Atados al Fondo. ADN
«Ir al Fondo Monetario Internacional, es irse a la B». En términos futbolísticos pero bien claros el economista ultraliberal José Luis Espert, criticó el acuerdo que Argentina hizo con el organismo internacional de crédito allá por mayo de este año. Y no se equivocó.
La postal de hoy, a cuatro meses de aquel anuncio, es preocupante. La mayor parte de los dólares que ingresaron al país desde el FMI se usaron para contener el aumento del dólar que nunca frenó su escalada, lo que provocó una fuga de capitales extraordinarias, y casi que terminó licuando esos fondos que servirían solo de respaldo para que el mundo supiera que Argentina podía pagar la exorbitante deuda externa tomada a 100 años por la Casa Rosada.
Sin confianza por el mal manejo de la economía y los recursos, jamás llegó la lluvia de inversiones del extranjero ni florecieron los brotes verdes.
Pero más allá de la macroeconomía, las consecuencias del ajuste prometido al Fondo -unos 600.000 millones de pesos- la devaluación, la inflación y los tarifazos ponen en jaque el entretejido social y complican a provincias y municipios.
Según los cálculos del Ministerio de Hacienda de la Nación, crecerá la pobreza a 35%, la inflación llegará al 42% y el dólar a fin de año costará 44 pesos, lo que implica aumentos de combustibles y tarifas de gas y luz, por la dolarización que impuso el gobierno en ese sector.
En el plano terrenal, esos datos significan menos poder adquisitivo de salarios y jubilaciones, aumento de precio en los alimentos y medicamentos. La receta de Presidencia es otorgar un bono a la AUH y programas sociales. No alcanza. No hay planes de reactivación económica ni de generación de empleo y, según la opinión de la mayoría de los economistas (de todos los sectores), no habrá «buenas noticias» hasta el primer trimestre de 2019.
Nada de lo que ocurre hoy no pudo ser pronosticado. Por el contrario, fue ampliamente advertido por propios y extraños. Por eso llama aún más la atención la actitud complaciente del gobernador Alberto Weretilneck frente al rumbo económico de Nación, incluso con medidas que golpean de lleno a Río Negro.
Recién comenzó a reaccionar esta semana con el anuncio de las retenciones que complican a la fruticultura, la ganadería (vacuna y ovina), la industria petrolera y a la ciencia. Tarde, la Casa Rosada no dará marcha atrás. El gobernador pedirá que le quiten los tributos de exportación al INVAP, lo mismo están haciendo todos sus pares con sus economías regionales que han sido afectadas. Pero saben que no será posible. Mientras tanto, avalan el proyecto de Presupuesto 2019 que recorta fondos de Nación a las Provincias y les transfiere responsabilidades como los subsidios al transporte.
La situación nacional arrastró a Juntos. Los 1000 días de gobierno de Mauricio Macri, con el respaldo inflexible de Weretilneck, fueron un combo político letal. El gobernador cosechó la merma de imagen presidencial. Ambos mandatarios no paran de caer en las encuestas en Río Negro.
El correlato en la política doméstica preocupa a JSRN, porque la forma de conducción personalista de Weretilneck no permitió el surgimiento de otros dirigentes capaces de continuar el proyecto provincial que se puso en marcha en 2014. Tampoco ayudó el tapón que el gobernador le generó a su vice, Pedro Pesatti.
Weretilneck es subsidiario de Macri. Aunque ambos esperan mejores noticias que le permitan reposicionarse en el escenario electoral.
Por las dudas, el gobernador comenzó a cultivar nuevamente el discurso de la ancha avenida del medio, despotricando contra el kirchnerismo y despegándose del macrismo. El problema es que por diferentes motivos está asociado a ambos espacios. A uno por haber sido parte y al otro por haberlo apoyado hasta hace una semana.
La pérdida de poder del gobernador es evidente, tanto, que varios de los intendentes de Juntos ya están teniendo diálogo abierto con Roca. Además, es difícil contener el creciente resquebrajamiento del bloque. Tampoco ayudan los tironeos internos por las candidaturas y genera mucho resquemor en la dirigencia los aprietes a quienes no comulgan con el rumbo de Weretilneck y el círculo rojo.
Por eso, en el gobierno alientan dos teorías: la re-reelección que es un tema judicial y que podría derivar incluso en un pedido de declaración de certeza al STJ (donde existe jurisprudencia) y la cuestión se resuelve rápidamente o la creación de la «cooperativa».
La segunda opción implica que el gobernador encabece la lista sábana de Juntos con sus hombres del circulo rojo y algunos ministros para asegurarse ser parte de la próxima legislatura. Eso le permitirá conducir un bloque y no desaparecer del escenario político. Pero la sábana es corta y hay pocos asientos, mientras ya comenzó la pelea por ingresar en la nómina. Como sea, se juega a perdedor.