La escuela rionegrina y el caso Maldonado
(Por Laura Méndez*).- La realidad social no es única ni uniforme, sino que implica un proceso abierto a horizontes potenciales, producto de los movimientos y de las múltiples direcciones de lo social como resultado de la tensión entre proyectos impulsados por diversos sujetos sociales, en tanto éstos encarnan concepciones antagónicas sobre el futuro.
¿Debe la escuela rionegrina proponer como nudos problematizadores los que transcurren en las realidades sociales del tiempo presente?
¿Deben los problemas actuales, como la desaparición forzada de Santiago Maldonado, ingresar en las aulas de los y las estudiantes de la Provincia?
Es convicción de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Río Negro que sí, que la escuela tiene entre sus funciones estudiar la realidad con el propósito de desentrañar su complejidad e intentar comprenderla, pero que ese abordaje se construye desde el conocimiento, la reflexión teórica y las causalidades múltiples y no desde la opinión y la banilización de contenidos en función de slogans sin profundidad.
La voz de los y las docentes y sus decires no son simétricos con los de los y las estudiantes, pues están conferidos de autoridad, por lo que nunca resulta excesivo insistir en que el poder de la garganta poderosa de quien ejerce el acto de enseñar debe estar legitimado por la información, la formación permanente y la actualización teórico-práctica.
Pensar las sociedades actuales supone el reconocimiento de categorías vinculadas a cambios, incertidumbre, fluidez, vertiginosidad, fragmentación, articulaciones, relacionalidad, conflictos y nuevas reconfiguraciones sociopolíticas. La realidad, desde esta perspectiva, no es sólo un conjunto de relaciones, hechos y procesos, sino también su creación, estructura y transformaciones.
En el marco de un Estado de derecho, que concibe a los Derechos Humanos de todas las personas como contenido transversal de la educación pública, bienvenido sea «el caso Maldonado» a la escuela. El conflicto presente puede -y a nuestro juicio debe- ser estudiado históricamente, al ser concebido como punto final de un proceso que se extiende en la temporalidad en concordancia con proyectos políticos, económicos y modelos de país.
Traer la realidad al aula para transformarla en objeto de indagación y conocimiento aportará, sin duda, al fortalecimiento de la democracia y el mantenimiento férreo de una Memoria, Verdad y Justicia que no se cristalizaron en los años 70 y comienzos de los 80, sino que, con diferentes modalidades, perviven en el presente.
Porque, más allá de las mutaciones y el desgarro del dolor, persiste el compromiso con la vida, el derecho a la identidad, a la libertad de expresión, a la protesta social, al reclamo de la vigencia de los derechos emanados de la Constitución Nacional y las convenciones internacionales, en el marco de la confianza en la justicia, las instituciones y lo organismos de la democracia. Son estos algunos de los contenidos a enseñar y aprender por todos aquellos que se comprometen en el reclamo de Aparición con vida de Santiago Maldonado, no como panfleto partidario, sino como compromiso de una escuela que se piensa a sí misma y a su comunidad como portadora de derechos y asume la responsabilidad de batallar por su defensa.
*Secretaria de Derechos Humanos.