¿Tiene que ser de Bariloche el secretario de Turismo? ADN
“No hay nada definido”, dijo el gobernador Alberto Weretilneck, al referirse a la persona que sucederá a Silvina Arrieta, como titular del área de Turismo provincial. Lo que sí ha comprometido el mandatario, es que el futuro funcionario del gabinete será de San Carlos de Bariloche.
Gastón Burlón y Joaquín Escardó, son los propuestos, ambos pertenecen al sector turístico de la ciudad andina. El primero sugerido al mandatario por el intendente Gustavo Genusso y el segundo, surgió de una votación entre el empresariado local.
A decir del diario El Cordillerano la definición del postulante al área de Turismo, desató “una interna” en sectores empresariales de Bariloche, que tiran nombres con la sola finalidad de llevar agua para sus respectivos molinos.
Vale la pregunta. ¿Tiene que ser de Bariloche el secretario de Turismo de Río Negro? La respuesta debe buscarse en la presión o si se quiere el lobby, que ejerce la actividad privada sobre el gobierno, como ha sido habitual, para “poner a gusto» a la persona encargada de las políticas turísticas oficiales y los recursos económicos correspondientes.
Entonces surge otra pregunta: ¿Ha dado resultado este procedimiento? A decir de las experiencias de los últimos gobiernos, parecería que los funcionarios que llegaron a Viedma desde la cordillera no fueron muy exitosos en sus gestiones.
Basta hacer memoria y recordar a José Contreras, Angel Rovira Bosch, Mariana Giachino y Silvina Arrieta. Poco para acreditar en las distintas administraciones: radicales, del Frente para la Victoria y de Juntos Somos Río Negro. Poco y nada para el desarrollo del turismo rionegrino.
La pertenencia, el localismo y el sello del pago chico, no garantiza nada y además con el riesgo de convertirse en el secretario de Turismo la ciudad, en perjuicio del resto de las regiones de la provincia.
Colocar la identidad local sobre el interés general, otorga a Bariloche un centralismo que atenta contra el concepto de integridad y contra un desarrollo equilibrado, contradice al sello distintivo de la territorialidad que habla de “los Andes al Mar”.
El ministro o secretario de Turismo es el colaborador directo del gobernador en la materia, es el constructor de las políticas del área, con conocimiento y gestión para lograr el equilibrio entre lo público y lo privado, dos puntos de apoyo imprescindible para desarrollar todas las regiones rionegrinas.
No es condición sine quanon que ese funcionario sea de Bariloche. Basta su idoneidad, conocimiento, profesionalidad, trabajo y gestión. Puede ser de la ciudad lacustre, pero por los méritos antes indicados y no por el concurso lobista empresarial.
La centralidad es enemiga de la integridad. Es excluyente y genera marginalidad. Nada de esto significa que, en contrario, el secretario de Turismo no pueda ser de Bariloche, pero tampoco la consulta tiene que ser exclusiva al sector empresarial Barilochense.
Nadie puede discutir que Bariloche es la marca registrada de Río Negro. Con una oferta hotelera de calidad, donde confluye el turismo de contingentes –en todas sus variantes- el visitante extranjero y la exclusividad del Catedral.
San Carlos de Bariloche se vende por sí sola y tiene mayor dependencia con el poder político y administrativo del gobierno nacional que del gobierno provincial. Es directa subsidiaria de la economía del país.
Nada suma que el titular de Turismo salga de Bariloche. Vale un ejemplo: a pesar de haber contado con varios funcionarios locales en el área, la ciudad aún se debe la tan ansiada construcción de un Centro de Convenciones, una obra tan necesaria como ilusión de un sueño de verano, que nunca pudo concretar. El propio barilochense no pudo generar un consenso, ni siquiera para definir en qué sitio debe ejecutarse.
Tener un secretario de Turismo de Bariloche, tampoco hizo posible que el gobierno provincial aporte en tiempo y forma, los recursos que debe destinar al EMPROTUR, que hoy –según datos recogidos- superan los 12 millones de pesos.
¿Entonces? El nuevo titular de Turismo de Río Negro puede ser originario de cualquier otra región provincial, que con capacidad, gestión y eficiencia logre proponer un plan de desarrollo turístico integrador de todo el territorio.
Una propuesta de desarrollo que integre a la costa atlántica, desde Viedma a Playas Doradas; al río con sus valles en todo su recorrido, con la pesca, la caza, la náutica y el turismo rural; la meseta patagónica, con Somuncura, la línea sur y la trochita; la cordillera en toda su magnitud de los deportes invernales, el turismo aventura, el trekkig y otros; la promoción de las fiestas locales y regionales; la ruta del vino y la fruticultura; el turismo religioso y arqueológico y otras manifestaciones más que pueda ofrecer la provincia.
Nada de esto lo define la procedencia del nuevo secretario de Turismo. No es esencial ni lo más importante. Lo fundamental es que tenga la dosis necesaria de osadía para construir desde la integridad territorial en beneficio de toda la provincia, con equilibrio y en conjunción entre el sector público y el privado.