El Cid Campeador
(ADN).- Al estilo del caballero español el gobernador rionegrino parece estar convencido que con su sola presencia se puede ganar una elección, que genera temor en el adversario político –aún sin ser candidato para el año próximo- y que es posible mantener aislada a Río Negro de la nacionalización electoral. Igual que El Cid Campeador que hizo de Valencia una región autónoma del reino español.
Rodrigo Díaz de Vivar –después de su muerte- fue atado a la montura de su caballo Babieca y mostrado en los campos de batallas ante los guerreros musulmanes, que desconocían su fallecimiento y de esta manera hicieron legendario un liderazgo que habría concluido.
Declaraciones recientes de Alberto Weretilneck, tienen algo de épico. Plantea un futuro con epicentro en su figura, desdeña los posicionamientos ideológicos y subestima el debate de ideas. El eje es el descompromiso con el debate nacional y si asume alguna adhesión lo hace a favor del ajuste que impone el programa nacional del presidente Macri.
No hay políticas de conjunto y todos pareciera indicar que se pretende retener poder para un pequeño grupo. Todo es circular donde una derrota electoral garantiza vida para después del 2019 al círculo rojo y algunos pocos más.
Todas las señales que emite el gobernador se orientan a un proyecto achicado, con un segundo mensaje connotado: sálvese quien pueda.
En este contexto se entiende su posición frente al vicegobernador. Con sus declaraciones pretende “bajarle el precio” a Pedro Pesatti por “su fanatismo” con Cristina, con el propósito de desconocer que el viedmense habla desde su identidad ideológica en el campo nacional y popular. Ningunea aquello de ser Yrigoyenista, peronista y kichnerista.
Es así que sostiene que Pesatti habla como “pensaba antes”, colocando sus ideas en un lugar atrofiado, en coincidencia con el calificativo de “nostálgico” que cada tanto le propina el funcionario nacional Juan Martín.
Weretilneck asienta este discurso sobre una débil premisa: la gestión oficial. Hasta hoy es poco lo que se puede mostrar: una administración egocéntrica, un gabinete devaluado y el Plan Castello, asentado en un paupérrimo esquema publicitario, ya le quedan pocas fotos para mostrar y cuyas obras –sin dudas importantes y necesarias- concluirán post 2019 y donde los primeros beneficiados serán los intendentes.
Propone como futuro, en este escenario del pensamiento weretilkeniano, al actual ministro de Salud, Fabián Zgaib, como el hombre que “convenció” a todos en Juntos y que conducirá la próxima etapa gubernamental del partido en la provincia.
Una alquimia, que busca encontrar la piedra filosofal que convierta en oro toda la estrategia de Weretilneck, que tiene variados ingredientes como Macri, Urtubey y Pichetto, entre otros.