Reformas y algo más. ADN
El oficialismo busca avanzar en reformas a la ley electoral para que debuten en las elecciones de 2019. Lo intentará este año que no es electoral, pero el adelanto de los tiempos políticos y la temática a modificar, abren interrogantes y generan rechazos en la oposición y también algún ruido interno.
La ingeniería tiene como núcleo central el balotaje, pero se modificarían también los pisos mínimos para ingresar al Parlamento, habría boleta única o electrónica y se reactivarían las PASO.
Desde todos los puntos cardinales políticos, la avanzada de Alberto Weretilneck es leída como un «manotazo de ahogado». Así lo expresó el Frente para la Victoria que, además, acusa a Juntos Somos Río Negro de querer «hacer trampa» para «evitar» que Martín Soria gane las elecciones.
Menos rimbombantes son las expresiones en Cambiemos. Los tres legisladores -en principio- acompañarían las reformas. Hay un debate sobre si esos cambios requieren mayoría simple o especial en la Legislatura. Si fuese la primera opción, la reforma avanzaría sin problemas. Pero con una apertura a la alianza. Por el contrario, si se necesitan los dos tercios de los votos de la Cámara, el FPV no tendría fisuras y la ley se queda como está.
En el macrismo ven este intento como «debilidad» de Weretilneck y piensan aprovecharla. Es la carta para meter al oficialismo en un frente común. «Nos hablan del balotaje. Para qué, para frenar a Soria. Muy bien. Pero solos tampoco pueden, nos necesitan en una segunda vuelta. Restituyamos las PASO y que a Soria lo enfrente el que mejor esté». Así razonó un dirigente de Cambiemos.
Hasta acá, los actores políticos marcan dos debilidades del gobierno: no hay fisura en el FPV y Cambiemos le piensa canjear su respaldo. Podría computarse otra: el frente interno. Ricardo Arroyo ya dio una señal. Ni bien la pata peronista (que ya trabaja en la candidatura de Pedro Pesatti) advierta algo de esto, podría sumar signos de rebeldía.
Pero Weretilneck tiene otros escollos: la debilidad política después de la derrota en las PASO, la escasez financiera, un conglomerado de medios de comunicación crítico y una CGT (con Rubén Belich y Juan Carlos Scalesi) que marcha a re encolumnarse en el PJ.
Los gremios que integran esa central, UPCN en especial, pueden ser un dolor de cabeza para el gobierno porque puede abandonar su letargo y volver a mostrar su poder de movilización, como lo hizo en otros tiempos.
Otro punto clave en la marcha hacia la reforma es la elección en Villa Regina. Si el gobierno no logra una buena performance, seguiría licuando aún más su poder y las chances de negociar la ley.
El gobierno ya no es aquel del 53%. Y el gobernador no aprovechó los vientos de cola para hacer las reformas (incluida la de la Constitución) que hoy quiere impulsar.
De todos modos, Weretilneck hará el esfuerzo necesario para la continuidad de JSRN en el poder. No es actor menor ni un elector neutro. Se sabe que él y su círculo rojo lo quieren a Alejandro Palmieri de candidato a gobernador. Pero el legislador tiene tiempo hasta después del mundial para pensarlo. Eso sí, no será un «convidado de piedra». Pedirá tener influencia en la administración, con poder de voto y veto, con acceso a los recursos y con la dirección del discurso. El roquense compite con el vicegobernador. Una encuesta ya los mide, junto a las ministras de Educación, Mónica Silva y de Turismo, Arabela Carreras, potenciales compañeras de fórmula.
Pesatti ya se muestra como candidato. Recorre la provincia y está activo en las redes sociales. Promueve reuniones con dirigentes de todo el territorio y es el «refugio» anti macrista del oficialismo. Cultiva el discurso provincialista, independiente, soberano y federal.
El choque entre ambos será interesante. Pero esa interna (que devela otras) por ahora está morigerada.
Weretineck y Pesatti se volvieron a mostrar juntos. Ya no hay fisuras discursivas ni dardos desde la Casa de Gobierno al sexto piso de la Legislatura. Pero esas actitudes están muy maquilladas y una llovizna las puede lavar.