Fiesta de la Manzana: identidad, producción y crisis
(Por María Emilia Soria*).- Una nueva edición de la Fiesta Nacional de la Manzana comienza y el Alto Valle se prepara para vivir la celebración popular más importante de la Patagonia. Celebramos esta tradición cultural que nos identifica en el mundo, la actividad productiva que durante décadas marcó nuestra economía y motorizó el desarrollo de nuestras ciudades.
Hoy la producción frutícola atraviesa la peor de las crisis. Aún compartiendo el entusiasmo de toda una comunidad que espera con alegría estas jornadas festivas, es ineludible reflexionar sobre la situación que pone en jaque nuestra actividad productiva.
Crisis que no es nueva ya que – insisto – el desacierto en las políticas para el sector se viene dando desde hace muchos años. Pero a una realidad problemática, en los últimos años se fueron sumando decisiones que agravaron aún más la crítica situación de la fruticultura.
Durante su campaña presidencial Mauricio Macri prometió la reactivación de las economías regionales y si bien puntualmente desembarcó en el Valle y prometió soluciones para la cadena frutícola, la realidad es que la crisis sólo se ha agravado desde su asunción. El modelo económico que impulsa el gobierno de Cambiemos, los tarifazos, el desconocimiento y desinterés sobre la problemática frutícola y la región, sumado a la servil obediencia con la que el gobernador Weretilneck evitó defender los intereses de la economía rionegrina, han provocado la profundización de la crisis.
Día tras día hay más familias que se quedan en la calle porque se está perdiendo una de las principales fuentes de trabajo de la región. Todas las semanas algún galpón de empaque quiebra y cierra sus puertas. Hay cientos de productores con la angustia de ver cómo el trabajo de su vida se pudre colgado en el frutal sin siquiera tener la posibilidad de cosecharlo.
En mi labor como diputada de la Nación, cada vez que tuve oportunidad he solicitado se atienda la problemática y he presentado varios proyectos de ley sobre este tema que el oficialismo nunca quiso tratar. El autoproclamado “gobierno del diálogo” no escuchó o no le importó, lo cierto es que hoy estamos viviendo las consecuencias.
Cómo única consideración podemos señalar que el año pasado finalmente se reglamentó la Ley de Emergencia Frutícola, que entre otros aspectos introduce beneficios fiscales para la cadena productiva. Sin embargo, hoy nos encontramos con que AFIP no autoriza a Consorcios de Riego a ingresar en la moratoria fiscal. Una vez más sorprende la indiferencia porteñocentrista con la que, desde el absoluto desconocimiento, se decide excluir del beneficio a uno de los pilares fundamentales de la cadena de producción frutícola.
La política de endeudamiento del gobierno de Macri nos deja como consecuencia un dólar retrasado, lo que se traduce en que nuestras exportaciones pierdan competitividad y tengamos menores ingresos por esas ventas. La inflación consolidada en estos últimos dos años, ha provocado un aumento de costos de la actividad como nunca hemos visto. Es decir, con el retraso cambiario nos “bajan el techo” y con la inflación y el aumento de costos, nos “suben el piso”. En definitiva, están estrangulando nuestra producción.
En este contexto, la implementación tardía del Libro Blanco, sin los consensos necesarios de la actividad, carece de las mejores perspectivas. Resulta difícil visualizar cómo van hacer los productores y las empresas en general para encarar una reconversión cuando no pueden cosechar su producción porque no hay quien les compre su fruta. O lo que es peor, ven cómo su producción recientemente reconvertida no puede ser vendida, mientras parte de los profesionales que recomendaron aquella reconversión que – hoy podemos constatar – tuvo un rotundo fracaso, son los mismos que actualmente impulsan el Libro Blanco. Es decir, a esta herramienta de endeudamiento, además de consenso y coherencia le falta autoridad moral.
No es difícil entender que Río Negro sea actualmente la provincia que mayor cantidad de empleos privados ha destruido en el último año, situación directamente vinculada con la gravedad de la crísis frutícola.
La exportación de peras en los últimos cuatro años ha caído en un 35% y la manzana en un 50%. Paralelamente, la comercialización en el Mercado Interno es aún más calamitosa. Durante los dos últimos años, una sociedad empobrecida, con dificultades en la conservación del empleo y donde gran parte de sus ingresos son destinados a pagar servicio básicos y no a consumir, lamentablemente la posibilidad de comprar peras y manzanas se ha transformado en un lujo reservado únicamente al reducido sector de mayores recursos.
Claro que los productores no están para festejos. Pero ni celebrar nuestra identidad, ni hablar de la crisis frutícola en el marco de la Fiesta de la Manzana está mal. Muy por el contrario, estoy convencida que los valletanos nos merecemos vivir con alegría esta Fiesta porque es del pueblo, y al mismo tiempo debemos tomar conciencia de la gravedad del problema, porque tampoco es sólo de los productores sino de todo el pueblo. Conocer la problemática frutícola nos ayudará a tomar mejores decisiones al momento de elegir el modelo de país que queremos construir.
*Diputada Nacional, Frente para la Victoria.