioreti «no es el gobierno que esperábamos». El jefe comunal está golpeado. Llueven en el Concejo Deliberante pedidos para que se revoque su mandato. Para colmo, la pelea interna no da tregua. En estas horas se conocieron audios donde la legisladora Silvia Morales le dijo: «O reaccionás… o yo te voy a hacer pelota Daniel”.
En Juntos evalúan que pueden cosechar votos en otros espacios. Saliendo de la campaña el debate nuclear, piensan que algunos puntos del ARI conquistarán. También del Frente para la Victoria. Por eso endurecerán las críticas al macrismo y así evitar que María Emilia Soria monopolice esa franja. Y apuntarán a provincializar metiendo en el debate al jefe del PJ.
Pero debaten qué medidas tomar para dar respuestas concretas a los problemas de los rionegrinos. Uno de ellos es la fruticultura. Para ello, deben dejar de «pasar agachados» de los conflictos a los que hay que enfrentar. No arrancó bien en la disputa por el paso de la ruta 22 por Roca. Días pasados, el intendente Martín Soria se metió de lleno en la audiencia pública con funcionarios nacionales. La grieta y la campaña generaron fuertes cruces. Sin embargo, el gobierno estuvo ausente.
El oficialismo agarró la calculadora y ve que Cambiemos hizo una peor elección que en 2015. También el Frente para la Victoria. Y evalúa de dónde tironear votos.
Pero no es sencillo. Si la nacionalización se profundiza y la pelea entre macrismo y kirchnerimo aumenta por la batalla de la provincia de Buenos Aires, no es buena señal. El esfuerzo por alambrar la provincia deberá ser mayor. En esos dos espacios hay confianza y aseguran que aumentarán los porcentajes de las PASO. Por lo tanto, sus miradas estarán puestas en las dos bancas que hay en juego: El FPV quiere ambas. Y Cambiemos busca arrebatarle una.
El FPV es el más confiado. Logró un armado casi único en el país. Allí convergieron todas las vertientes del PJ y el cristinismo. Y lograron neutralizar al massismo. El resultado de las PASO fortaleció el espacio que venía con diagnóstico de ruptura. Entendieron que sólo juntos será posible el regreso a la Casa de Gobierno en 2019. ¿Hay diferencias? Sí. Y después de octubre cada sector buscará imponerse en la interna para conducir el proceso, pero por ahora, nadie saca los pies del plato.
Hay muestras de sobra. En Cipolletti, la unificación (PJ-Frente Grande-Kirchnerimo) ganó. El pichettismo aportó buenos resultados en San Antonio y las localidades que administra. En Bariloche, a pesar de la «prescindibilidad» de La Cámpora, salió primero. Y el cristinismo (Kausa peronista y Kolina) llevó su armado a la boleta azul. También hubo aportes de los gremios.
Pero el FPV sabe que debe seguir sumando. En Viedma, por caso, ganó por la dispersión. María Emilia Soria triunfó obteniendo el piso histórico del peronismo. Excelente resultado, pero queda chico para la disputa provincial.
En los próximos días habrá un encuentro provincial para definir la estrategia hacia octubre. Se apoyará en el efecto nacional y en remarcar los errores de la gestión provincial. Sus dirigentes subrayan que en las PASO hubo un rechazo a la administración Weretilneck.
Cambiemos profundizará su discurso nacional. Y abrirá una instancia de disputa con Juntos. Ya comenzó con las críticas al gobernador por haber desistido de la construcción de la central nuclear. Buscará consolidar la relación con los intendentes de la UCR para que no «jueguen» con Weretilneck. Habrá más timbreo, comunicación en las redes sociales y criticas al «pasado». Pero no descuidará el presente. La foto de las PASO (que se pudo sacar en Viedma, Roca y Bariloche donde hay voto parroquial) les muestra que en los barrios perdieron con el FPV. Los brotes verdes y el cambio aún no llegan a los sectores más vulnerables.
Una campaña difícil tiene el ARI. Magdalena Odarda basó su discurso en el rechazo a la usina y el ambientalismo. El gobierno provincial le vaciará esa prédica. La senadora insistirá en temas nacionales que afectan a Río Negro. Criticó la idea de Nación de cerrar ramales ferroviarios, pelea por el presupuesto a la ciencia y la tecnología y hace aportes para salir de la crisis frutícola.
Todo este escenario está en la mente del gobernador. Weretilneck se metió en el diván de la política. ¿Reconocerá errores, o se seguirá justificando en la nacionalización? De eso dependerá su crecimiento electoral que, de mantener la performance de las PASO, complica la continuidad del proyecto en 2019. Hoy -en términos del psicólogo Gabriel Rolón- el oficialismo es un padeciente.