Hasta siempre
(Por Mariano Ferrari*).- La angustia tiene la maldita habilidad de cerrar la garganta y atrofiar los dedos, empañar los ojos y nublar la cabeza; y todo atenta contra la tarea de escribir(te) las líneas que jamás hubiese querido. Cuando me enteré de la enfermedad malvada que te pisaba los talones confié -como todos los que nos preocupamos- en la pericia médica y tu fortaleza, pero la parca se puso caprichosa y nos dejó solos y desconcertados.
Dicen que la muerte santifica a las personas. Lo que yo creo es que cierra el ciclo de la vida. Y uno se va, despojado de lo material, pero repleto de afecto. Y lo importante es lo que uno deja. A donde sea que estés yendo, andá tranquilo. Detractores y críticos tenemos todos, pero no cualquiera moviliza (aunque solo sea a este cronista) al recuerdo y el agradecimiento.
Pude haberme puesto solemne y enumerar tu pasos en el periodismo, pero me ganaron los momentos en que este oficio nos acercó, nos reunió y nos hizo conocernos en el plano personal. Lo bueno de esas conexiones es que derriban los prejuicios, esa antesala plagada de sanciones subjetivas ajenas que condicionan los encuentros entre la gente.
Se me vienen a la cabeza innumerables anécdotas: las tardes en la redacción, las mañanas en la radio (esos pases entre programas que hacíamos con Goro, el sorteo de picada, tu tono en el «opino»…), los asados y las «reuniones de producción» en el algún bar durante las tardecitas del verano viedmense que tanto te gustaban. Los debates políticos, las discusiones de fútbol, las charlas sobre el periodismo y su futuro. Y aquellos consejos cuando mi vida era un torbellino. Era cierto «pelado», lo importante siempre son los hijos.
Hoy no puede dejar de pensar en los tuyos. Pero sé que en medio de tanto dolor encontrarán fuerzas en tus enseñanzas, y se las transmitirán a tus nietos. Ahí está la eternidad. El legado.
Te cuento que ayer ganó el Rojo. Le hicieron dos a Chaca de visitante. No sé si amerita tapa del diario, pero es un título. Me acordé cuando tuviste que salir a «bancarme» por una portada de Noticias. «Sin River en la A, Boca pudo salir campeón», titulé. Qué bronca tenían los «bosteros». Pero vendimos un montón de diarios.
Estoy divagando, lo sé. Pero no es fácil la despedida. Quizás estas líneas sean egoístas, estoy dejando mucha gente e historias afuera, pero es lo que me permite el momento. Me froto los ojos, tomo un mate, miro por la venta… vuelvo.
Creo que el mejor homenaje que puedo hacerte es hacer periodismo todos los días. «Hagan periodismo», nos decías siempre. Hoy me tomo licencia, mañana sigo.
Gracias por todo. Hasta siempre.